Vamos de lo más campantes hacia una catástrofe anunciada disfrazada de fiesta cívica. Somos los indignados pasivos.
Contamos los días para salir de la terrible incertidumbre de si el próximo presidente será un derechista radical o un derechista extremo. ¿Irá a fomentar la limpieza social o la pena de muerte? ¿Robará descaradamente o solo desviará fondos del Estado? ¿Regalará los tesoros que nos quedan o solo los dará en concesión? ¿Seguirá usando morral en actos públicos, el candidato electo? Estas y otras preguntas desaparecerán pronto cuando todos volvamos a los temas de siempre. Terminando las elecciones del 11 de septiembre nos imbuiremos de nuevo en nuestra cotidianidad, la Navidad nos caerá encima con su cuenta regresiva y estaremos de nuevo en nuestro papel de eternos consumidores. ¿Cuál de los siniestros personajes que hoy nos prometen el cielo y las estrellas seguirá recorriendo los pueblos del país?
¿Qué partido político recogerá su basura y la reciclará o reusará? ¿Cuántas casas para desalojados podrían haberse construido con el dinero que se gastó imprimiendo rostros feos en mantas vinílicas? Seremos muchos los que agradeceremos dejar atrás el tema de los políticos corruptos y sus triquiñuelas para ganar adeptos. Me aburre tanto bla-bla-bla. Estoy cansada de hablar, analizar y pensar el tema de las elecciones y nuestro futuro próximo. Tanta platicadera no me ha dado respuestas, solo alimenta mis dudas. Dudas sanas que intento mantener activas para no dejar que algún fundamentalismo anide en mí y me impida razonar con cordura. El presidente, el vice, los alcaldes y los diputados son importantes para el país, pero no son los únicos que pueden hacer algo. Ustedes saben bien de qué hablo. ¡Sí, ustedes!
1 comentario:
La única basura que esos malnacidos reciclarán, serán sus funcionarios.
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