miércoles, 26 de junio de 2013

Vandana Shiva

A veces pensamos que los sabios son aquellos que acumulan estudios, diplomas o doctorados. O que es cosa de eruditos que hablan con palabras largas de difícil pronunciación. La civilización ha recorrido un gran camino en busca de un supuesto desarrollo y especialización pero lo único que ha logrado es alejarse de la verdadera sabiduría. La sabiduría tiene que ver con el sentido común, sentir en comunidad, sentir en solidaridad. Pienso todo esto mientras escucho las palabras de la activista hindú Vandana Shiva. Ella no habla de cosas sofisticadas, habla de las mujeres, de buena comida, evoca una vieja y nueva forma de relacionarnos. Aunque no entiendo todo lo que dice porque el idioma nos separa, puedo sentir la fuerza de sus palabras, puedo sentir el arrastre de su pasión, de una vida entera dedicada a promover cosas tan sencillas y tan importantes como la búsqueda del bien común, de lo justo. Ella dice que cada vez que tomamos algo que no necesitamos estamos robando. Bajo esa sentencia, pienso en la cantidad de veces que he robado, la cantidad de veces que he dejado comida en mi plato, que me he servido más de lo que mi cuerpo necesita. Sé que nunca seré una Ghandi, una Teresa de Calcuta, quizá ni siquiera lograré ser una mujer medianamente coherente con lo que piensa. Pero las palabras de Vandana golpean mi corazón e iluminan mi ser mujer. Hay un instinto adentro de cada uno que nos dicta con infinita sabiduría lo que debemos hacer pero muchas veces es difícil escucharlo, es que hay tanta bulla a nuestro alrededor, demasiado ruido. Quizá un poco de silencio nos caiga bien.

miércoles, 19 de junio de 2013

Chomsky

Una vez al año se realiza el Foro Global de Medios en Bonn, Alemania. Es una oportunidad para conocer y cuestionar la manera en que se maneja el periodismo y la comunicación en función de las problemáticas que compartimos en el planeta. En ese contexto conocí y escuché las enfadadas y acertadas palabras de Noam Chomsky, uno de los periodistas más abiertos del mundo. Muchas de las causas de las crisis mundiales, como la pobreza y la injusticia social las intuimos. Es emocionante y satisfactorio escuchar a alguien enumerarlas con elocuencia y autoridad. Pero, ¿cuál es la lección que nos queda a quienes estamos involucrados con la formación de la opinión pública? Si bien Chomsky nos ofreció un recorrido histórico que culmina con las desacertadas acciones de Barack Obama en función de una paz ficticia que únicamente protege los intereses y preceptos de las más importantes –y perversas– instituciones financieras, el reto sería sembrar tales criterios en los periodistas y ejecutivos de los medios de comunicación. Pienso: no es válida la responsabilidad social empresarial de una corporación noticiosa, si no se parte de las cosas esenciales para el colectivo (guste o no, la humanidad es un conjunto, una colectividad con problemas e intereses comunes); amor, solidaridad, calzar los zapatos ajenos y reconocer las injusticias, aun cuando lo implican a una misma. Para concluir, tomo las palabras de un activista que cuestionó en dicho foro: “¿Cuándo reconocerán los medios de comunicación su responsabilidad sobre las fatalidades del mundo, sobre las crisis y la alteración de los valores naturales de respeto para la sobrevivencia?”

miércoles, 12 de junio de 2013

Moralina

Moralina se siente protegida entre frases apolilladas y dogmas de hace siglos, le encanta señalar con el dedo y escandalizarse ante la vida ajena. Moralina es la primera en manifestarse en contra del aborto: ¡bajo ninguna circunstancia, por ningún motivo, imposible! Organiza cada año el día del “Niño no nacido”, mientras los ya nacidos no le llaman la atención por sucios y piojosos, mocosos desobedientes que dicen la verdad sin asco. Su mente tan dura como una piedra es incapaz de ver al ser humano enterrado entre leyes absurdas. Para ella, el aborto terapéutico es tan aberrante como la pasión entre dos hombres o dos mujeres. Moralina está siempre a favor del odio antes que a favor del amor. Le aterra lo diferente, le indigna la libertad ajena. Todos deberían pensar como Moralina, todos deben creer en su dios maligno, vengativo, celoso del placer ajeno, de la felicidad del otro y del libre albedrío. Moralina apoya el uso de todo tipo de armas, de la violencia y la represión como método de control social. Moralina suspira por los tiempos de antes, por los militares genocidas, por los tribunales de fuero especial y la Panel Blanca. Por supuesto, Moralina está en contra de cualquier tipo de despenalización, sobre todo de la marihuana, que la fuman los peludos, los artistas, los jipis y de plano también los defensores de los derechos humanos, la mayor aberración social, que, según ella, ha inventando occidente. De las drogas, solamente aprueba las que le receta el médico. Moralina cuenta tres de ellas, traga, cierra los ojos, suspira.
(La Lucha Libre 12 junio de 2013 publicada en elPeriódico).

miércoles, 5 de junio de 2013

Lugar que no existe

Están cumpliendo casi medio siglo de vida en pareja. Y aunque ustedes no lo crean, a él todavía le brillan los ojos cuando la toma de la mano. Viven entre gestos cotidianos de amor y ternura. Estoy segura que su relación no ha sido siempre como en los cuentos de hadas, donde con un simple “vivieron felices para siempre” se resumen cinco décadas de negociación diaria. Negociación no es una palabra bonita para hablar del amor pero es útil. El éxito de un proyecto entre dos o más tiene que ver con la capacidad de dar, ceder, empujar o retroceder. Pienso en el tremendo ejercicio de comunicación y tolerancia que significa vivir con alguien en “democracia” tanto tiempo. Las familias pueden ser micro muestras o espejos de nuestra realidad nacional. Gobernantes y pueblo unidos en un proyecto de vida. ¿Qué pasa si en la relación prevalece el autoritarismo, la mentira y el egoísmo? ¿Y si a uno de los dos involucrados se le exige ser sumiso y obediente? No imagino a un buen esposo (o gobernante) vendiendo a escondidas los pulmones de su mujer (pueblo) o robando el dinero de la educación de los hijos para ir a emborracharse. Y así ejemplos cada día. Pocos se atreven a dedicar toda una vida a construir un buen amor, una buena familia o una buena gestión. Por eso, admiro la constancia y determinación con la que mis padres han luchado por construir su propia utopía, cada día, durante 47 años. En las buenas y en las malas. Son un ejemplo de que la revolución empieza en casa, va del núcleo a la periferia, de adentro hacia afuera, del nido hacia el universo. Y siempre, siempre se hace con amor. (Lucha Libre publicada el miércoles 5 de junio del 2013 en elPeriódico):