miércoles, 5 de junio de 2013

Lugar que no existe

Están cumpliendo casi medio siglo de vida en pareja. Y aunque ustedes no lo crean, a él todavía le brillan los ojos cuando la toma de la mano. Viven entre gestos cotidianos de amor y ternura. Estoy segura que su relación no ha sido siempre como en los cuentos de hadas, donde con un simple “vivieron felices para siempre” se resumen cinco décadas de negociación diaria. Negociación no es una palabra bonita para hablar del amor pero es útil. El éxito de un proyecto entre dos o más tiene que ver con la capacidad de dar, ceder, empujar o retroceder. Pienso en el tremendo ejercicio de comunicación y tolerancia que significa vivir con alguien en “democracia” tanto tiempo. Las familias pueden ser micro muestras o espejos de nuestra realidad nacional. Gobernantes y pueblo unidos en un proyecto de vida. ¿Qué pasa si en la relación prevalece el autoritarismo, la mentira y el egoísmo? ¿Y si a uno de los dos involucrados se le exige ser sumiso y obediente? No imagino a un buen esposo (o gobernante) vendiendo a escondidas los pulmones de su mujer (pueblo) o robando el dinero de la educación de los hijos para ir a emborracharse. Y así ejemplos cada día. Pocos se atreven a dedicar toda una vida a construir un buen amor, una buena familia o una buena gestión. Por eso, admiro la constancia y determinación con la que mis padres han luchado por construir su propia utopía, cada día, durante 47 años. En las buenas y en las malas. Son un ejemplo de que la revolución empieza en casa, va del núcleo a la periferia, de adentro hacia afuera, del nido hacia el universo. Y siempre, siempre se hace con amor. (Lucha Libre publicada el miércoles 5 de junio del 2013 en elPeriódico):

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