Siento que vivo en alguna mala imitación de un libro de J.G. Ballard. A mí alrededor se han levantado las paredes, se han electrificado las barreras y el manojo de llaves y candados es infinito en su pesadez.
Qué tiempo pasado habrá sido mejor, me pregunto y floto en el líquido amniótico de este vientre húmedo de Atitlán. Sobre mi, las nubes caprichosas me dan carita de lo liviano de su cuerpo, la movilidad de sus moléculas, de los viajes por el mundo, de los cambios de estado a los que puede acceder, sin dolor, sin pasado, sin futuro.
Vaporosas bailan del blanco al rosa, al gris, al negro. Explotan y caen sobre mí. Me mojan y golpean transformadas en diamantes de agua.
Despacio todo trasmuta y sin darnos cuenta la realidad nos traicionó. Ahora la loca soy yo. Con el agua recuerdo que yo también fui una niña a la que le quitaron las mariposas, a la que bajaron del árbol y cercaron en una colonia. Luego todo fueron garitas, policías de pito y escopeta, carnets colgados del retrovisor y licencias con clip. Las vías se restringieron, los accesos y caminos cerrados, privatizados. Migrar, pasear, viajar, conocer, un delito de soñadores.
Los espíritus nómadas sufren con las fronteras, los trámites, las barreras y parece que encapsularse comienza a ser una necesidad. ¿sicarios, crisis, pandemias?
Ghetos, territorios ocupados, juntas de seguridad, capuchas, soldados en las esquinas, mascarillas y hasta látex para el amor.
El cemento aún huele a mojado en las talanqueras nuevas que han puesto en las entradas y salidas de Panajachel, Patzún y otros municipios de Quiché y del territorio nacional.
A mi nadie me preguntó de qué color quiero mi jaula.
Pero si hemos de vivir sitiados, estoy en el lugar correcto.
Qué tiempo pasado habrá sido mejor, me pregunto y floto en el líquido amniótico de este vientre húmedo de Atitlán. Sobre mi, las nubes caprichosas me dan carita de lo liviano de su cuerpo, la movilidad de sus moléculas, de los viajes por el mundo, de los cambios de estado a los que puede acceder, sin dolor, sin pasado, sin futuro.
Vaporosas bailan del blanco al rosa, al gris, al negro. Explotan y caen sobre mí. Me mojan y golpean transformadas en diamantes de agua.
Despacio todo trasmuta y sin darnos cuenta la realidad nos traicionó. Ahora la loca soy yo. Con el agua recuerdo que yo también fui una niña a la que le quitaron las mariposas, a la que bajaron del árbol y cercaron en una colonia. Luego todo fueron garitas, policías de pito y escopeta, carnets colgados del retrovisor y licencias con clip. Las vías se restringieron, los accesos y caminos cerrados, privatizados. Migrar, pasear, viajar, conocer, un delito de soñadores.
Los espíritus nómadas sufren con las fronteras, los trámites, las barreras y parece que encapsularse comienza a ser una necesidad. ¿sicarios, crisis, pandemias?
Ghetos, territorios ocupados, juntas de seguridad, capuchas, soldados en las esquinas, mascarillas y hasta látex para el amor.
El cemento aún huele a mojado en las talanqueras nuevas que han puesto en las entradas y salidas de Panajachel, Patzún y otros municipios de Quiché y del territorio nacional.
A mi nadie me preguntó de qué color quiero mi jaula.
Pero si hemos de vivir sitiados, estoy en el lugar correcto.
(Lucha Libre publicada en elperiódico el miércoles veintipico de abril del 2009)