martes, 28 de febrero de 2012

Duele

Cuando duele, duele. No hay mucho que hacer, no hay poder que suavice las agujas que se clavan en el ser. Duele tanto crecer, duele ir viendo cómo la máquina del cuerpo va perdiendo su perfección, va llenándose de células enfermas, recetas que se multiplican alrededor, citas con doctores, angustia nocturna. Duele no ser esa niña que despierta en medio de la noche aterrorizada y que con un grito recibe el cariñoso auxilio de los padres, que con su presencia deshacen los fantasmas que acechan en las esquinas. Duele no poder ser el consuelo de las pesadillas de la madre, el remedio para los dolores del padre. Duele no poder corresponder con la misma fuerza y luz a quienes te hicieron con amor, te cuidaron como a una flor, y te han dado más que la vida entera, te han dado un ejemplo impecable de entrega absoluta, confianza, solidaridad y amor. Duele no ser bálsamo para las angustias de la familia, no ser bastión de fuerza, no ser faro de luz. Duele no haber aprendido que la muerte es un regalo y que la vida solo es la moña que adorna ese vacío al que algún día regresaremos. Duele no creer en Dios, ni en milagros, ni en santos capaces de cambiar las oscuras leyes de la vida, el paso inexorable del tiempo, la degradación de la carne, la tristeza que se va a anidando en el alma de quienes carecemos del optimismo de los puros. Duele dejar cada día de hacer lo importante para dedicarse a lo urgente. Duele no tener respuestas. Duele tener que seguir viviendo aunque por dentro una se sienta muerta.

miércoles, 22 de febrero de 2012

No nos pueden callar

No estoy de acuerdo con la gente que piensa que debemos dejar de
protestar. Al contrario, deberíamos protestar más, indignarnos de
verdad, levantarnos para exigir y construir. Me encanta esa generación
de chavitos que se solidarizan con quienes no tienen techo. Me da
esperanza escuchar a jóvenes de mente abierta que apoyan las causas
sociales y trabajan para cambiar Guate. Estoy convencida de que los
humanos aprendemos más fácilmente a través de sentimientos que
impactan nuestra psiquis que en la repetición de conocimientos
absurdos. Pienso que el arte y la cultura son canales de comunicación
entre guatemaltecos capaces de cambiar mentalidades y generar una
identidad común, tan necesaria para reconocernos como hermanos. Sin
embargo, este paisito que solo sobresale positivamente por sus
artistas, deportistas e intelectuales, es incapaz de reconocer y
apoyar esa invaluable fuente de energía y conocimiento que da el arte.
¿Qué pensar de los 700 millones de quetzales que supuestamente fueron
desfalcados del Ministerio de Cultura y Deportes? Noticia que sale a
luz, al mismo tiempo que la decisión del Congreso de la República de
sacar a Guatemala del Programa Ibermedia que significaba un gran
empujón para el cine en el país. ¿Por qué sigue engavetada la Ley del
Cine? ¿Por qué amenazan con cerrar espacios de arte como el Centro
Intercultural y Deportivo de Quetzaltenango? Puede alguien explicar a
las autoridades correspondientes que el conocimiento y el arte son
alimentos para el alma, medicina para la sociedad y un derecho humano,
tan importante como cualquier otro.

(Lucha Libre publicada en elPeriódico el miércoles 22 de febrero del 2012).

martes, 14 de febrero de 2012

Sin pena



Me sorprendió la iniciativa de Pérez Molina de poner en la mesa de discusión el tema de la despenalización de las drogas. No me sorprendió para nada la intolerancia del gobierno de Estados Unidos ante la idea. Me decepcionó que Funes marcara posición pro gringos tan rápido. A veces peco de ingenua y olvido que el negocio del combate a las drogas absorbe gran parte del presupuesto del Tío Sam. Se juega tanto dinero de por medio que mi imaginación no procesa esas cifras. Ya sabemos que en el Norte les gusta jugar con armas, presumen de la libertad que tienen para comprar y disparar desde venados hasta ilegales. Cazan pecadores como deporte nacional. Pienso que ningún ser humano debería ser considerado ilegal, así como ninguna planta. Lástima que nunca es como yo quiero. Los dólares mandan y se empeñan en querer sangre y en apostar siempre por la prohibición y nunca por el conocimiento o la libertad. Podría referirme a estudios que apoyan la idea de que despenalizar el consumo de algunas drogas baja el índice de violencia o mencionar cifras de gasto en el combate o número de muertos que deja el narco negocio. Pero a estas alturas creo que ya no se trata de convencer a los que temen que las llamas del infierno de la drogadicción consuman a nuestras juventudes, sino de esperar el santo permiso del imperio de la coca, Coca-cola. Mientras tanto aquí, como en Nueva York, en Zimbawe y en cada rincón habitable, las personas seguirán consumiendo drogas naturales o sintéticas, ilegales o con receta médica, puras o adulteradas, por los siglos de los siglos.

martes, 7 de febrero de 2012

Del cel...


A quien no le han robado el celular en Guatemala, es porque no tiene o no lo saca a la calle. Todos los días, escucho o leo de “trágicos” y penosos casos de este tipo de hurtos. Incluso hay un proyecto contra el robo de celulares intentando hacerse ley en el Congreso. Los Jóvenes contra la Violencia se han unido a la causa, colocando espantacacos de paja en los puntos rojos donde roban celulares en la capital. Parece ser un gran problema nacional. Pero nada leo en los periódicos de las estafas continuas y sistemáticas que las grandes telefónicas hacen a sus usuarios. Y no me refiero solo a su evidente complicidad en el flasheo de los teléfonos, algo que no debería necesitar de una ley para evitarse. Pero pareciera que no nos importa que nos roben los ricos, las multinacionales, los poderosos. Lo que no soportamos es que un caco de baja monta nos arranque en plena luz del día nuestro querido teléfono. Eso nos parece insoportable. Nos preocupa, nos aflige, nos deprime. Ojalá que de igual manera, nos preocupara y nos hiciera movernos y actuar, la pobreza en este país, los viejitos tirando naranjas al aire en los semáforos, los niños/carga, las niñas/esclavas, los pellejos desnutridos de la infancia chapina, los muertos por enfermedades prevenibles, el desamparo de los huérfanos de la violencia, la injusticia de los sueldos en las maquilas y en las fincas, la evasión en el pago de impuestos de los millonarios, el sueldo obsceno del Procurador de los Derechos Humanos y de paso nuestra estúpida obsesión por tener un teléfono más moderno y más caro que el de nuestro vecino.