miércoles, 29 de abril de 2015

El Grito

Nuestra primera manifestación de vida fue un grito. Tomamos aire y exigimos atención, leche, calor, amor. Más allá de lo emocionante que fue la manifestación del #RenunciaYa no deberíamos reducir nuestras demandas a un hashtag ni a una exigencia. Tenemos maestros en la resistencia que no han parado de demandar sus derechos en quinientos años. Si bien, el caso de “La Línea” parece haber sacudido por fin la indiferencia capitalina, muchos estamos hartos desde antes y por otras razones. No olvidamos la criminalización de los activistas, el asalto a las Cortes, la huevonería del Congreso, el saqueo de los recursos naturales. Bien por los que puedan acudir a los plantones diarios o unirse a la histórica marcha del 1 de mayo; a la del 2 porque convocaron; a la del 10 porque no olvidamos la sentencia del juicio por genocidio; a la del 15 porque ese día secuestraron a Luis de Lión; y a la del 16 porque razones sobran. Pero en este despertar incluyamos a los hermanos y hermanos de La Puya (quienes llevan tres años protestando); a los 48 cantones de Totonicapán; a las 400 familias q’eqchi’ que están acampando cerca de la Casa Presidencial, a maestros, doctores, estudiantes y a todos aquellos hartos de lamer el yugo. Si no vemos una solución concreta, si no nos gusta el sistema político actual, si no creemos en las elecciones, reinventemos un nuevo sistema, involucrémonos, hagamos política. Encontremos de manera individual nuestro lugar en el engranaje colectivo para aportar a la solución y no al problema. Sumemos y no restemos. Que la balanza se incline al bien común. ¡Quién dijo miedo!