martes, 27 de septiembre de 2011

#Vivasgt


Recientemente fue noticia el uso de las redes sociales para cometer fechorías en el caso de unas jóvenes asesinadas luego de haber sido contactadas por Internet. La manera con que fue tratada esa noticia y muchas relativas a los asesinatos de mujeres en poco ayudan a frenarlos, ya que a menudo sólo refuerzan estereotipos. En el siglo XIX todo lo malo que sucedía era culpa de la imprenta, en el siglo XX de la televisión y ahora en el siglo XXI dicen que nuestras monstruosidades se gestan en el Internet. La mayoría de los casos de femicidio que saltan a los medios, se pierden en detalles inútiles y ocultan el contexto tan importante para entender y frenar estos delitos. La mayor parte de las investigaciones se centran en la víctima, que si usaba mini falda, que si andaba de noche en la calle, que si era la esposa perfecta, que si su madre la descuidó por irse a trabajar, que si aceptaba desconocidos en Facebook. Es el colmo de la ceguera y la estupidez humana, culpar a la víctima y olvidar al criminal. Veamos al victimario ¿Cuáles son sus valores, qué religión profesa, quiénes son sus modelos a seguir? ¿Cómo podemos convivir con hombres que por X o Y circunstancias se consideran con el poder de tomar la vida de las mujeres y tratarlas como costilla de res?¿Cómo una sociedad permite la impunidad sistemática en el caso de niñas secuestradas, violadas, torturadas y descuartizadas? Según cifras escalofriantes del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), en lo que va del 2011, 68 mujeres, en su mayoría entre los 13 y los 25 años, han sido desmembradas y descuartizadas en Guatemala. ¿Qué tipo de hombre hace eso y siente placer al hacerlo? El secuestro y tortura son medidas de control coercitivo que suelen aplicarse a quienes se consideran inferiores. ¿Y cuál es el sistema más antiguo de reproducción de estereotipos y de la creencia de la mujer como “complemento” o costilla del hombre? En mi opinión es la sociedad patriarcal, la iglesia y las religiones que siguen subordinando, disminuyendo y estereotipando la figura de la mujer buena y la mala. Este tema no termina aquí. #vivasgt

martes, 20 de septiembre de 2011

Ese cristal


Entre mis múltiples personalidades, las que más andan en lucha constante de ideales son la optimista y la pesimista. Se la pasan peleando por un vaso con agua, que si una tiene tanta sed que no le alcanza con tan poco, que si la otra opina que al menos hay algo de líquido vital para irla pasando. Y claro, llega el momento de sentarme a escribir la columna y ellas empiezan de nuevo con sus diatribas constantes: que si la gente necesita leer la realidad sin que le doren la píldora (nunca entendí el dicho pero…) que lo que Guate necesita es optimismo. Que si los budistas dicen que hay que tener la mente positiva, que si Sartre, que si la teoría cuántica, que si la ley de las atracciones. En fin, mi mente suele ser un caos de pensamiento, y mi existencia es sólo un vaivén, un subibaja constante de alegrías y tristezas, de estados de humor. Soy un poco como mi país; más patria que matria, llena de volcanes y valles, desiertos y selvas, con lagunas (mentales), cataratas y océanos. También con temblores, de vez en cuando terremotos y muchos y seguidos desastres naturales. Compararme con Guatemala me hace sentir bien pero también me hace sentir mal. Veo el potencial adentro pero también veo los vicios, los pecados, los defectos, lo que hace falta por arreglar, por componer.
Como sociedad y como país hemos tocado fondo, es difícil pensar en una situación más patética que tener de jefe máximo de Estado a un genocida o un loquito. Pero quizá ese llegar al fondo de nosotros mismos, esa crisis, ese caos, nos sirva para algo bueno, quizá nos dé el impulso necesario, la fuerza para levantarnos y sacudirnos la modorra cívica que nos impide ser el gran país que podríamos llegar a ser.
Todo depende del cristal con que se ve. Ahí están, el microscopio para vernos como gérmenes o el telescopio para expandirnos como estrellas.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Las guatemaltecas en la política


Este artículo se enmarca dentro del proyecto América Latina en perspectiva de género II, que se realiza con el apoyo del C3, la unidad regional de análisis de la comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) de Colombia, en asociación con el área de género de la FES GENERO y la Asociación Civil Artemisa Comunicación en Argentina.

Las elecciones del próximo domingo 11 de septiembre en Guatemala tienen la mayor participación de mujeres en puestos altos en toda la historia del país. Pero la lucha por la igualdad de derechos ante la ley, aún tiene un camino largo por recorrer.

Alguna vez, de pequeña, soñé con ser presidenta, esto fue mucho antes de que el periodismo me ganara las ganas. En la historia de Guatemala nunca hemos tenido una presidenta dirigiendo el país, y eso que hemos probado de todo; nos han dirigido empresarios, abogados, pastores evangélicos pero sobre todo militares. Cuarenta y siete hombres en 190 años de vida democrática se han sentado en la silla presidencial intentando dirigir este país. Ni una sola mujer.

Las mujeres guatemaltecas fuimos consideradas ciudadanas con derecho al voto hasta el año de 1945 si sabíamos leer y escribir. En 1965 se extendió este derecho a las mujeres analfabetas. Así que la historia de nuestra injerencia política es relativamente nueva. Al constituir la mitad de la población guatemalteca, hemos construido hombro con hombro este país, aunque eso no se refleja en que tengamos igualdad de condiciones y oportunidades.

Para ejemplificar esto, basta con dar a conocer algunas cifras; las niñas indígenas en Guatemala son las últimas en la fila de los más pobres y más excluidos. La deserción escolar en niñas es de un 52% en el área urbana y un 81% en las comunidades rurales. De 100 niñas que entran a la escuela, sólo 17 completan la educación primaria y en las zonas rurales 66 niñas de 100, dejan de estudiar antes de terminar tercer grado primaria.

Su destino no tiene lugar a dudas: les toca el trabajo de casa, ayudar en las labores domésticas, cuidar a los hermanitos, hacer las tortillas, ir a traer leña, hacer el fuego y casarse a muy corta edad. Y en el peor o mejor de los casos, integrar el ejército de empleadas domésticas, casi esclavas, que al día de hoy se encuentran fuera del código de trabajo y de los beneficios que esto conlleva.

Somos las guatemaltecas, quienes además tenemos la tasa más alta de embarazos en adolescentes en toda Latinoamérica y además nos matan como a moscas. 98 de cada 100 asesinatos de mujeres quedan en la impunidad. ¿Será esta una razón para votar por más mujeres en la política?

2011: ¡El año de las mujeres en las urnas!

Las elecciones del próximo 11 de septiembre pasarán a la historia política guatemalteca por ser las candidatas quienes acapararon las noticias. Nunca antes en la historia política del país tantas mujeres optaron al puesto de presidenta y vicepresidenta. Tenemos además un dato curioso: por primera vez, el padrón electoral guatemalteco es mayoritariamente femenino: 51% son mujeres y 49% son hombres.

Todo el mundo esperaría que esta mayoría de mujeres se viera reflejada a la hora de ejercer los votos, y que por primera vez en la historia del país, tuviéramos muchas mujeres en puestos políticos. Sin embargo, el 85.5% del total de candidaturas está conformado por hombres, mientras que sólo 14.5% está conformado por mujeres.

Pero quiénes son estas mujeres y ¿qué representan en el imaginario colectivo? Comencemos con una de las diputadas que más ha trabajado por los derechos de las féminas, ella es Zury Ríos, con 15 años en el Congreso y el karma de ser hija de Efraín Ríos Montt, acusado de genocida en Guatemala.

Sin embargo, a pesar de ese pasado genético que pesa sobre su trabajo ha sido la responsable de: la Iniciativa que dispone aprobar la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra la Mujer, la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas y la Ley para la Maternidad Saludable entre otras, además de ser defensora e impulsora de la Ley de Desarrollo Social, por medio de la cual se establece por primera vez en la historia del país, la educación para la salud, planificación familiar y atención especial a grupos vulnerables, enfatizando la lucha contra la mortalidad materno-infantil.

A pesar de ese brillante curriculum y de ser una mujer sumamente inteligente y audaz en la política, no ha podido con el peso de su padre sobre sus espaldas. Y en estas elecciones, optó por no continuar en la Legislatura para el próximo período, algo incomprensible, ya que es una mujer que ha destacado como diputada.

Nineth Montenegro, es otra de las diputadas con mayor credibilidad en el país y quien seguramente podría ser una candidata ideal para el puesto de presidenta. Sin embargo, ella ha optado por seguir su trabajo en el legislativo y dejar a un hombre (el pastor evángelico Harold Caballeros), en el puesto para presidente.

Bruja, vieja y fea


Pero todo este boom de mujeres candidatas a presidentas nació cuando la ex primera dama Sandra Torres, en ese tiempo esposa del presidente Álvaro Colom del partido oficial Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), intentó inscribirse como candidata a la presidencia, aun cuando la legislación guatemalteca lo prohíbe. Su movida política fue optar al divorcio, lo que le valió la animadversión de los guatemaltecos.

Nunca antes una mujer ha sido tan odiada y repudiada en los medios de comunicación guatemaltecos; ha sido insultada y de ella se ha dicho que es bruja, vieja y fea. Poco se habló de los desvíos de fondos o nepotismo en su gestión al frente de los Programas Sociales. La discusión se quedó en lo que ella representa en el imaginario colectivo guatemalteco; una mujer dura y fuerte que domina a su marido.

Con el ánimo de hacer un contrapeso a Sandra Torres, el alcalde capitalino y expresidente de Guatemala, Álvaro Arzú Irigoyen, decidió enviar a su esposa a las elecciones, lanzando a Patricia de Arzú como candidata por el partido Unionista. Esta mujer representa mejor que nadie el lado opuesto de Sandra; es la esposa sumisa por excelencia, una mujer sin independencia que se niega a dar entrevistas si no es acompañada de su esposo, y cuya su mayor virtud es hacer alarde del apoyo divino de Dios. De Arzú ha manifestado en púbico que los homosexuales son aberraciones y que sólo la familia unida puede salvar al país.

A pesar de esos pensamientos retrógrados, en las últimas encuestas tiene casi 3 puntos porcentuales de intención de voto más que Rigoberta Menchú, la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz (1992), una mujer indígena con 22 doctorados honoris causa, un Premio Príncipe de Asturias y embajadora de buena voluntad de la ONU. Ella se presenta por el Frente Amplio, único partido de izquierda que compite en estas elecciones. Sin embargo, sus posibilidades de llegar a la presidencia son nulas.

Los chistes racistas alrededor de Rigoberta Menchú son tantos y tan abusivos que en el año 2005 logró la primera condena judicial por discriminación racial en Guatemala.

En ese ánimo de lanzar candidatas mujeres al puesto de presidenta, se encuentra Adela de Torrebiarte con el partido ADN, conocida por su trabajo al frente de la organización Madres Angustiada y por su trabajo como Ministra de Gobernación en el gobierno de Oscar Berger. Sin embargo, tampoco es una mujer que genere simpatías entre la población.

Para los puestos de vicepresidenta se encuentran en orden de popularidad, Roxana Baldetti por el Partido Patriota (de derecha) quien acompaña a Otto Pérez Molina acusado de genocidio; Raquel Blandón, ex primera dama (1988-1991) al lado de Manuel Baldizón, con presuntos nexos con el narcotráfico y quien hace alarde de que instaurará la pena de muerte en Guatemala; y la abogada indígena Petrona Reyes, vicepresidenciable por el partido CREO y de quien el mismo candidato a presidente, Eduardo Suger, ha manifestado que sus amigos lo molestan de que ya consiguió cocinera, por ser ella indígena y portar traje típico, a pesar de ser académica y catedrática de una universidad.

Así que a pesar de que tantas mujeres optan por cargos importantes en la política nacional, la participación de las mujeres en políticia sigue siendo dramática y más si hablamos de los gobiernos locales, ya que en Guatemala, ocupamos el último lugar de la región con tan sólo 2.7% de participación de mujeres al puesto de alcaldesas.

Ya podemos ir pensando que es justo desear más mujeres en la política. Para lo cual es indispensable y necesario reformar el Artículo 212 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, donde se establecen las cuotas de participación para las mujeres, y así lograr mayores niveles de incidencia política en los planes, estrategias y en la toma de decisiones de los y las guatemaltecas.

Otra cuestión a trabajar es la formación y conciencia de género de las mujeres, para que no sean 'puestas' por sus maridos o compañeros del partido y ocupen lugares reproduciendo modelos masculinos.

Es posible que el machismo en Guatemala, mantenga lejos la posibilidad de que tengamos una mujer presidenta, pero al menos en el imaginario colectivo, ya podríamos empezar a soñar con que esto sea posible.

Más información:

• Revista feminista La Cuerda, con análisis coyunturales con enfoque de género.

• Mirador electoral: 'Más mujeres, mejor política'.

• Evolución política de la mujer en Guatemala, artículo de análisis.

*Este artículo se enmarca dentro del proyecto América Latina en perspectiva de género II, que se realiza con el apoyo del C3, la unidad regional de análisis de la comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) de Colombia, en asociación con el área de género de la FES GENERO y la Asociación Civil Artemisa Comunicación en Argentina.

Con él, buscamos producir y difundir notas de autor(a), con enfoque de género, de 15 países de América Latina. Para eso contactaremos a 15 periodistas de distintos países del continente para que relaten con personalidad y sensibilidad un aspecto de lo que sucede en sus países.

martes, 13 de septiembre de 2011

Crónica de un día circense

Cuando hay circo en el pueblo no me lo pierdo. Así que el domingo recién pasado me bañé, me puse mi mejor güipil y me acicalé como es debido. Llegué retro con cédula en mano, lista y dispuesta para ejercitarme cínicamente. Nadie me ofreció acarrearme ni comprar mi voto. Lástima, hubiera aceptado aunque sea unas chelas pues sé que el voto es secreto e íntimo y que los mañosos que intentan estos trucos, se merecen que los timen.
La Escuela Central de Panajachel estaba llenísima. Aguanté tres horas de cola sin alegar y me arrepentí de no haber llevado algún libro de Monteforte Toledo para celebrar su siglo. Me entretuve platicando con los vecinos y escuchando los éxitos de Roberto Carlos que sonaban distorsionados por el exceso de volumen. Hubiera preferido una marimba para enaltecer el espíritu cívico pero nadie me preguntó.
En el centro de votación estaban todos los rostros que de noche me espantan bajo sus capuchas y que de día me sonríen desde los postes. ¡Qué feos se miraban sin Photoshop los del circo político local!
Confieso que frente a las cinco papeletas me angustié un poco, pero puse a trabajar mi corazón y mi razón para marcar cada una con lo que consideré correcto. Seguí los consejos de JPDardón e intenté votar cruzada (con tequila y quezalteca). A tres mujeres les di mi voto de confianza. Ejercité mi sagrado derecho a la libertad de expresión, dejando una pequeña dedicatoria para la mara (nunca mejor usada dicha palabra) del Parlacen. Cualquiera que me hubiera visto, se habría sorprendido de mi seriedad, como si de verdad sirviera de algo mi entusiasmo y responsabilidad.
Lo único que lamento es que la señorita del TSE no haya querido pintarme con su tinta invisible (aunque ella aseguraba que era indeleble) el dedo medio de la mano, que fue el que yo le sugerí.
Ni modo, la democracia y sus asuntos de forma.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La vida después del 11–S

Vamos de lo más campantes hacia una catástrofe anunciada disfrazada de fiesta cívica. Somos los indignados pasivos.

Contamos los días para salir de la terrible incertidumbre de si el próximo presidente será un derechista radical o un derechista extremo. ¿Irá a fomentar la limpieza social o la pena de muerte? ¿Robará descaradamente o solo desviará fondos del Estado? ¿Regalará los tesoros que nos quedan o solo los dará en concesión? ¿Seguirá usando morral en actos públicos, el candidato electo? Estas y otras preguntas desaparecerán pronto cuando todos volvamos a los temas de siempre. Terminando las elecciones del 11 de septiembre nos imbuiremos de nuevo en nuestra cotidianidad, la Navidad nos caerá encima con su cuenta regresiva y estaremos de nuevo en nuestro papel de eternos consumidores. ¿Cuál de los siniestros personajes que hoy nos prometen el cielo y las estrellas seguirá recorriendo los pueblos del país?

¿Qué partido político recogerá su basura y la reciclará o reusará? ¿Cuántas casas para desalojados podrían haberse construido con el dinero que se gastó imprimiendo rostros feos en mantas vinílicas? Seremos muchos los que agradeceremos dejar atrás el tema de los políticos corruptos y sus triquiñuelas para ganar adeptos. Me aburre tanto bla-bla-bla. Estoy cansada de hablar, analizar y pensar el tema de las elecciones y nuestro futuro próximo. Tanta platicadera no me ha dado respuestas, solo alimenta mis dudas. Dudas sanas que intento mantener activas para no dejar que algún fundamentalismo anide en mí y me impida razonar con cordura. El presidente, el vice, los alcaldes y los diputados son importantes para el país, pero no son los únicos que pueden hacer algo. Ustedes saben bien de qué hablo. ¡Sí, ustedes!