miércoles, 28 de agosto de 2013

La élite y la bota

Todo el día escuchando helicópteros en el cielo. Camino en el centro de Antigua Guatemala entre soldados, guardaespaldas y policías. Armas por todos lados, carros de doble tracción y polarizados, escopetas al desnudo. Corbatas, sacos y zapatos lustrados. Hombres armados viéndoles el culo a todas las mujeres que les pasan por delante. A todo pistoludo le caería bien un curso de urbanidad, buenos modales y un intensivo de Derechos Humanos. Leo en las noticias que se trata de una reunión del sector bancario. La “crema y nata” del poder económico en Guatemala son atendidos en persona por el presidente. Claro que los ricos no necesitan parar carreteras ni bloquear tráfico para poder platicar con Tito, ellos tienen sus propias medidas de hecho. Mientras veo todo ese movimiento inusual de pisto y armas, no dejo de pensar en el reportaje de Martín Rodríguez “Los militares y la élite, la alianza que ganó la guerra” publicado recientemente en Plaza Pública. Poco ha cambiado desde los años ochenta, los presidentes siguen siendo los vasallos de la élite económica, no gobiernan nunca para el pueblo que los eligió sino que para quedar bien con los financistas. Un antiguo pacto con el diablo que nos tiene permanentemente entre el limbo y el infierno. En el cielo, otro helicóptero sobrevuela. ¿Qué negocios se cocerán allá arriba? Si en los ochenta, la élite prestaba sus propias avionetas para trasladar militares y lanzar bombas en el área Ixil, ahora ¿qué servicios prestarán para lograr desalojos en sus fincas, contratos millonarios o derechos de explotación de los recursos? Tal vez no quiero saber. (Lucha Libe publicada hoy en en elPeriódico de Guatemala)

miércoles, 21 de agosto de 2013

No les interesa

En la aldea San Juan del Obispo del municipio de Antigua Guatemala, desde hace medio siglo, funciona la Biblioteca Luis de Lión. Es un espacio mínimo, donde ya no caben los libros, ni tampoco los mil niños y niñas que llegan mensualmente desde las aldeas cercanas a estudiar. El local se ha quedado pequeño. Mayarí de León dirige la Casa Museo Luis de Lión y una academia comunitaria de formación artística en marimba, violín, solfeo, teatro, dibujo y pintura. Mayarí y un montón de jovencitos locales gestionaron un espacio más grande para la biblioteca. Tiene los planos, y una promesa de donación de la Fundación Riecken para la construcción del edificio, mobiliario, libros, tecnología y capacitación del personal. Solicitaron un terreno abandonado en San Juan el Obispo a un costado de la escuela primaria. Aun así, el lunes, justamente en el aniversario del nacimiento del escritor Luis de Lión y de la creación de la biblioteca, Mayarí recibió una copia del acta del Concejo Municipal de La Antigua Guatemala donde le dicen, “por el momento no les interesa invertir en el proyecto”. No entiendo. No costará un solo centavo a las arcas municipales (el terreno seguiría siendo municipal) y los beneficios son indiscutibles. Eso, sin mencionar que el Estado guatemalteco reconoció su culpa en la desa-parición del escritor y acordó, entre otras cosas, la construcción de un centro cultural. El Concejo les ha negado incluso una audiencia y con ello violenta el Derecho a la Educación de los niños y niñas. Si a usted también le indigna: ¡Escriba, llame, manifiéstese!

miércoles, 14 de agosto de 2013

Suciedad social

No sé de donde salió el término “limpieza social” pero implica una gran carga inmoral. Se limpia lo que está sucio. ¿Quién es el pulcro e inmaculado que decide quién es el bueno y quién es el malo? Desde luego no es un juez capacitado por medio de un proceso judicial. ¿Y quiénes son los sucios? No son los que roban millones de quetzales al Estado. No son los ladrones de cuello blanco y corbata. No son los que con su voracidad y ambición desvían ríos para sus fincas o fábricas. No son los que evaden impuestos. No son los que pagan salarios de mierda. No son los que imponen cementeras o minas a las comunidades. No son los que se enriquecen a través de la trata de seres humanos, armas o con el narcotráfico. No son los que aprovechan las enfermedades para lucrar inmoralmente con la salud. No. Esa gente ocupa puestos en el congreso, dirige Ministerios, son cabeza de iglesias, “gente bien”. La limpieza social se infringe directamente a los adolescentes de las áreas marginales, jóvenes de escasos recursos sin oportunidades. ¡Matémoslos, prendámosles fuego! parece escucharse por todos lados. Un país religioso trabado en el viejo testamento, en el Dios vengativo e iracundo, un país que se regocija ante la muerte del pinche ladrón de celular y defiende al genocida, celebra el linchamiento y se escandaliza ante la píldora del día siguiente. Un país con el corazón y la mente sucia. Hace falta limpieza pero de nuestros sentimientos. Sacar la mugre de la violencia, el egoísmo, el racismo y la injusticia… para empezar. (LUcha Libre publicada el miércoles 14 de agosto en el 2013 en elPeriódico).

martes, 6 de agosto de 2013

El buen malcriado

Contesté el teléfono y la voz cortada de mi amiga y colega Claudia Navas me dio la triste noticia de que el Bolo Flores había muerto. Pensé en su hija Alejandra, en su nieto Marco Antonio y en él, en su sonrisa. No pensé en sus libros, ni en su poesía, pensé en lo que su sola existencia marcó mi vida y la de tantos más. Como muchos, lo recuerdo de sus talleres de poesía y cuento en la Biblioteca Nacional cuando recién regresaba del exilio. Mi cariño y agradecimiento por él nació cuando balanceó con sus palabras, la arrastrada que me dieron mis compañeros del taller cuando leí mi primer texto en público. Lo recuerdo animándome a seguir escribiendo. Y le agradezco que fue en su Revista Ermita donde vi impreso mi primer relato. Cuando en el año 2006 finalmente le concedieron el Premio Nacional de Literatura, me alegró tanto verlo emberrinchado en no pararse a recibir el premio, en cruzar los brazos y no dar discurso de agradecimiento, y tengo esa imagen grabada: el homenajeado sentado en su silla con el nieto en las piernas, y del cuello del niño, pendiendo la medalla literaria como juguete nuevo. Malcriado como en sus libros, irreverente, crítico y lleno de ternura, lo recuerdo también sentado en el suelo con su nieto, viendo el show de Panchorizo en el zoológico, riendo. Me veo con la Navas y él, almorzando, platicando, llegando a su casa; anonadas en su templo de libros y sabiduría. La última vez que lo entrevisté fue en la FILGUA del 2011, lo noté cansado y aburrido. Se fue el hombre pero vive el escritor. ¡A leerlo pues!