domingo, 1 de marzo de 2009

El regreso de Lencho


Mario Rosales estuvo en Guatemala a finales del año pasado filmando su primer largometraje El Regreso de Lencho. Ahora se encuentra de vuelta en Nueva York en la etapa de post producción. Con suerte, a finales del 2009, la veamos en la pantalla grande.
Fotos: Joaquín Ruano

Es la Avenida Simeón Cañas en uno de sus ángulos más conservadores. La escena intenta recrear una persecución en vehículo ambientada a finales de los años setenta o principios de los ochenta. Dos carros antiguos, de esos de colección, que se limpian con esmero y dedicación, tienen acaparada la atención de dos cuadras de la vieja Zona 2. Agentes de negro riguroso pertenecientes a la Policía Nacional Civil detienen el escaso tráfico en ambos lados de la calle y observan con curiosidad, los poses quizá un poco exageradas de los verdugos.
Es el día de filmación número 31 de El Regreso de Lencho del cineasta guatemalteco Mario Rosales. El penúltimo de 32 intensos días de rodaje que llevaron al equipo de filmación a lugares tan distintos como Rabínal en Quiché, el Lago de Atitlán y Alaska en Sololá. También filmaron en escenarios urbanos como el Instituto de Antropología e Historia, el Archivo de la Policía Nacional Civil, el Teatro de Cámara y el Portal de Comercio.
Ahora es en la ciudad, la toma de antaño. Toda la mañana han estado practicando cien veces una escena que sólo se filmará una vez. El regreso de Lencho primer largometraje de Mario Rosales, esta realizado en 16 milímetros, puro cine, igual que El Silencio de Neto, Donde acaban los caminos, Gasolina y Lo que Soñó Sebastián. Con este material no se pueden dar el lujo de grabar y grabar escenas.
Finalmente, parece que el cuadro quedo perfecto. El niño que un día fue Lencho es testigo directo del asesinato de su padre cuando ambos viajaban en el carro. Los temibles agentes de la G2 dispararon a quemarropa contra el padre. Una mañana de trabajo para dos minutos de cine.

Cine estilo guerrilla

El City College de New York lleva doce años de graduar cineastas de todo el mundo, entre ellos Mario Rosales. Sin embargo, El Regreso de Lencho será el primer largometraje que realiza un ex alumno de ahí.
Rosales cree que se debe a que es muy caro hacer cine en cualquier parte del mundo: “También muchos de los cineastas paran en trabajos de publicidad donde el tiempo se te escurre de las manos. Por estar cumpliendo horarios de trabajo dejas de lado los proyectos personales”.
No es el caso de Rosales que ahora cuenta con 42 rollos de 16 milímetros equivalentes a 400 pies de película de los que debe sacar una hora y media de película de ficción.
Al ser el primer largometraje de su escuela, varios de sus ex compañeros de clases, vinieron a Guatemala para participar en el proyecto. Y así el crew o equipo técnico tuvo un carácter internacional con el trabajo la asistente de dirección, Nena Sierra de Bogota, Colombia; la directora de fotografía, Raquel Fernández Nuñez de Madrid, España; y la productora senior, Yvie Raij de Nueva York. De los restantes 32 del crew, la mayoría son guatemaltecos.
Camila Urrutia, continuista en El Regreso de Lencho, destaca la puntualidad y el profesionalismo de los extranjeros que a menudo choca con la llamada hora chapina.
Entro en la oficina de producción, adaptada para estas escenas, entre un volcán de facturas y haciendo llamadas veo a Pamela López de la productora Central Comunicación, quién asegura haber realizado milagros para comenzar a filmar sin que los 100 mil dólares de la Fundación Ford hubieran llegado. Además López tuvo que luchar contra el tiempo, ya que la Navidad amenazaba con caer implacable sobre el crew. “Ya teníamos todo listo hace meses, pero el plan de rodaje específico cambio días antes de comenzar a rodar, lo que provoco que fuéramos resolviéramos en el camino. Creo que vamos abriendo brecha en todo sentido ya que no existen facilidades y procesos establecidos. Estamos haciendo cine al estilo guerrilla” agrega la productora local.
Según Rosales, el alto estándar de producción de Gasolina de Julio Hernández lo motivó, cuatro días antes de empezar el rodaje, a cambiar planes de producción e invertir en la imagen, utilizando una cámara que graba cine en HDE. “Hay que pensar en hacer algo mejor que lo anterior, si el cine guatemalteco no sale de esto, se muere, como el movimiento de rock en los noventas” agrega el director.
Para Lopéz, el factor económico es importante ya que no solo esta producción sino que la mayoría en Guatemala son de muy bajo presupuesto y es más difícil. “Tenemos un buen plan de distribución y participación de Lencho en varios festivales internacionales. Esto servirá para dar a conocer en otros países, no sólo la calidad de cine que podemos producir, sino también los bellos lugares y situaciones que retratan nuestra realidad a través de la expresión de jóvenes artistas. Esto bajo varios puntos de vista aporta aspectos positivos al país.”
Descansando un rato del trabajo, vemos a Giacomo Buonafina, quien esta vez no tiene un papel ante la cámara. En El Regreso de Lencho debe estar del otro lado, a cargo del sonido. “Este formato (cine) tiene aspectos técnicos diferentes que hay que tomar en cuenta. En este caso el sonido se graba aparte pero sin referencia directa porque la cámara de cine no tiene track de audio y ahí puede haber un problema de sincronización de audio con lo visual, por eso hay que estar pendiente.
El que no se ve tan descansado, es su asistente de sonido, Amenotep Córdova, quien ha pasado cuatro horas metido en el baúl de Chevy Chevelle setentero, captando el audio perfecto.

A todo esto ¿Quién es Lencho?

Para saber quién es Lencho hay que recordar que Mario Rosales viene del video arte (El Ojo, Susie E) al corto de ficción (Amorfo, La Muerte de Diógenes) intentando desarrollar un lenguaje, que según el mismo afirma; sigue con la intensión de mantener el tema experimental.
“Desde que terminé de filmar Amorfo, comencé a bocetear al personaje. Uno en Guate es apolítico pero al llegar a Nueva York de inmigrante comencé a tomar otra conciencia” comenta.
Pero fue el disparo que su hermano recibió en la pierna al ser confundido con un maleante en una balacera, el detonante de la historia.
Lencho es un poco como Mario Lanz (el actor que lo interpreta), pero también es Mario Rosales o su hermano, cómo también podría estar inspirada en cualquier otro que quiera sobrevivir en el arte en Guatemala.
La sinopsis de la película dice que Lencho es un grafittero que luego de vivir en Estados Unidos, regresa para liderar un colectivo artístico con conciencia social. Además rescata a un niño de la calle y le enseña a pintar. Rosales cree que esta película es una oportunidad para meterse en la vida de un artista.
“Al final igual que en Amorfo, la huella de la guerra reciente peso demasiado, y eso se percibe en la película. Pero también habla de la inmigración de la búsqueda de salir y viajar, de encontrar una identidad” comenta Rosales.
El actor, Mario Lanz, quién también es pintor lleva tiempo estudiando al personaje. Confiesa que no le costó interpretarlo ya que tiene mucho en común con él. “Conocemos a la misma gente” bromea.
Los murales y grafittis que Lencho realiza en varios puntos de Guatemala no fueron pintados por Lanz, si no son obra de tres graffiteros de Bogota; Stink Fish, Aeón y Bastardilla. También hay un guatemalteco, el Soft que ha dejado huella en las paredes del país.

Para el director y guionista, Mario Rosales, el graffiti es común en las ciudades modernas de Latinoamérica, pero aún puede ser un choque cultural en algunas comunidades del país, demasiado asociado al mundo de las pandillas juveniles.
“En los pueblos es aun mas difícil trabajar, la población no se muestra colaboradora porque sienten que es una invasión a su lugar. Pero esto es algo que conforme mas crezca la industria cinematográfica en el país se irá facilitando. En Rabinal se hicieron unos murales preciosos de artistas colombianos pero la población se opuso y se tuvieron que borrar, fue una verdadera lastima” comenta Rosales.
Gente de Caja Lúdica, el colectivo que pidió los permisos para las grabaciones y la realización de los murales, considera que los grafittis no reflejaban la realidad de un pueblo como Rabinal.
Aunque ese mural fue borrado, aún pueden verse otros grafittis en el embarcadero de Panajachel, cuatro grados norte y la Avenida Atanasio Tzul.
Habrá que verlos, mientras El Regreso de Lencho continúa en su etapa de post producción. “Ahora habrá que procesar la película en el laboratorio y hacer el transfer a un medio digital, scaneando directamente el negativo. Luego van a ser unos 5 meses de montaje de la imagen. Más el trabajo de la banda sonora de unos 3 meses aproximadamente y finalmente la corrección de color que va a ser como un mes. De ahí vendrá lo de la promoción, distribución y la exhibición, y para eso falta un cacho” concluye Rosales.

(Publicada el domingo 28 de febrero del 2009 en el Acordeón de elPeriódico)

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