miércoles, 25 de abril de 2012

De amor y de libros

Eran tiempos en que tener treinta años y ser soltera era algo insólito. Pero a ella no le importaba que la vieran raro porque prefería la compañía de un buen libro que soportar a los pretendientes incapaces de sostener una buena plática. Podía pasar su vida sin pareja, trabajando en la escuelita, y ayudando a su madre con su trabajo para que sus hermanos terminaran los estudios. En Zacapa la mayoría de los hombres “estudiados” era porque habían tenido la suerte de entrar a la escuela politécnica. Pero las botas, los rifles y la guerra no eran lo suyo, a menos que vinieran de las páginas de un libro, envueltas en alguna historia apasionante y entretenida. Así que la soltería parecía su único destino. Pero un día, entre el calor y la bruma del pueblo, apareció un patojo tímido, moreno y con los ojos más dulces del mundo. Él acompañaba a su familia a Esquipulas y la casualidad hizo que pararan en su casa un momento. Ella estaba acostada en la hamaca leyendo y de pronto comenzaron a hablar de libros. Dicen que ella le pasó un test de cien preguntas literarias que él respondió con un éxito arrollador. Para todo esto, alguna excusa inventó él para no seguir el viaje a Esquipulas con su familia y pasó la tarde conversando con ella. Nunca más volvieron a separarse. Y los libros a su alrededor, se multiplicaron así como ellos, sus hijos, y ahora sus nietos. Me gusta verlos, casi medio siglo después, compartiendo una gran vida y un gusto exquisito por la literatura, la palabra y el conocimiento. ¡Y eso, queridos lectores, es mi mejor herencia! (La Lucha Libre publicada en elPeriódico el miércoles 25 de abril)

miércoles, 18 de abril de 2012

Terreno fértil



Los campesinos necesitan fertilizantes para que sus cosechas se den galanas y sanas. El gobierno en Guatemala los subsidia entregando químicos que compran a empresas extranjeras a precios sobrevaluados. Llamarada de tusa, ese fertilizante agota en un par de años la tierra dejándola inservible. Además dejan rastros químicos en las verduras que luego consumimos, produciendo daños en nuestra salud. Cada año es igual. Solo este año se gastarán 400 millones de quetzales en comprar dos millones de veneno en saco. ¿Podemos parar esto?

Por otro lado, las municipalidades de todo el país se quejan principalmente de dos cosas: falta de fondos para realizar obras y exceso de basura (casi ninguna, cuenta con un buen sistema de manejo de desechos sólidos). Sería un negocio redondo para las municipalidades convertir su basura orgánica en fertilizante natural. Podrían venderlo y agenciarse de fondos extras. El gobierno central podría comprarles a ellos, los fertilizantes orgánicos y así hacer circular el dinero dentro del país promoviendo el desarrollo rural ecológico. Ya existen varios proyectos que trabajan ese tema y que podrían ser apoyados con parte de esos millones de quetzales que se van a empresas extranjeras. Se pueden hacer fertilizantes con la pulpa del café, con los desechos de los mercados, hasta en una casa pequeña o en un apartamento se puede hacer composta. Pero no, a los dirigentes se les hace más “rentable” favorecer solo a tres empresas en lugar de invertir en soluciones integrales. ¿Cuándo iremos a ser más lógicos?

martes, 10 de abril de 2012

¡Pum! ¡Boom!

País de contrastes de mierda en el que me tocó nacer. A muy pocos kilómetros de la gran metrópoli capitalina se encuentra San Juan Sacatepéquez. Pienso en un guante al derecho y al revés, en esa moneda con dos lados que nunca se ven al mismo tiempo. Busco la noticia en los medios de comunicación y apenas leo cuatro líneas: En el caserío Ajuix, aldea Cerro Alto, San Juan Sacatepéquez, se incendió una fábrica de cohetes. En el siniestro resultaron con quemaduras Anastasia Cubulúc, de 30 años; Mauro Canel, 19; Luis Canel, 17; Graciela Cubulúc, 9, y Yesenia Cubulúc, 2, quienes fueron trasladados al Hospital Roosevelt, informaron los Bomberos Voluntarios.
Estuve en Cerro Alto en el 2007 haciendo un reportaje sobre las pandillas. Conocí al Enano, un salvatrucha con el cuerpo lleno de cicatrices, recuerdo de su paso por las fábricas de pólvora. Era uno de los miles de menores de edad que creció fabricando cohetes, morteros, ametralladoras y demás juegos pirotécnicos que los católicos de este país suelen comprar y quemar para “celebrar”a cada santo. Me pregunto si el Enano seguirá vivo. Dudo que las condiciones para los jóvenes en San Juan, hayan cambiado desde entonces. La cementera sigue imponiendo su presencia a los kaqchikeles del área que preferirían cultivar flores. Los niños no juegan “piedra, papel o tijera”, sino que “crack, cemento o pólvora”. Las patrullas de ciudadanos organizados han tomado el poder del lugar, agudizando la represión y la ingobernabilidad. Y el hospital, el cementerio o la cárcel siguen siendo el único futuro cierto para los niños y niñas del área. ¡Qué pena, estando tan cerca del “desarrollo”!

(Lucha libre publicada en elPeriódico el miércoles 11 de abril del 2012).

martes, 3 de abril de 2012

Vía Crucis pop


Nada como estos días para darle rienda suelta a nuestro culto al sufrimiento. Nada como estos días para darle rienda suelta a nuestro culto a la diversión. La sangre chorrea de las heridas de Cristo, así como el guaro chorrea de las bocas de los veraneantes. En el hombro de los penitentes descansan las imágenes veneradas de la Iglesia Católica, previo a cargar las hieleras rebosantes de cerveza. Devotas sexys y arrepentidas esperan con ansia para estrenar lencería de viuda negra, encajes y tacones, para desfilar en busca de un Cristo que las redima. Las iglesias viven su época de oro y las pescaderías también. En los sitios turísticos se espera con ansia a los veraneantes que dejaran dólares, quetzales o cheques sin fondos, en las arcas de los hoteles y restaurantes. Nadie piensa en el plástico de los doble litros y las bolsas de nylon que llenarán las playas de los mares y los lagos, y viajarán por ríos dejando la huella de este consumismo salvaje y desenfrenado. La gula del carnaval se paga en libras y lonjas que rebosantes salen de los bikinis en busca de un poco de sol. Pero hay que huir del sol, que quema y mata, que vuelve las células sanas en cancerígenas. Huyamos también de las ciudades con sus calles solitarias o sus avenidas rebosantes de nazarenos. Dejemos que una alfombra de jacarandas pinte de lila el gris de la ciudad. Huyamos de las playas con sus promociones 2 x1 y sus bocinas “reguetoneras”. Huyamos al fondo de nuestros abismos, ahí donde llevamos nuestras más tristes procesiones. Y luego regresemos al mundo, resucitados y listos para empezar de nuevo a vivir.