miércoles, 26 de noviembre de 2008
Fémina violenta
martes, 25 de noviembre de 2008
Friíto del Norte
domingo, 23 de noviembre de 2008
Guatemaltecos en Barcelona
París ha pasado de moda. La capital mundial de la cultura se ha corrido al sur en busca de sol. Barcelona seduce cada día a más artistas que llegan a ella en busca de un sueño. Los chapines también se hacen presentes.
Lucía Escobar, especial para Siglo 21
Seis de la tarde en Barcelona. Niños, ancianos y jóvenes de distintas nacionalidades se arremolinan frente al Banco de España, a po-cos metros de la Plaza de Cataluña. La famosa Rambla con sus artistas callejeros comienza en ese punto. Intento hacerme un lugar entre el público para ver de dónde sale ese sonido tan jugoso. Un grupo de siete músicos hace bailar a la concurrencia. El cantante destaca ante mis ojos por sus pantalones típicos de Sololá. Salta como un desquiciado por la acera, corre de un lado a otro, mientras el hombre del staff lo persigue agazapado para desenredarle el micrófono. Algunos bailan relajados, otros sólo ven y escuchan, pero la mayoría sigue el ritmo con los pies o la cabeza, unos menos corean las canciones y una madre intenta jalar a su hijo en vano. “Hasta que termine el concierto”, sentencia rotundamente el pequeño.El chinito que vende los discos compactos no descansa, se los compran como pan caliente. “Guatemaya, quema copal…”, canta el líder de Barrio Candela. En su intervención, Juan Manuel Martínez, nombre oficial del Dr. Sativo, oriundo de Quetzaltenango con raíces cubanas, incita a los asistentes a moverse para dar espacio al nuevo público que se acerca. En una especie de spanglish con algo de catalán, les recuerda que los músicos viven del dinero dejado en la funda abierta de la guitarra y de los discos vendidos.
sábado, 22 de noviembre de 2008
el Patíbulo
miércoles, 19 de noviembre de 2008
De inframundos
Acabo de terminar de leer el documento "Los demonios del Estado de visita en casa: crónica de un allanamiento", escrito por José Rubén Zamora, presidente y fundador de elPeriódico. Estoy estupefacta. Me he quedado sin palabras, sin razonamientos, sin nada qué decir. Me siento como una niña que acaba de toparse de frente con el abismo.
Es cierto, mucho de lo que dice ahí es harto conocido por todos. No vivimos en Suecia. Estamos en un país en guerra solapada. No sabemos aún quién es el enemigo. O peor aún, el enemigo ha copado al Estado. Se encuentra en todas las instituciones como agente invisible, silencioso, mortal. Lo hemos dejado entrar y allanar sin escrúpulos en cada rincón de nuestro país. Le pagamos para que nos maltrate, para que nos humille para que nos robe. Somos ciudadanos inertes, continuamente anestesiados por cualquier sedante que nos den: el fútbol, la onda de Peña, las promiscuidades de Paris, el divorcio de Madonna.
Somos completamente indiferentes al dolor ajeno. Mientras no toquen a nuestra familia, a nuestro banco, a nuestra tierra, no actuamos, no nos solidarizamos.
Pero he visto una esperanza, una pequeña rama de olivo en el pico de un ave. Hay hombres y mujeres que luchan toda la vida, que no bajan la mirada, que prefieren morir torturados en manos del enemigo, antes que vivir como zombis sin corazón, sin sueño, sin ilusiones. Zamora es uno de ellos. Lo digo sin mamonerías, mi sueldo, mi espacio no dependen de lambisconeadas.
Y existen también muchas personas más, pienso en Gregorio, luchando en Chajul; en Nineth en la cueva de Alí Babá; en Claudia en su juzgado de Mixco; en los H.I.J.O.S con su protesta; en cada hombre y mujer de este país que no baja la cabeza, que tiene la dignidad y el coraje suficiente para no irse corriendo de aquí, para soñar y trabajar por un país mejor.
A todos ellos, mis respetos y también mi lucha.
(La Lucha Libre publicada el miércoles 19 de noviembre del 2008 en el Periódico)
martes, 18 de noviembre de 2008
La edad de Cristo
Estoy convencida que la edad es relativa, se lleva en el corazón como un reloj que corre muy deprisa o que va muy despacio.
He cumplido ya 33 años de vida en este planeta Tierra. Soy una vieja para mis sobrinos, una niña para mis padres. Aún no he expulsado a los mercaderes del templo, no me han crucificado, apenas un par de milagros multiplicando el vino.
Estoy convencida que la edad es relativa, se lleva en el corazón como un reloj que corre muy deprisa o que va muy despacio. Hay días que me siento agotada como una ancianita que ha vivido mucho, pero hay noches que tengo la energía y la fuerza de una adolescente dispuesta a tragarse la noche y escupir vida en cada segundo. También hay momentos en que no soy ni joven ni vieja, no tengo edad, el tiempo deja de ser un concepto para barajar.
Para ser sincera, nunca he creído que la edad sea importante. No me molesto en ocultar cuántos años tengo, no me avergüenzo de mis canas (aunque al Tavo claro que le desagradan) , ni estoy ahorrando para el Botox, ni para la liposucción.
Si, hubo un tiempo en que me sumaba años pero más bien era una treta para poder entrar a las discotecas que me llamaban como el lobo a Caperucita Roja. Y el día que empiece a quitarme años seguramente será para copiarle al Alzehimer su lucha por arrebatarme los recuerdos. Mientras tanto procuro disfrutar de la vida, sin etiquetarme mucho, pues luego pesan los cartelitos que te obligan a ser o pensar de determinada manera.
Con 33 años no puedo asegurar que estoy a la mitad de mi vida, porque creo firmemente en las sorpresas que nos depara el destino, y sé que sólo la muerte es segura. Puede que suceda mañana y que todos mis sueños e ilusiones quepan entonces en la caja donde vaya mi cuerpo tieso también. Así que ahora procuro disfrutar cada momento como si fuese el último. Ya no soy aquella adolescente que pasaba días enteros encerrada en su cuarto, tratando de sacarle la verdad al espejito, espejito. Hoy, soy una hija agradecida, una madre culpable de todo anticipadamente y trato de ser una buena mujer y una excelente amiga.
Cuando muera, cuando mi cumpleaños sea un término obsoleto, entonces sí, este cuento se habrá acabado.
Y al lado de mi nombre, habrá dos fechas.
La Lucha Diaria publicada en el Quetzalteco el martes 18 de noviembre del 2008)
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Distopía Universal
martes, 11 de noviembre de 2008
Risa de crisis
La crisis de la que hablan los periódicos del planeta Tierra me parece tan surrealista, como el gusto del llamado primer mundo por los príncipes y las princesas. Surrealista pero no poético. Los dadaístas hipotecan, inyectan y quiebran mundos con más elegancia que los corredores de Bolsa. La especulación es un poema sin palabras. La crisis es una histeria colectiva que nunca termina de llegar del todo, es como el mañana.Y por mucho que los medios de comunicación hablen de recesiones y vacas flacas, las tiendas de ropa fina y joyas siguen abarrotadas en la Unión Europea. Muchos encuentran en el consumismo la panacea para su vacío interior. Vaya que les dará miedo quedarse desnudos de marcas y encontrar que bajo tantos trapos caros, no existe un corazón cálido. Hay crisis, alegan quienes antes de vender el Porsche o quitarse el anillo de oro, prefieren despedir a algunos peones o evadir más impuestos. ¿Qué es más patético? ¿Un pueblo desordenado, sucio pero cálido, o una ciudad ordenada y limpia, pero tan fría que sus jóvenes se suicidan en la misma proporción que los niños latinoamericanos se mueren de hambre? Yo no lo sé.En estos tiempos, llamados críticos, agradezco no tener nada que perder, no me verán saltando de un penthouse, no me cortaré las venas en una bañera de I. No dejaré de comer salmón, ni queso camembert con tristeza absoluta. Seguiré comprando ropa de paca, regateando en el mercado y disfrutando las tortillas con frijoles. Viajar continuará siendo una sorpresa linda que me regala la vida, que por supuesto anhelo, pero no me quita el sueño.Y la crisis, cuando venga de verdad, la confrontaré con risa.
(La Lucha Libre publicada el 5 de noviembre del 2008 en el periódico de Guatemala)Adelantos comerciales
Aún tenemos atascado el fiambre en la memoria, cuando ya el plan policial Navidad Segura nos va poniendo en el contexto verde y rojo. Y eso que rehuimos los centros comerciales. A veces me siento como un contenedor al que suben y bajan de los trenes sin anunciar tan solo cuál es la próxima estación, que nunca es esperanza.
En un fin de semana de operar, los policías de tránsito han multado a más de cien unidades de transporte extraurbano que operan sin licencia, sin los requisitos mínimos de seguridad para los usuarios y sin seguros contra accidentes.
¿Por qué seguimos arriesgándonos a morir en la próxima curva? ¿Cómo podemos aceptar ese trato de animales? Se preguntarán quienes, desde su carro, ven desvariar a los pilotos en el asfalto. Pero qué otra cosa nos queda si queremos desplazarnos de un pueblo a la ciudad, de la ciudad al pueblo, y no contamos con nuestra propia máquina de la muerte.
Es en la época de vacaciones y Navidad cuando suben las cifras de accidentes automovilísticos. Si al desenfreno de fin de año le sumamos copas y copas de alegres convivios, noches de desvelo y cervezas sin fin, veremos que la combinación es fatal. Me pregunto si las unidades de transporte multadas seguirán como si nada estos días, si en algo sirve ese despliegue de policías regañones que no parecen solucionar en absoluto la crisis del transporte en Guatemala. Y siento que los meses pasan, los años siguen su camino hacia el infinito, y los problemas siguen siendo los mismos en el país. Puedo abrir un periódico de hace 50 años y encontrar la misma noticia, la chatarra humana fundiéndose con los hierros, con la carne, con los sueños, con la indiferencia de las autoridades. Subsidiar el transporte público en Guatemala es como subsidiar al narcotraficante más sangriento.
La mafia y la corrupción son las cartas de presentación de los pilotos y los dueños de los buses que transitan las arterias cansadas de este país. Este fin de año, ojalá nos llenemos de prudencia, que nos salgan ojos en las manos, frenos en las ansias y que la responsabilidad se sientan en los caminos. Que las autoridades actúen con lógica y sentido común.
(Lucha libre publicada el martes 11 de noviembre del 2008)