miércoles, 20 de noviembre de 2013

Silvia, Carmen, Andy y Marbella

El abogado del diablo de nuevo a debate. Gudiel bosteza, cabecea, duerme. Defiende a cuatro hombres acusados de asesinar a dos mujeres y dos niñas. Violaron y estrangularon a la de diez. Nos sentamos del lado de los acusados, su familia, sus hijos, sus mujeres. Detrás de un hombre siempre hay una gran mujer, dicta el refrán machista, detrás de un violador ¿Quién está? Qué sociedad normaliza el hecho de profanar el cuerpo de una niña con vulva infantil (como dicta el informe). Las mujeres que los acompañaban en el juicio, al parecer, entendían lo que habían hecho sus machos y los apoyaban. No se inmutaron mientras el MP narraba los espantosos acontecimientos. Uno de los acusados, el más joven, era el único nervioso, nunca dejó de mover los pies. Los otros tres no mostraban ninguna emoción, los policías que los resguardaban bromeaban y reían. Ella leía un libro de Paulo Coelho. Algo que tenía que ver con once minutos. Pienso en el lazo que la une con los acusados. Puede ser la prima, hermana ¿esposa? Lo quiere, se lo hizo saber, lo leí en sus labios. Cargaba un bebe de plástico, unas pachas de juguete y una mantita. Lo más duro fue escuchar que a Andy la habían violado frente a los ojos de su madre, que a la pequeña de seis la habían, igualmente, golpeado y estrangulado antes que a las adultas. ¿Cuánto dolor habrá escurrido por los ojos de esa madre durante el tiempo que duró la agonía de sus hijas? Seguramente no habrán sido los mismos minutos a los que se refería Coelho. Lucha libre publicada en elPeriódico del miércoles 20 de noviembre del 2013.

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