miércoles, 16 de junio de 2010

Deseducándome

(Foto: Una niña recoge agua del río que quedó del deslave en San Antonio Palopó).

El otro día, en una conferencia sobre el derecho al agua, nos mostraban un panorama tan desolador que no me dieron ganas de bañarme en un par de días. Lo peor es que la solución seguía siendo algo tan abstracto como el mañana. Pronto educaremos a los niños. Haremos un proyecto para enseñar a los más pequeños a respetar el ambiente. Propondremos una ley de aguas y un reglamento. ¿Para qué tanto futuro? ¿Qué sentido tiene que los niños aprendan a cuidar el agua que ya no tendremos? ¿Qué sentido tiene que amen y respeten los árboles y los jaguares que nunca verán más que en museos?


Talvez es hora de probar al revés; dejarnos educar por los niños.
Escuchar su voz sabia y justa. Y actuar hoy que podemos. Nuestros hijos no toman decisiones en ministerios, ni juzgados, ni fábricas, no hacen leyes, no contaminan con sus industrias ni su consumismo loco, no hacen carreteras, no firman contratos, ni roban millonadas.
Cuando los niños de hoy, futuro del mañana, sean adultos ya no habrá agua limpia que defender, ni bosque, ni montaña sagrada por la cual luchar. Ya no tendrá sentido nada. El futuro no existe más allá de hoy. Con la misma mentalidad retrógrada y egoísta no saldremos del canibalismo y no habrá oportunidad para revivir a las tortugas marinas o volver a ver cristalino al lago Atitlán.


La tierra da vueltas y el tiempo pasa demasiado rápido. No podemos seguir pensando igual que en el siglo pasado. Las cifras y estadísticas que ayer nos prevenían de una decadencia ambiental hoy nos golpean día a día. Nuestra parcela de privilegio no va a ser suficiente para escondernos de los fuertes rayos del sol, ni del arsénico en el agua, ni de la tristeza de un mundo desolado. ¡Aguas! Que los revolucionarios de ayer son los dictadores de hoy.
Y de soundtrack hoy voy a escuchar a Silvito el libre matando a su padre trovador a puro hip hop. Mientras Silvio Rodríguez llena estadios en New York.


(Columna Lucha Libre publicada en elPeriódico el 16 de junio del 2010)

3 comentarios:

Otto Morán dijo...

La mejor prueba es la reciente tormenta Agatha.
El agua no se va a acabar
Dios se invento unos aspersores gigantes que tiran el agua que se evapora en el mar para llevarle agua a los justos y a los injustos. La prueba es que donde pasa el ojo del huracan destruye lo que esta mal puesto o irresponsablemente puesto.
La solucion es construir pozos de absorcion para que levante el nivel de las capas freaticas y evitar que los grandes caudales que no recogemos lleguen a los rios y destruyan muchas cosas.

Rosa Chávez dijo...

Como siempre Lucha, mis respetos, que voz la tuya, gracias por ser siempre tan honesta y poner sobre la mesa y frente al espejo rollos que nos cuestionan y le rompen el esquema a la sociedad en que nos toca vivir y resistir y accionar y eso vos lo haces super bien, maltiox alí.

Anónimo dijo...

Solo para comentar que bien dicen que las segundas partes nunca salen buenas. El tal Silvito necesita invocar el nombre de su padre para hacerse publicidad, pues el pobre niño no heredó el talento de su progenitor.