lunes, 30 de marzo de 2009

Las tribus urbanas van de CHOPING....


El Chopo, casi tres décadas de cultura alternativa

Todos los sábados, las tribus urbanas de las más distintas índoles del Distrito Federal acuden al mercado más famoso de cultura rock en América Latina.


Desde hace 28 años, en el sexto día de la semana, la estación de metro Buenavista en México D.F. se llena de camisas negras, cuero y metal, pelos de colores o cabezas rapadas, piercings y tatuajes. Son cientos o miles, en su mayoría jóvenes, que bajan a esa estación en busca del tianguis o mercadillo que les provea todo lo espiritual y material que necesitan para ser quien quieran ser.

Ahí caben todos los gustos y se encuentra desde marcas originales hasta las imitaciones más perfectas en ropa, música, películas y literatura. Las rarezas discográficas, las revistas de culto, los afiches menos esperados, de todo hay en el Chopo.

Desde el comienzo sobresale el área de la bandera tricolor; amarillo, verde y rojo, llamada también de los Rastas. Todas las playeras imaginables Bob Marley, servicio de hechura de dreadlocks y trenzas, pulseras, gorras y zapatos con la bandera jamaiquina, papeles para armar, pipas y más. Discos póstumos o en homenaje, originales o quemados, videos, DVD y hasta los anticuados casetes.

Muy cerca de sólo unos pasos, comienzan los puestos más buscados hoy en día. Ahí se arremolinan los emo, con sus rosas negras envueltas en ataúdes, buscando la colección completa de las películas de Tim Burton, o probándose cadenas, trajes de cuero o cotizando piercings, tatuajes o extensiones de pelos de colores. También se inscriben al próximo festival de vampirismo.

El punk se me confunde con el dark.

Los roqueros clásicos también tienen su espacio preferencial en el mercado. Hay puestos especializados en rock en inglés, otros en latinoamericano o mexicano. Y ahí infinidad de subdivisiones. El público de estos locales llega con hijos y familia, se ve que buscan transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Son muchos los padres que compran baberos o bodys (sí, esos trajes de bebé que se amarran por abajo) de Metallica, Iron Maiden o Ángeles del Infierno. Y a veces cometen el error de preguntar en el puesto equivocado por una camisa talla dos de Jaguares. No es el mismo rock.

Bolsas recicladas de acetatos, revistas de colección, disqueras independientes, afiches de John Lennon y Yoko Ono haciendo el amor, camisas de la Lucha Libre, aquel libro de Phillips Lovecraft, la cinta de Yellow Submarine, un botón de Syd Barret, mucha animación y todo de la Hello Kitty, se encuentran en el lugar.

Además hay lecturas de poesía, presentaciones de libros, cine chopo, la radio chopo, y el museo chopo con fotos de famosos en plenas compras, como el escritor Carlos Monsiváis artistas como Cafetacuba, Los Fabulosos Cadillacs, Santa Sabina, Rata Blanca, Todos tus muertos, Aterciopelados, La Maldita o Julieta Venegas.

Larga vida al Chopo.


(Nota publicada en elPeriódico del lunes 30 de marzo del 2009)

domingo, 29 de marzo de 2009

Uli Stelzner en la isla del horror


La Isla o la burocracia de la muerte
Texto: Lucía Escobar
Fotos: Joaquín Ruano

El nuevo documental de Uli Stelzner desempolva la memoria oscura guardada en los archivos de la extinta Policía Nacional. El cineasta alemán echa mano de de imágenes históricas nunca antes vistas en Guatemala para retratar el miedo a la memoria que aún afecta a esta sociedad de postguerra.

Es sábado a medio día, y para llegar a la zona 16 hay que dar muchas vueltas. Parece un laberinto sin salida. Luego de entregar la identificación en garita, estamos por fin, en ese lugar llamado la Isla, entre miles de carros viejos perdidos en procesos legales: el ambiente es sobrecogedor. Ochenta millones de documentos que explican la época más oscura de Guatemala. Uli Stelzner y su equipo de producción, que incluye en cámaras a Guillermo Escalón, desempolvan y nos muestran el valor histórico de estos documentos.
Sobre la mugrienta pared, se proyecta la noticia del incendio en la base Mariscal Zavala. Por el pasillo se acerca caminado Alberto Fuentes, Asistente del director del archivo. Viene contando que durante años se negó la existencia de estos archivos. Incluso la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, que abrió sus puertas en 1997, tuvo que hacer su trabajo en base a testimonios. Pero ahora se pueden refrendar las conclusiones a las que llegó dicha comisión. Fuentes levanta del suelo unos papeles viejos y cuenta a la cámara cómo pueden servir de prueba legal para casos específicos. Aquí por ejemplo, se encontraron documentos que muestran que 22 años antes de la muerte de Colom Argueta, ya lo estaban vigilando, concluye.
La importancia de este hallazgo comienza a dar frutos.

Un círculo se cierra
Uli Stelzner vino por primera vez a Guatemala hace casi veinte años, no por el cine que es su profesión, si no como uno de los diez representantes de los estudiantes alemanes, que vinieron a cuestionar al gobierno de Vinicio Cerezo por el paradero de varios líderes universitarios desaparecidos en 1989.
De ese tiempo para acá, Stelzner ha regresado varias veces a Guatemala para filmar los documentales: Ojala (1992), Romper el Cerco (1994), Los Civilizadores (1998), Las Aventuras de una Gata (2000), Testamento (2003) y Asalto al sueño (2006), todos realizados en Guatemala con equipo nacional e historias de guatemaltecos.
Recién, en enero terminó de filmar La Isla, una película sobre el Archivo de la Policía Nacional, un lugar, dónde según las palabras del cineasta; está concentrada la historia de horror de este país.
Durante la filmación, de este documental, el cineasta se enteró que de los diez estudiantes desaparecidos en 1989, cinco habían sido asesinados en la Isla. Para mí se cierra un círculo después de quince años de trabajar aquí, es volver a mis propias raíces a lo que me trajó por primera vez. Y me vine a enterar en el rodaje.


Ser alemán buceando en la historia de Guatemala, ¿te abre, te cierra puertas, o no tiene nada que ver?
En este caso no tiene que ver mucho. La gente que trabaja en el archivo me conoce desde hace años. Quizá también influyó mi forma de acercarme y discutir la película desde el comienzo, fue visto como un buen gesto. Hubo otros que llegaron y de una vez pretendían las puertas abiertas y agarrar lo que quisieran. Pero yo desde el principio sabía que no es posible. El camino ha sido lento, cuidadoso pero también muy democrático pues tenía que explicar lo que quería y prácticamente hacer un casting para escoger entre 150 o 160 trabajadores, a mis personajes.

¿Qué tan difícil fue lograr la autorización para filmar en el Archivo?
El proceso fue bastante largo. De hecho tuvimos varios problemas que resolver; no podíamos tener acceso a todo tipo de información, por supuesto. Y por otro lado, teniendo un archivo que más que nada trata con documentos, había que inventarse una forma visual para que fuera atractiva para el público. Imagínate una película que sólo tiene documentos, fotos y gente que habla, no es que te atrapa para un largo. Incluso, al principio teníamos la restricción de que no se podían reconocer las caras de las personas, entonces era un reto muy fuerte a nivel de la creación visual de la película.


¿Y cómo superaste esas limitaciones?
Tomé la decisión de no sólo trabajar el archivo de papel, que había aquí por millones, sino también aprovechar el archivo de cine que hemos creado algunos miembros de AGACINE. Acumulamos durante años mucho material no publicado sobre Guatemala. Me refiero también a películas que encontré en el Archivo Nacional de Washington de Estados Unidos. Hay muchas tomas del Ejército de Guatemala que intervino en diferentes etapas de la historia del país. También aprovechamos imágenes de los tiempos más crueles de la guerra, mucho material que hicieron extranjeros que vinieron puntualmente por dos semanas o un mes y se fueron. De esa manera se salvó ese material y en ese sentido contamos con una riqueza enorme para poder visualizar las diferentes épocas de la represión, sobre todo porque aquí la concentración del esfuerzo va hacia el esclarecimiento de las violaciones de los Derechos Humanos.
Otro elemento importante es la música en vivo. Contamos con la participación de un músico que interpreta en vivo sus creaciones. También involucramos la creatividad que tienen los jóvenes que trabajan aquí en el archivo, algunos leen en voz alta, otros rapean. Hay uno que hizo prácticamente el título de la película: la Isla, compuso la letra, la música y todo eso. Nunca había hecho un documental así, es como una ficción, las tomas son bien planificadas y el material que producimos es bastante reducido.


¿Cuál es el hilo conductor que encontraste para narrar todo esto?
Cuando investigas normalmente tienes el espacio para buscar y escoger bien. Aquí no había ese espacio, yo no podía ir, meterme y tocar cualquier cosa que me interesara. En eso me ayudó el trasfondo histórico que conozco de Guatemala. Tengo tres hilos conductores; uno es una familia que llega al archivo (sólo ellos tienen 16 desaparecidos o asesinados durante la guerra) y cuenta su historia aquí en este mismo cuarto. Eso lo confronta con la documentación que había aquí. Y fueron momentos muy fuertes porque después de 25 años encontraron información sobre sus familiares, fue bastante duro para los protagonistas.
El otro hilo conductor son acontecimientos políticos con fichas combinadas de otras épocas. Para nosotros era importante, no solamente mostrar la cantidad de violaciones a los Derechos Humanos, sino cómo se originó todo esto. Y el tercero es un caso de alto impacto.


¿Ha sido fácil que la gente hable de la guerra, te has topado con el miedo, con aquello de mejor no hablar de ciertas cosas?
Sí, he notado ese tipo de miedo de hablar en este lugar que llaman y que se siente todavía como una isla. Aquí prácticamente está concentrada la historia de horror de este país.
Recordemos que al comienzo, cuando descubrieron el archivo, había que esperar a ver como la sociedad reaccionaba, sobre todo los que no están interesados en que salga a la luz pública ese tipo de documentación.
Aquí había un silencio total, hemos notado en las entrevistas que todavía los jóvenes tienen mucho miedo de hablar, incluso de sus propios sentimientos porque el clima de aquí es no hablar, no hablar, no hablar. Es el lugar de los rumores, del hermetismo.
A mí me interesó mucho retratar cómo esos jóvenes que tienen veintidos, veintitres años hacen diariamente su trabajo con fichas y miles de fotos de cadáveres, leyendo documentación bien fuerte. Recogimos esas voces, cómo han vivido el cambio de personalidad que trae consigo un trabajo de ese tipo. Es prácticamente revivir la guerra y quedarse mucho mas callado que antes.


¿Y todo esto, con la presencia bien cercana de la policía?
Aquí los trabajadores del archivo conviven todo el tiempo con el personal de la policía. Y esto al comienzo no fue nada fácil, pero ahora yo no veo ninguna mala vibra entre los dos grupos, incluso juegan fútbol juntos. A la par está la Academia y todos los días se escuchan tiros, tiros y tiros, detrás del muro está el polígono, y oís los gritos y los cantos de las tropas, te da una sensación de mucha presión sicológica. Y los perros que están ahí mismo y que los sacan a pasear todos los días.
Además en el archivo trabaja mucha gente que perdió familiares en el conflicto, y tienen esa tensión diaria de que en algún momento van a toparse con un documento que se refiera a su familiar. Documentamos un joven que encontró fotos del cadáver de su papá, eso es bastante fuerte. En la película ha sido una constante batalla poder realizar ese tipo de entrevista, he sentido esa presión, ese miedo de hablar. A nosotros nos negaron acercamientos con los jóvenes para que puedan expresarse libremente.


¿Supongo que cuando filmas la vida real hay muchos elementos que se escapan de tu control?
Aquí es todo lo contrario, no podemos dar un paso sin ser controlados, ni vigilados. Todas las entrevistas que hicimos tuvimos que entregar un cuestionario previo, todo los documentos que usamos se solicitaron por escrito. Por ejemplo, en el caso del Colom Argueta, recogí el acuerdo de toda la familia –que viven en Guatemala y en Italia- para usar la documentación y me dieron luz verde. A pesar de eso me han restringido información importante, ha habido mucha burocracia para llegar a la documentación y a veces en el momento de filmación no aparecen los documentos que habíamos solicitado.


¿Creas un vínculo con tus personajes después de escuchar sus historias?
Llevo casi un año y medio llegando al archivo, no todo el tiempo pero la gente me conoce. Nos juntamos todos y hablamos de lo que yo quiero de la película. Y cada vez que se acerca una entrevista muy sensible o íntima, me encuentro con los protagonistas para saber cómo se sienten con la entrevista y dejarles lo más claro posible la escena que vamos a filmar. No es sólo el trabajo creativo de organización diario sino toda la burbuja emocional que gira alrededor de una entrevista que toca puntos muy sensibles, muy íntimos. No puedes dejar a los protagonistas solos, prácticamente estamos haciendo una función de seguimiento psicológico, antes, durante y después de la entrevista. Eso es muy tenso para el director.
Y regresando a lo que hablabas de ser extranjero. Yo creo que tengo un buen trasfondo para ese tipo de trabajo porque en Alemania tuvimos una experiencia muy parecida. No mi generación, pero a mí me tocó descubrir información, aspectos y consecuencias de una guerra, tanto para la sociedad como para un núcleo familiar. Vi también la importancia del cine para recuperar la memoria histórica, ya que en mi caso, fue un documental hecho por un extranjero, el que me abrió los ojos sobre lo que realmente pasaba en mi país. A veces la misma sociedad que ha sufrido esto, se queda sin poder actuar, sin la visión suficiente para entender lo que realmente significa un impacto tan violento a una sociedad.
Es una responsabilidad grande a la hora de editar y mostrar eso. He tenido experiencias similares en las anteriores películas. He visto que a la vez que a la gente le cuesta hablar, siempre es un logro expresarse de las cosas que incluso en el seno del hogar no lo han hablado. En esos casos es bien fuerte porque todo se originó con un golpe de parte de las fuerzas policíacas o del ejército. Las familias fueron totalmente dispersadas y se volvieron a encontrar años después. Esa separación familiar de cada uno por su lado, unos al exilio, otros a la calle, otros tratando de reconstruir su vida. Y ese impacto puntual deja huellas que cuestan mucho sanar.


¿Qué rol juega el documental en un país con poca producción de cine. ¿Es mejor y más barato hacer documental que ficción? La cuestión del costo de una producción no es lo importante, mi último documental costó quizá 15 mil dólares. Este por ejemplo es ocho veces más caro, necesitamos mucho más personal, el equipo es más grande. No es este el caso, yo tengo una postura muy clara de que este tipo de historia hay que trabajarla porque hay mucha necesidad de recuperación, estamos hablando de treinta años de silencio. El cine fomenta la discusión, da el ánimo y el valor para hablar de ciertos acontecimientos. Lo he notado dentro de las proyecciones y las giras en el interior. El impacto emocional en una película es importantísimo porque esos casos son representativos, eso le ha pasado a muchísimas familias. Y sabemos que los problemas los traumas se pasan de una generación a otra si no se trabajan.


¿Qué sensación te queda al terminar el rodaje?
Creo que ha sido el rodaje más complicado que he tenido en mi vida, por el tema y la delicadez de la información. Aquí estamos para recuperar la memoria histórica pero ha sido una lucha permanente llegar a la esencia de este archivo en cuanto a protagonistas y documentación. Por una parte lo entiendo pero también me doy cuenta que todavía hay bastante miedo a la información que sale.


¿Se contagia el miedo?
Yo creo que si no hubiera tenido la experiencia que tengo a estas alturas de mi vida, hubiera tirado la toalla. Y este ambiente del archivo, esta vida y esas necesidades de los jóvenes, nunca hubieran salido a luz pública. Pero eso es cabal lo que me interesaba, lograrlo ha sido una batalla permanente con la burocracia. Creo que va a salir un resultado extraordinario por el esfuerzo que no solo he hecho yo si no todo el equipo de siete ocho personas que han trabajado y han vivido ese proceso, de ver cosas y escuchar cosas que nunca han salido hasta ahora, fue un proceso positivo pero sí no ha costado demasiado.

(Entrevista publicada en el Acordeón el domingo 29 de marzo en elPeriódico)

martes, 24 de marzo de 2009

TRANSgresoras

México presente en el XI Encuentro feminista de latinoamerica y el Caribe.

De trans


Hace más de cincuenta años, específicamente en 1951, se llevó a cabo en Copenhague, Dinamarca la primera operación quirúrgica de reasignación de sexo. A la fecha en casi todos los países del mundo existen personas que no están de acuerdo con los genitales con los que nacieron y el rótulo genérico que les pusieron, y llevan una lucha titánica contra familia, sociedad, convenciones morales y religiosas para convertirse en eso que tanto sueñan ser. En muchos países europeos ya existe la legislación adecuada que permite a transexuales adquirir un nuevo nombre y hacer valer su ciudadanía normalmente.
Brasil, el país más avanzado de Latinoamérica en el trato a las trans (sexuales o genéricos), contempla en su seguro social, las operaciones que sean necesarias y los medicamentos que este grupo necesita para una vida digna y plena.
En el reciente encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe, realizado en México, fueron las brasileñas, las que mostraron un discurso político más acabado y pulido, en relación al tema. ¿Por qué rotular los cuerpos? “Yo quiero ser yo”, “Soy una mujer y soy feminista, lo trans sólo es un aspecto de mi vida que no me define” aclaraban.
En Guatemala, este tema aún es motivo de tabú y prejuicios. Y los trans son una minoría poco atendida, profundamente discriminada, repudiada y asesinada. Aquí no pueden ni siquiera votar, ni alquilar películas, menos sacar una licencia de conducir, acceder a un trabajo o acudir a un hospital público.
El rechazo a los trans y a todo aquel que no sea heterosexual, generalmente está basado en una imposición religiosa o moral hacia la vida de los otros, y lleva a convertir “el pecado” en delito. Los seres humanos somos diversos y también nuestros gustos.
(Lucha Libre publicada en el Periódico el miércoles 24 de marzo del 2009)
Posdata.. que no cabe en 1,500 caracteres.
Por otro lado, me alucina pensar que estas mujeres se construyen a partir de lo opuesto. Son capaces de rehacerse completamente, confirmando las palabras de Simone de Beauvior de que biología no es destino, y que el ser mujer es una construcción social. La mujer se hace, no nace. Pienso también que en unos diez años, con los bebes de diseño, las investigaciones con celulas madres, la clonación y todas la ciencia en pleno funcionamiento, los seres humanos vamos a ser incluso mas diversos, mitad biónicos o robotizados (veamos las cirugias, el cilicón, ya es una realidad) algunos quizá asexuados, con posibilidad de ambos sexos o dónde el género ya no sea importante.
Los transexuales y transgeneros con su irreverente, rebelde y libertaria manera de afrontar la vida, están dando pasos importanes para la especie humana. Trasngreden, se revelan...

lunes, 23 de marzo de 2009

Chilanga Town


La excusa bien puede ser el concierto de Radiohead, un encuentro feminista o el simple deseo de turistear. Una vez en México D.F. cualquiera se siente como una hormiga, mínima masa corporal en un país donde todo es grande, basto, inmenso. La sensación que da el anonimato es tan sana, que dan ganas de cantar en el metro o volverse emo por algunos días. Quizá por eso se van tantas parejas gay, felices y abiertas, no parecen sufrir los efectos del machismo que tanto se le achacan a los chilangos.

Los olores me despiertan el apetito, y me dan ganas de ser un poco vaca y tener ocho estómagos para poder meterme a la boca todas las deliciosas combinaciones gastronómicas con las que me topo. El picante en todas sus manifestaciones, me gusta pero me asusta, me castiga, sí.

Las librerías son apabullantes, grandes, hermosas, llenas de literatura para todos los gustos, desde los más exigentes hasta los más comerciales. Ni ganas de entrar dan de tanto que no podremos llevar.

El ingenio de los mexicanos es impresionante, el comercio informal se ve más formal que las mafias de los bancos. No caminas una cuadra sin toparte con algún vendedor de piedras, de almas tristes o de cuentos para oír. Abundan los “vivos” que con sólo un vistazo descubren el público objetivo al que se dirigen y transforman una linterna china en solar sólo para ver caer al consumista ecológico.

Aquí nadie parece avergonzarse de su piel morena, ni de su nariz de indio, sino todo lo contrario, hay un orgullo azteca palpitando bajo la piel de todo mexicano. Me pregunto si tiene que ver con el hecho de que en el Centro Histórico son visibles las raíces de nuestros vecinos: el templo mayor no anula el santuario de la Virgen de Guadalupe, ni los murales de Diego Rivera demeritan el arte popular plasmado en las artesanías.

Todos entienden que la cultura es algo vivo, que se transforma, que evoluciona...


(Lucha Libre publicada en elPeriódico el miércoles 18 de marzo del 2009)

martes, 10 de marzo de 2009

Feminismo pop


¿Cuándo nació mi vena feminista? Quizá desde el momento en que tuve que renunciar a la lactancia materna, a sugerencia de mi padre, que eso de sacarse la teta a cada rato le parecía poco civilizado. "Para eso están las vacas", sentenció. Y mi madre continuó feliz en su trabajo, la pacha hizo el suyo, y yo comencé mi eterno camino de sustituir un vicio por otro.

Luego siguieron las monjitas, con su vida asceta pero independiente, y sus libros que escondían todo. Seguro fue entre las hojas polvorientas de las bibliotecas, donde comencé a intuir que había un mundo de libertad y experiencias, vedado a las mujeres.

Pero no fueron los poemas de Sor Juana Inés de la Cruz, ni las investigaciones de Simone de Beauvoir, ni los discursos de Margaret Sanger, los que marcaron mi liberación como ser humana.
Con algo de pena ante mis mentoras feministas, expertas en teoría de género, debo confesar que fue en la nefasta televisión nacional, donde vi por primera vez, que otro mundo era posible.
Quizá la imagen de Madonna masturbándose ante el público en aquellos viejos videos de Canal 13, o las balas en forma de chiche de Afrodita A en Mazinger Z, trastocaron mi cerebro. Algo de culpa también tendrá los pelos sueltos de Gloria Trevi y la promiscuidad solapada de Candy.
Pero fue una ex reina de belleza, que quizá si está más bien un poco loca, la que influyó definitivamente en mi forma de asumir el amor, el desamor y la libertad. Casi toda mi adolescencia estuvo marcada por los alaridos calientes de María Conchita Alonso y su desparpajo para decir las cosas. Entre otra mentira más, otra mentira menos y una noche de copas, una noche loca, su discurso de feminismo pop, se instaló para siempre en mi subconsciente.
Reclamos pues a Ángel González.

(Lucha Libre publicada el miércoles 11 de marzo del 2009 en elPeriódico)

miércoles, 4 de marzo de 2009

Cromosoma XX


Sin duda disfruto más el 8 de marzo que el 25 de noviembre, ambos días dedicados a las mujeres. Será porque el de finales de año sirve para recordarnos que la violencia y nosotras no vamos juntas, pero el de marzo tiene un carácter más festivo y más lúdico.

Y aunque es un día como cualquier otro, al menos en los medios de comunicación se dedican a profundizar un poco más en los temas que nos atañen, que por supuesto no se refieren nada más que a la celulitis y a las compras.

En estos días también se celebra el undécimo cumpleaños del colectivo La Cuerda, que con una circulación menstrual nos mantiene al tanto del debate feminista en el país. Hoy estoy pensando en que la mayoría de mujeres que conozco me parecen terriblemente luchadoras por naturaleza. Pienso sobre todo en el trabajo de hormiga que han realizado las viudas al no olvidar la justicia para sus muertos, y también la labor de las mujeres indígenas conservando de generación en generación su idioma, su cultura, su gastronomía y su religión, resistiendo ante la discriminación y el racismo.

Son también mujeres las que más luchan por defender la naturaleza y por la justicia social en este país. Por supuesto, no digo que los hombres no lo hagan o no sean valiosos, pero por hoy, aunque sea sólo por hoy, qué lindo sería que volteáramos los ojos para celebrar a esa parte del planeta que va por ahí con dos cromosomas xx tratando de ganarse un espacio en este mundo creado para ellos.

Yo no vengo de una costilla, ni quiero una manzana, y el paraíso está en mi cuerpo

(Lucha Libre publicada el miércoles 4 de marzo del 2009 en elPeriódico)

lunes, 2 de marzo de 2009

Las golondrinas en Xela

Me cuesta empezar. Ha de ser como hablar de un aborto. Seis años de escribir todos los martes en el Quetzalteco, y finalmente me canse y dejé ese espacio. Sentí la necesidad radical de terminar esa relación.
Comencé escribiendo en el Quetzalteco, un día después de haber parido a mi primer hijo por invitación del desaparecido Chepe Zarco. Si no hubiera sido por él, quizá nunca hubiera aceptado o nunca me hubieran invitado.
Me sentía holgada con 2,200 caracteres, a diferencia de los 1500 de elPeriódico, contaba con un público completamente anónimo que jamás daba muestras de estar ahí. Estaba en un medio de comunicación sin corrector, ni editor. Tampoco parecía haber nunca nadie del otro lado. Tres o mas veces no salió mi columna, aunque yo si la había mandado. No hubo disculpas, ni una llamada, ni una explicación a mi ausencia. Toda esa indiferencia es aguantable, soportable por mantener un espacio. Incluso soporte seis años con la burocracia administrativa de Prensa Libre dónde cobrar un cheque, un sueldo ganado con palabras parece ser una pesadilla. Falta sello, no se entiende la letra, el mes va con letras no con números, escriba claro el nit, es Quetzaltenango no Xela. En fin.
Pero con lo que no estoy, ni estaré dispuesta a hacer ninguna concesión es con la censura, con la falta de libertad de expresión. Y ahí si ya la estaban cagando en el Quetzalteco.
Hace algunos años, publique una columna sobre un premio que dió El Quetzalteco a un señor, que en mi opinión no lo merecía. Me llamaron para decirme que no podían publicar la columna porque estaba criticando al mismo medio, que era como escupir la mano de quién te alimenta (¿!). Inmediatamente llame a Chepe Zarco y le dije, que cómo así que él me iba a censurar, que eran tiempos de paz y que eso ya no se hacía. Lo convencí de que si no estaba de acuerdo con mi nota, que sacará una nota aclaratoria pero que no me censurara. Al final así lo hizo, me dedicó un editorial dónde comentaba que hace años criticar a un medio dentro del medio, era imposible, y que con esa columna ellos daban un paso más allá en la libertad de expresión. Fue de ahuevo.
Pero la verdad sin Zarco como defensor de la libertad de expresión en ese medio, yo no tengo nada que hacer ahí. ¿A quién voy a llamar ahí? Se discute con el dueño del circo, no con los animales. ¿A quién le voy a hablar de libertad de expresión, de dignidad, de valentía?
Mi última columna publicada en el Quetzalteco (Martes 17 de febrero del 2009) salió terriblemente mutilada, cortada. Me quitaron un “culo” y un “mierda”, así por que sí, sin una llamada, una cantineadita o algo. No quiero una versión ligth de mi lucha. No quiero ser mantequilla sin colesterol, leche sin lactosa, azúcar sin glucosa.
Censurarme es algo que jamás han hecho en el Periódico. ¿Por qué tendría que soportarlo del Quetzalteco? En elPeriódico siempre han respetado mi boca de camionera. Así que me dije… “no necesito esa mierda, bye bye Xela. Y además jajajaja salgo horrible en la foto que publican mía
¿Saben qué? la indiferencia es tal, que a nadie le importaron mis seis años cumpliendo con un compromiso. No hubo ni una llamadita, ni un despido, no siquiera me sonaron las golondrinas…
Talvez todavía no se han dado cuenta que me fui....

domingo, 1 de marzo de 2009

El regreso de Lencho


Mario Rosales estuvo en Guatemala a finales del año pasado filmando su primer largometraje El Regreso de Lencho. Ahora se encuentra de vuelta en Nueva York en la etapa de post producción. Con suerte, a finales del 2009, la veamos en la pantalla grande.
Fotos: Joaquín Ruano

Es la Avenida Simeón Cañas en uno de sus ángulos más conservadores. La escena intenta recrear una persecución en vehículo ambientada a finales de los años setenta o principios de los ochenta. Dos carros antiguos, de esos de colección, que se limpian con esmero y dedicación, tienen acaparada la atención de dos cuadras de la vieja Zona 2. Agentes de negro riguroso pertenecientes a la Policía Nacional Civil detienen el escaso tráfico en ambos lados de la calle y observan con curiosidad, los poses quizá un poco exageradas de los verdugos.
Es el día de filmación número 31 de El Regreso de Lencho del cineasta guatemalteco Mario Rosales. El penúltimo de 32 intensos días de rodaje que llevaron al equipo de filmación a lugares tan distintos como Rabínal en Quiché, el Lago de Atitlán y Alaska en Sololá. También filmaron en escenarios urbanos como el Instituto de Antropología e Historia, el Archivo de la Policía Nacional Civil, el Teatro de Cámara y el Portal de Comercio.
Ahora es en la ciudad, la toma de antaño. Toda la mañana han estado practicando cien veces una escena que sólo se filmará una vez. El regreso de Lencho primer largometraje de Mario Rosales, esta realizado en 16 milímetros, puro cine, igual que El Silencio de Neto, Donde acaban los caminos, Gasolina y Lo que Soñó Sebastián. Con este material no se pueden dar el lujo de grabar y grabar escenas.
Finalmente, parece que el cuadro quedo perfecto. El niño que un día fue Lencho es testigo directo del asesinato de su padre cuando ambos viajaban en el carro. Los temibles agentes de la G2 dispararon a quemarropa contra el padre. Una mañana de trabajo para dos minutos de cine.

Cine estilo guerrilla

El City College de New York lleva doce años de graduar cineastas de todo el mundo, entre ellos Mario Rosales. Sin embargo, El Regreso de Lencho será el primer largometraje que realiza un ex alumno de ahí.
Rosales cree que se debe a que es muy caro hacer cine en cualquier parte del mundo: “También muchos de los cineastas paran en trabajos de publicidad donde el tiempo se te escurre de las manos. Por estar cumpliendo horarios de trabajo dejas de lado los proyectos personales”.
No es el caso de Rosales que ahora cuenta con 42 rollos de 16 milímetros equivalentes a 400 pies de película de los que debe sacar una hora y media de película de ficción.
Al ser el primer largometraje de su escuela, varios de sus ex compañeros de clases, vinieron a Guatemala para participar en el proyecto. Y así el crew o equipo técnico tuvo un carácter internacional con el trabajo la asistente de dirección, Nena Sierra de Bogota, Colombia; la directora de fotografía, Raquel Fernández Nuñez de Madrid, España; y la productora senior, Yvie Raij de Nueva York. De los restantes 32 del crew, la mayoría son guatemaltecos.
Camila Urrutia, continuista en El Regreso de Lencho, destaca la puntualidad y el profesionalismo de los extranjeros que a menudo choca con la llamada hora chapina.
Entro en la oficina de producción, adaptada para estas escenas, entre un volcán de facturas y haciendo llamadas veo a Pamela López de la productora Central Comunicación, quién asegura haber realizado milagros para comenzar a filmar sin que los 100 mil dólares de la Fundación Ford hubieran llegado. Además López tuvo que luchar contra el tiempo, ya que la Navidad amenazaba con caer implacable sobre el crew. “Ya teníamos todo listo hace meses, pero el plan de rodaje específico cambio días antes de comenzar a rodar, lo que provoco que fuéramos resolviéramos en el camino. Creo que vamos abriendo brecha en todo sentido ya que no existen facilidades y procesos establecidos. Estamos haciendo cine al estilo guerrilla” agrega la productora local.
Según Rosales, el alto estándar de producción de Gasolina de Julio Hernández lo motivó, cuatro días antes de empezar el rodaje, a cambiar planes de producción e invertir en la imagen, utilizando una cámara que graba cine en HDE. “Hay que pensar en hacer algo mejor que lo anterior, si el cine guatemalteco no sale de esto, se muere, como el movimiento de rock en los noventas” agrega el director.
Para Lopéz, el factor económico es importante ya que no solo esta producción sino que la mayoría en Guatemala son de muy bajo presupuesto y es más difícil. “Tenemos un buen plan de distribución y participación de Lencho en varios festivales internacionales. Esto servirá para dar a conocer en otros países, no sólo la calidad de cine que podemos producir, sino también los bellos lugares y situaciones que retratan nuestra realidad a través de la expresión de jóvenes artistas. Esto bajo varios puntos de vista aporta aspectos positivos al país.”
Descansando un rato del trabajo, vemos a Giacomo Buonafina, quien esta vez no tiene un papel ante la cámara. En El Regreso de Lencho debe estar del otro lado, a cargo del sonido. “Este formato (cine) tiene aspectos técnicos diferentes que hay que tomar en cuenta. En este caso el sonido se graba aparte pero sin referencia directa porque la cámara de cine no tiene track de audio y ahí puede haber un problema de sincronización de audio con lo visual, por eso hay que estar pendiente.
El que no se ve tan descansado, es su asistente de sonido, Amenotep Córdova, quien ha pasado cuatro horas metido en el baúl de Chevy Chevelle setentero, captando el audio perfecto.

A todo esto ¿Quién es Lencho?

Para saber quién es Lencho hay que recordar que Mario Rosales viene del video arte (El Ojo, Susie E) al corto de ficción (Amorfo, La Muerte de Diógenes) intentando desarrollar un lenguaje, que según el mismo afirma; sigue con la intensión de mantener el tema experimental.
“Desde que terminé de filmar Amorfo, comencé a bocetear al personaje. Uno en Guate es apolítico pero al llegar a Nueva York de inmigrante comencé a tomar otra conciencia” comenta.
Pero fue el disparo que su hermano recibió en la pierna al ser confundido con un maleante en una balacera, el detonante de la historia.
Lencho es un poco como Mario Lanz (el actor que lo interpreta), pero también es Mario Rosales o su hermano, cómo también podría estar inspirada en cualquier otro que quiera sobrevivir en el arte en Guatemala.
La sinopsis de la película dice que Lencho es un grafittero que luego de vivir en Estados Unidos, regresa para liderar un colectivo artístico con conciencia social. Además rescata a un niño de la calle y le enseña a pintar. Rosales cree que esta película es una oportunidad para meterse en la vida de un artista.
“Al final igual que en Amorfo, la huella de la guerra reciente peso demasiado, y eso se percibe en la película. Pero también habla de la inmigración de la búsqueda de salir y viajar, de encontrar una identidad” comenta Rosales.
El actor, Mario Lanz, quién también es pintor lleva tiempo estudiando al personaje. Confiesa que no le costó interpretarlo ya que tiene mucho en común con él. “Conocemos a la misma gente” bromea.
Los murales y grafittis que Lencho realiza en varios puntos de Guatemala no fueron pintados por Lanz, si no son obra de tres graffiteros de Bogota; Stink Fish, Aeón y Bastardilla. También hay un guatemalteco, el Soft que ha dejado huella en las paredes del país.

Para el director y guionista, Mario Rosales, el graffiti es común en las ciudades modernas de Latinoamérica, pero aún puede ser un choque cultural en algunas comunidades del país, demasiado asociado al mundo de las pandillas juveniles.
“En los pueblos es aun mas difícil trabajar, la población no se muestra colaboradora porque sienten que es una invasión a su lugar. Pero esto es algo que conforme mas crezca la industria cinematográfica en el país se irá facilitando. En Rabinal se hicieron unos murales preciosos de artistas colombianos pero la población se opuso y se tuvieron que borrar, fue una verdadera lastima” comenta Rosales.
Gente de Caja Lúdica, el colectivo que pidió los permisos para las grabaciones y la realización de los murales, considera que los grafittis no reflejaban la realidad de un pueblo como Rabinal.
Aunque ese mural fue borrado, aún pueden verse otros grafittis en el embarcadero de Panajachel, cuatro grados norte y la Avenida Atanasio Tzul.
Habrá que verlos, mientras El Regreso de Lencho continúa en su etapa de post producción. “Ahora habrá que procesar la película en el laboratorio y hacer el transfer a un medio digital, scaneando directamente el negativo. Luego van a ser unos 5 meses de montaje de la imagen. Más el trabajo de la banda sonora de unos 3 meses aproximadamente y finalmente la corrección de color que va a ser como un mes. De ahí vendrá lo de la promoción, distribución y la exhibición, y para eso falta un cacho” concluye Rosales.

(Publicada el domingo 28 de febrero del 2009 en el Acordeón de elPeriódico)