martes, 26 de febrero de 2008

Guate ANARQUIA


Aquí cada quien hace lo que le da la gana. La autoridad no existe. Tiene más poder e influencia en el populacho, Los Tigres del Norte que toda la policía o el ejército nacional juntos.

La semana pasada casi veinte mil habitantes de Sololá exigieron que las autoridades cumplan con su trabajo para mantener la seguridad del pueblo. En el ínterin, acorralaron a la Policía Nacional Civil en su minúscula y sucia sede. Daba risa, miedo y lástima ver a los antimotines, irónicamente amontonados en la estación policial, apunto de ser linchados por los inconformes. ¿Qué podían hacer unos cuantos elementos contra el montón de gente amenazadora y cansada de verlos huevoneando en la patrullas?

Un día después, veintinueve policías fueron secuestrados por pobladores de Lívingston, Izabal. Los tuvieron como rehenes durante casi treinta horas mientras exigían la liberación del líder campesino Ramiro Choc. Ahí estaban los agentes con cara de pollos comprados, todos achicopalados, sin saber como hacer para protegerse del enfurecimiento colectivo.

Y para ponerle la guinda al pastel, en Jutiapa, el narcotraficante, asesino de los diputados salvadoreños, prófugo de la justicia y ex congresista, Manolito Castillo, asumió la alcaldía de dicho departamento, ante la imperturbabilidad de los guatemaltecos. Hubo una pequeña y privada reunión dónde se hizo presente el supuesto delincuente. Le aplaudieron al fugitivo. Afuera de la alcaldía, imagino a los policías comiendo tostadas o chuleando a alguna patoja.

Esta es la tierra de Ripley, “Aunque usted no lo crea”, el lugar ideal para que los patos de todo el mundo le tiren a las escopetas. El país donde todo puede suceder, ante la mirada famélica de los ciudadanos.

(Lucha Libre de mañana miercoles)

lunes, 25 de febrero de 2008

Los penúltimos también parrandean

Con el coleguisima Andres Zepeda en el after del festivalito

Dignificar a las víctimas

Supuestamente ayer se conmemoraba en Guatemala "El día de la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno" creado con el fin de recordar y darle un lugar en la historia a toda la población guatemalteca que sufrió durante 36 años enfrentamiento y represión fraticida.

Fueron pocas las manifestaciones al respecto que se dieron. La misma prensa nacional ignoró el tema, dándole mas espacio e importancia a la entrega de los Oscares en Estados Unidos que a ese tema pendiente que tenemos como guatemaltecos con nuestra historia reciente. Nada ví en mi pueblo, ningún esfuerzo de alcaldes o gobernadores por parar el trajín diario del trabajo para recordar a todos los niños, niñas, mujeres, hombres y ancianos que perdieron la vida dura la guerra interna. Almas que aún no descansan en paz, porque sus historias no están contadas, no han salido a la luz sus huesos amontonados en fosas clandestinas y sus deudos no han visto el nombre de sus seres queridos grabados en el frío mármol de la muerte.

Seguro que este tipo de conmemoraciones le caen mal a algunas personas, he leído comentarios que llaman resentidos a quiénes quieren justicia para sus muertos, y aducen que es gente que busca venganza y que no quiere paz. Es fácil juzgarlos así cuando se pertenece a la clase social poderosa del país, a los que siempre han estado arriba, con la bota sobre los indios y los pobres.

Pienso por ejemplo en H.I.J.O.S, esa asociación que agrupa voluntariamente a los hijos de los desaparecidos y asesinados durante la guerra en Guatemala y que no se cansan de pedir justicia y gritar a los cuatro vientos: No perdonamos, no nos reconciliamos, no olvidamos. Es fácil imaginar por qué tienen esa actitud estos jóvenes que buscan la verdad. Es probable que ellos no tengan una tumba donde llorar a sus muertos, o que tengan baches en sus recuerdos personales al no saber a ciencia cierta que sucedió con sus madres, padres, tíos, abuelos, hijos, hermanos, etc.

Así que con todo mi corazón y solidaridad me uno a las victimas del conflicto armado interno para que sus historias se conozcan, para que no se olvide nunca lo que somos capaces de hacer los guatemaltecos, para que finalmente la paz no sea solo una moneda que vale un chicle.

(Lucha Diaria publicada en elQuetzalteco el martes 26 de febrero del 2008)

Wayeb, el no tiempo


La semana del 18 al 22 de febrero es sagrada para las comunidades mayas descendientes que aún practican el tzolkin, calendario basado en el movimiento del Sol. Mañana se celebra el inicio del año 5 mil 124 y el cargador de este año corresponde al 9 No’j.

El calendario maya es una de las expresiones de la sabiduría vigente en la vida de muchas comunidades guatemaltecas. Por eso, no es extraño que en los cuatro puntos cardinales de Guatemala se realizarán distintas ceremonias y actividades para llevar a buen fin estos días. Los mayas antiguos tenían rituales que practicaban durante este período de tiempo, conocido como “los días sin nombre” o “tiempo fuera de tiempo”.

En el año solar maya existen 18 meses de 20 días cada uno, que dan un total de 360 días. Por lo tanto, estos cinco días más del “mes chiquito” complementan lo que tarda la Tierra en dar la vuelta al Sol.

Según Pedro Díaz, ajq’ijab o guía espiritual tz’utujil, estos cinco días son de transición, momentos de reflexión y agradecimiento. Ellos también pueden dar un pronostico de qué vendrán a partir del comportamiento de los astros y la naturaleza durante el wayeb’.

Este año inició el lunes 18 de febrero (4 E) y concluye hoy (8 Ajmaq), y se celebrará más abiertamente que otros años, ya que en la actualidad existe un proceso de valorización de la cultura maya.

Algunas organizaciones indígenas como Asociación Mujb’ab’ Lyol y Pop No’j han llevado a cabo talleres con comunicadores de radios comunitarias en el que reflexionaron sobre la concepción maya del tiempo. Elaboraron seis cuñas radiales difundidas por las radios comunales, las cuales están a disposición de quienes las deseen utilizar en la dirección: www.popnoj.redmaya.org

El lago recibe el año

Para lograr la “unificación de la sabiduría nacional” cuatro ajq’ijab, designados cargadores del wayeb’, han organizado una serie de ceremonias religiosas que se llevarán a cabo estos días en los cuatro puntos cardinales del lago de Atitlán: San Marcos La Laguna, Panajachel, San Antonio Palopó y San Pedro La Laguna.

La salida del aire (el norte) estará a cargo de Pedro Cruz, de la etnia tz’utujil; donde se oculta el viento (sur), a cargo de Mariano De León, k’iche’; la salida del sol (oriente) es responsabilidad de “Nana Amalia” kaqchikel; y donde se pone el sol (poniente) lo llevará a cabo María Nicolasa, una mujer q’anjob’al. Los “cargadores” deberán pasar en vela los cinco días y las cinco noches del wayeb’.

En estas actividades pueden participar todos gratuitamente, aunque se agradece que la gente lleve ofrendas, como candelas, incienso, tabaco, flores, canela, azúcar, miel, etcétera. También se puede dar dinero en efectivo, ya que en cada una de las ceremonias se gastan unos Q 3 mil en ofrendas, y el material necesario.

Don Pedro también invita a la fiesta que se celebrará el día de Año Nuevo, en que habrá bailes del son de los abuelos, música y marimba. “Es tiempo de danzar, bailar, quitar el óxido. Si la naturaleza tiene derecho a temblar y quitarse de encima lo malo, nosotros también”, concluye.

Para consultar los lugares y horarios de las ceremonias, pueden comunicarse con Tata Pedro: 5007-7843; Tata Mariano: 5527-6146; Nana María 5066-9145; y Nana Amalia 5759-0225.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Mi Tecún Umán


Se ve precioso con su pantaloncito corto con pájaros de colores bordados en las piernas, la faja roja en la cintura y la camisa de vestir. Desentonan los caites con calcetines y la carita blanca blanca como un Tonaituh.
Pero él se siente el más Tecún de los humanos, un hombre de maíz hecho y derecho. Desde hace casi un año practica con su voz de niño a cantar: Tecún Umán, príncipe quiché, héroe nacional.
Cada vez que puede, pide que le cuenten la historia del noble indígena vestido de plumas de Quetzal y capaz de perder la vida por defender el honor y la dignidad de su pueblo. Veo como sus ojitos brillan de orgullo y de curiosidad por conocer más de ese mitológico personaje. “Cóntame más”, me ruega.
Y a mi me da pena, me siento un poco mentirosa, como si este mundo fuera de cigueñas y Santacloses.
Pero, cómo decirle al niño que todo es una metáfora, que las cosas no son tan literales como en los libros de historia nos quieren hacer creer, y que los pájaros no vuelan a posarse a los pechos de los héroes que mueren cada día desangrados en tierra nacional. ¿Cómo contarle que el nahual de Tecún Umán está en extinción y que es más fácil ver un oso polar que un quetzal vivo? ¿Cómo explicarle su patria? Son cosas que él no entiende, que yo tampoco entiendo mucho y que además duelen en la identidad.
Mejor le digo lo guapo que se mira, mi príncipe tz’utujil. El hace como que se chivea, y me recuerda gritando de emoción que hoy hay eclipse lunar. Y como si de una estrella fugaz se tratara, agrega: “Le voy a pedir que defiende las selvas de la basura para que venados, pumas y quetzales bailen el son en paz”.
Y así se aleja soñando en su cumpleaños, mi Tecún Umán.

(Columna Lucha Libre publicada el Día de Tecun Umán, 20 de febrero 2008 en elPeriódico y dedicada a mi hijo Joaquín Arrivillaga que cumple 5 años de vida el 21 de febrero).

martes, 19 de febrero de 2008

Movimientos astrales y más


No hay duda de que hay días más intensos que otros. Tiempos en que la energía parece condensarse o compactarse alrededor de ciertas cosas.
Esta semana por ejemplo pertenece al tiempo que los mayas en su calendario antiguo llamaban Wayeb': el no tiempo, el decimonoveno mes del año, el mes chiquito de cinco días. Así que desde ayer y hasta el viernes 22 de febrero, guías espirituales y ancianos indígenas de los cuatro puntos cardinales se reúnen para hacer ceremonias de agradecimiento, para meditar o para tratar de interpretar las señales del fuego que darán los pronósticos del próximo ciclo anual.
Además en esta semana el miércoles 20 de febrero podremos apreciar un eclipse lunar total. Algo que pocas veces en la vida puede vivirse por lo que yo les recomiendo que se alejen de las luces de la ciudad y busquen un hermoso lugar para apreciar dicho fenómeno. Chicabal por ejemplo, La Muela, Las Georginas, son lugares desde donde el cielo se ven sin duda mas hermoso.
El sábado 23 de febrero, comienza el año nuevo maya. No lo olvide.
Por otro lado el ambiente en el Lago de Atitlán este fin de semana, es inolvidable. Es un imán que atraerá mucha gente pues en Panajachel cerrarán la calle Santander para poner 3 pantallas con puro cine nacional con películas, cortos y documentales. El sábado, los intelectuales y artistas de AGACINE llevaran a cabo un foro sobre la iniciativa de la ley del cine. Viernes y sábado en la noche, la gran estrella de la cinematografía guatemalteca, Marina Palencia dará dos conciertos interpretando los boleros de su próximo disco. Y encima el domingo se realizará una firma de autógrafos para que el público se lleve un poquito de sus artistas favoritos. Y si esto no lo convence. Le cuento que en Panajachel el sábado es fiesta para los niños y niñas también pues se inaugura la primera escuela de títeres de Centroamérica que realizará funciones y talleres gratis ese día para que todos conozcan las instalaciones.
Así que deje que los astros celestes guíen su camino. Y además disfrute de la constelación de artistas nacionales que gravitan en el altiplano guatemalteco.


(Columna Lucha Diaria, publicada en el Quetzalteco el martes 19 de febrero)

viernes, 15 de febrero de 2008

miércoles, 13 de febrero de 2008

Pegando corazones

Un lector me pide que hable de corazones rotos. El suyo es hoy un puñado de chayes tristes. Ya lo dice la canción: Es tan fácil romper un corazón y tan tonto el amor que se deja atrapar por un corazón que no sabe amar.

Pero no se trata de hacerlo sentir peor sino de sacarlo poco a poco de esa tristeza seca que se instala en el alma cuando el corazón se rompe.

Un corazón no tiene sexo, no tiene edad, tampoco memoria pasada, pero es tan frágil como una cáscara de huevo en manos de un niño torpe. ¿Es más doloroso el golpe del primer desamor que las siguientes rupturas? ¿Es peor la decepción si fue un amor secreto y ni siquiera puede compartirse con amigos?

Pasemos al primer paso para salir de esta situación: cuando llega el dolor del desamor no hay que dejarse seducir por el papel de víctima. Es mejor dejarse arrastrar por los amigos a los bares. Decir que si a los paseos a cantinas, explorar las tiendas de barrio, visitar los bares de Antigua, ir a todos los afters de Pana. Un clavo siempre saca otro clavo. Lo que se intenta es ahogar desesperadamente el recuerdo, no empecinarse en buscar olores o recrear miradas hirientes.

También sirve aferrarse fuertemente a algo; meterse a un curso de cine, clavarse en aprender un idioma, decidirse a bailar salsa mejor que nadie. Aconsejo escoger una canción para cantar a gritos en soledad, un himno para explotar un volcán.

Y luego cuando las cicatrices empiecen a secar recomiendo exorcizar por fin el desamor; volver al sujeto canción, poema o cuento. Convertirlo en recuerdo y ponerle un final alegre a la historia. Para celebrar vete a bailar que está sonando I will survive, y la fiesta aún no se acaba. Afuera está lleno de flores y pájaros que saben que para acoplarse y aparearse no se necesitan primaveras.

(Columna Lucha Libre de elperiodico, miercoles 13 de febrero) Y dedicada a JC Pensamiento.

lunes, 11 de febrero de 2008

Guate eXtrema

Guatemala se cuela siempre en los noticieros de todo el mundo. Lástima que casi siempre es por los extremos a los que llega: extrema pobreza, violencia extrema. Y encima la impunidad total.
Aquí la vida de un ser humano no vale nada. Nos matan por ser mujeres, por ser mareros, por ser pilotos, por hijo’eputas y por diputados, por estudiantes, por inocentes, por error y hasta por placer.
Pero también por ser indígenas. Durante los años del conflicto armado, en más de una ocasión, sobre todo en el triángulo ixil en Quiché se dieron casos concretos de genocidio. Lo escuché de boca de los sobrevivientes, he visto como cubren todo con su tristeza y su búsqueda de justicia. He llorado al leer los casos ilustrativos de genocidio en Memoria del Silencio. He sentido el olor de la muerte en ambiente, he visto cómo las osamentas en Comalapa gritan su muerte. He caminado por los campos de concentración que en Guate tomaban el nombre de “aldeas modelo” o “polos de desarrollo”. Lo hice en Petén y en Quiché. En Acul, un anciano me contó cuando quemaron su primer hogar y como logró recuperar las tejas de aquella vivienda para usarlas en las casas que el ejército les dio con el fin de reubicarlos.
No quiero que el pasado se repita y me enferma la indiferencia con que la Corte de Constitucionalidad Guatemalteca resolvió en diciembre pasado a favor del general retirado Ángel Aníbal Guevara, del coronel Germán Chupina y los generales Efraín Ríos Montt, Oscar Mejía y Benedicto Lucas, además de los civiles Pedro García y Donaldo Alvarez, acusados de genocidio, torturas y terrorismo de Estado.
Lamentablemente nuestro “máximo tribunal de justicia” dijo que España no era competente para llevar a cabo el juicio por estos hechos y anuló el proceso que había abierto el juez Santiago Pedraz. Sin embargo, los tribunales de la Audiencia Nacional madrileña continúan con este caso iniciado a raíz de la denuncia de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú puso en 1999.
Lástima la falta de madurez que muestran las autoridades guatemaltecas para juzgar este hecho. Y por lo visto la violencia y la muerte seguirán enlutándonos cada día y seguiremos sin aprender del pasado.
(Lucha Diaria del martes 12 febrero del 2008 publicada en elQuetzalteco)

martes, 5 de febrero de 2008

Liebres de tinta

Los libros como las liebres saltan libres entre los estantes. Nada esta escrito del destino de, por ejemplo, un hermoso volumen de Rayuela, desgastado en el capitulo ocho, rayado donde las palabras golpean el corazón y casi virgen en la parte del prólogo y la introducción.
Algunos libros van de casa en casa, corren de un movido morral a una polvorienta biblioteca, se cuelan en las maletas, se olvidan en las bancas de los parques, viajan en aviones, se cambian en cafeterías de viajero, se donan a una escuela o se guardan entre los tesoros mas queridos.
Los libros llevan palabras, historias, se impregnan de olores lejanos y son un ojo ajeno de otras vidas, otros tiempos. Algunos guardan suspiros, lágrimas, risas o saben a infidelidades.
A veces un libro –sobre todo de los más viejitos- aprisiona entre sus hojas pétalos de rosa o dedicatorias impertinentes, capaces de saltar 30 o 50 años después ante los ojos de una nieta sonrojada.
Otras veces un libro, no como liebre si no como gato, se aleja sin despedirse por los tejados en una noche loca. Lo buscamos por todas partes, debajo de los sillones y las almohadas, lo lloramos durante algún tiempo y lo extrañamos cada que vez que escuchamos su nombre. Pasan los años y justo cuando crees que lo has superado, regresan como si nada a posarse en un estante, empolvados, desojados pero llenos de vida.
Cada uno es impredecible; los hay inocentes, culpables, promiscuos, eternos como el Quijote, irreverentes como un evangelio según Jesucristo, sesudos como el Tractatus lógico-philosophicus, eróticos y adolescentes como las edades de Lulú, ácidos y divertidos cómo la conjura de los necios, obsesivos como ella imagina, impenetrables como tres tristes tigres.
La próxima vez que un gato o una liebre se atreviese en su camino, sígalo y lea un libro.

(Lucha Libre del miércoles 8 de febrero en elPeriódico)

lunes, 4 de febrero de 2008

Recordando a Kabrakan

De esto yo no recuerdo nada. Hace treinta dos años, apenas era una recién nacida a la que sólo le interesaba la cercanía del pecho de mi madre. No entendía porque los gritos de mis hermanas, ni los pasos acelerados, la oscuridad repentina, los aullidos de los animales, ni el movimiento prolongado de la tierra. No me interesaban las razones que tenían mis padres para llenar cubos de agua y decidirse a acampar al aire libre, en una cancha de fútbol en la zona cinco de la ciudad capital.
Era la madrugada del 4 de febrero de 1976, cuando Guatemala fue sacudida por un terremoto de 7.6 grados en la escala de Richter.
El espíritu de Kabrakan dejó un total de 23 mil muertos y casi 76 mil heridos. Un gato que se despereza y en ese movimiento bota todo lo que no es firme sobre él, así lo sintieron algunos. Cuarenta y nueve segundos duró el sismo que impactó a todo el país y que causó destrucción equivalente a la explosión de dos mil toneladas de dinamita. ¡Agradezco no tener memoria del sufrimiento y la incertidumbre de esos días!
Casitas de cartón cayendo como un dominó imparable. Gente que no tenía nada que perder, perdiéndolo todo en un segundo.
Sin embargo, muchos recuerdan esos días como esperanzadores por la cantidad de civiles, bomberos, ejército, jóvenes que se organizaban voluntaria y rápidamente en brigadas de rescate. Azadones, palas, piochas comenzaron a moverse para lograr rescatar sobrevivientes que entre las ruinas, las piedras, el adobe y los hierros retorcidos necesitaran de auxilio. La solidaridad fue total.
De ese terremoto con el que me dió la bienvenida la vida, guardo un morboso placer por los movimientos de la tierra, esos temblores que nacen directamente de mi inconsciente y me recuerdan de una sacudida breve lo vulnerable que soy como especie, lo frágil de la estructura que me rodea y de las sociedad de cristal en la que vivo.
Kabrakán, el semi dios maya quiche al que se le atribuyen los movimientos de la tierra sólo está dormido.
¿Estamos preparados para cuando vuelva a despertar?

(Columna Lucha Diaria de el Quetzalteco 5 de febrero 2008)