miércoles, 28 de mayo de 2014

La Puya

La tranquilidad para los habitantes de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc (a 28 kilómetros al noreste de la capital) se terminó hace más de dos años cuando comenzaron a pasar camiones y maquinaria pesada por ahí. Por más que pidieron información de lo que pasaba, nadie les decía nada. Hasta que un día, una valiente mujer se plantó sola frente a una excavadora de varias toneladas para no dejarla pasar. Con su pequeña presencia logró frenar la maquinaria y así nació el movimiento llamado Frente Norte del Área Metropolitana Pueblos en Resistencia (FRENAM) conocido también como La Puya, con el objetivo de demandar que se cumplan las leyes que obligan a realizar una consulta comunitaria antes de que una minera empiece a trabajar. Desde marzo del 2012, el pueblo se organizó (nadie los manipula) en su legítimo derecho bloqueando la entrada a la mina de oro El Tambor o Progreso VII Derivada, subsidiaria de la canadiense Radius Explorations Ltd. Un dato curioso: el actual Gerente de Exploraciones Mineras de Guatemala, S. A., Exmingua (a cargo de explorar agresivamente El Tambor) era el Director General de Minería cuando se aprobaron las 12 licencias de exploración para evaluar el subsuelo de un área de 107 mil 072 hectáreas, ¡equivalente al uno por ciento del territorio nacional! Desde hace varios días más de 30 patrullas de la PNC y casi 200 elementos de distintas comisarías se encuentran exclusivamente dedicadas a proteger la maquinaria de una industria nociva y abusiva que atenta, amenaza y reprime a guatemaltecos pobres, valientes y seguros de sus derechos. ¿No me cree? ¡Dese una vuelta por ahí! @liberalucha

martes, 20 de mayo de 2014

El primer golpe

Ojos color tristeza, mirada anclada en el maltrato, Mónica Casco tiene veinticinco años y ya tuvo que decidir entre su vida y la del victimario, ya dió dos vidas y quitó una. Sus manos están manchadas de sangre, ya se enfrentó al machismo asesino del sistema, a la misoginia encarnada en la furia de un esposo maltratador. Mónica estuvo presa por defenderse del padre de sus hijos quien durante casi cinco años la violentó tanto que ya tenía un caso avanzado en el juzgado de Femicidio. La última vez que él intentó hacerle daño, borracho como siempre, todo terminó diferente. “Me dijo: aquí nos vamos a morir todos. Caí encima de mi bebé, lo estaba aplastando. Agarro el cuchillo, yo gritaba para que los vecinos oyeran, me quería cortar las manos, pero el cuchillo no servía para cortar, se acercó al bebé y le gritó que se callara y cuando lo quería agarrar yo sin pensar me fui sobre él.” Mónica estuvo en medio de un proceso judicial por más de un año. Un tribunal la condenó a cuatro años de prisión por homicidio en estado de emoción violenta. La familia del difunto apeló la condena y exigen un pago por reparación digna. En medio de tanta tragedia, una luz se abrió para Mónica, el caso se dio a conocer en las redes sociales, y un grupo de mujeres solidarias organizaron una colecta de dinero para apoyarla a pagar la fianza, los gastos de abogados y lo más importante; para que pueda cuidar de sus hijos y recuperar poco a poco la dignidad, la alegría y la fe en la vida. Cuando le preguntaron a Mónica qué haría si pudiera retroceder el tiempo, su respuesta fue: “No permitirle el primer golpe”. Es un consejo digno de tomar en cuenta. @liberalucha

miércoles, 14 de mayo de 2014

En un mundo paralelo

Campesinos, viudas, huérfanos e inconformes llegaron el domingo a la capital caminando desde los cuatro puntos cardinales del país. Traían carteles que decían #SiHuboGenocidio. Maestros, estudiantes, transportistas, empresarios, colectivos de la diversidad sexual, religiosos y sindicalistas los recibieron con flores y agua fresca en una inusitada muestra de solidaridad. La diversidad de colores usados y de posturas expresadas no peleó con el objetivo principal de la marcha; defender la vida. Se presume que el primer aniversario de la condena por genocidio y crímenes de la lesa humanidad contra Efraín Ríos Montt fue la gota que derramó el vaso de la indiferencia y logró el milagro del nacimiento de la conciencia y el sentido común de los guatemaltecos. Nadie quedó excluido, todos cabían en esa Guatemala; rojos y cremas de la mano, pobres y ricos, guerrilleros y militares marcharon apoyando la gestión histórica de Claudia Paz y Paz y de la jueza Yasmín Barrios. Exigieron entre otras cosas la protección y atención médica de las miles de niñas que cada año se convierten en madres; el juicio y castigo de los violadores y la aplicación de mano dura para los responsables de la trata con fines de prostitución y/o esclavitud doméstica; además del reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de todas las mujeres. En la marcha se exigió el cese a la persecución penal de los defensores de los derechos humanos y colectivos y se reivindicó la importancia del estado laico como base de una democracia sana. Todo terminó con una fiesta electrónica gratuita en el parque central. No se reportaron heridos, mucho menos enojados. @liberalucha

miércoles, 7 de mayo de 2014

La burbuja

Crecí en una burbuja de supuesto bienestar. Los fines de semana salíamos en familia a conocer algún mercado perdido o a pasear a lugares turísticos como en una postal ochentera. Mucho tiempo después, me enteré de que en esos tiempos había una guerra y que mataban indígenas por montones. Pero por muy protegida que me tuvieran, aquí nadie sale inmune de la herencia violenta que nos dejó 36 años de excesos y brutalidad. No hay protección que te salve. La violencia y el terror siempre te encuentran como una bala perdida con una trayectoria imparable, letal e insospechada. A todos los guatemaltecos nos llega nuestro luto; el amigo injustamente asesinado, el familiar desaparecido, la frustración de toparse con un sistema judicial lento y clasista. Guatemala es un barco permanentemente a la deriva, en constante crisis de todo. Cada gobierno que he vivido desde que tengo memoria, es peor que el anterior. Y sin embargo hay mucha gente trabajando desde hace tiempo para mejorar las cosas. Hace un año escuchamos los testimonios valerosos de las mujeres ixiles que contaron el horror que vivieron injustamente y que las marcó para siempre. Vimos al sistema de justicia trabajar y devolver un mínimo de dignidad a las víctimas, escuchándolas, creyéndoles y condenando al general Ríos Montt por genocidio y crímenes en contra de los deberes de la humanidad. No era la solución a todos nuestros males como país, pero representaba un paso firme en la búsqueda de la justicia y por consiguiente en la construcción de la verdadera paz. La sentencia fue anulada y a muchos otra vez se nos reventó la burbujita.
(Columna Lucha Libre publicada en elPeriódico el miércoles 7 de mayo del 2014)