miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Día de?

Sin duda en la historia de nuestros “días de”, el 12 de octubre se lleva la medalla del más confuso. Ya no sabemos qué celebrar y qué no. En mi imaginario, lo más parecido que tuve de ser parte de un país y de una identidad colectiva eran los conciertos en que el arqueólogo Ernesto Arredondo, Neco para los rockeros, saltaba por el escenario blandiendo un incensario que nos trasportaba en un instante a Chichicastenango o a Todos Santos. Entre una canción y otra, percibíamos una Guatemala en guerra, un pasado aún por desenterrar, huesos que clamaban tumba y justicia, y una paz que prometía aparecer en cualquier momento sorpresiva y mágicamente. Esa guerra o genocidio que para muchos nunca tuvo sentido, en mí dejó la curiosidad y la gana de acercarme al mundo indígena que en la capital se reducía a platicar con “la muchacha”. Y no fue sino hasta que me fui a vivir a Xela y luego a Sololá cuando realmente abrí mi burbuja y comencé un diálogo con otros guatemaltecos que asumían su identidad indígena sin complejo ni resentimiento, sino al contrario, con mucho orgullo y amplitud. Esas relaciones “interculturales” me enseñaron que más que diferencias, lo que teníamos eran muchas cosas en común. No puedo decir que soy indígena, aunque coma tortilla los tres tiempos, use morral y machaque la pimienta con piedra de moler, pero en mi identidad “escogida” confío más en las manos de una comadrona mam que en el bisturí de un galeno ladino, me entregaría primero a un Consejo de Ancianos antes de que a un Juez de Paz. Me siento más identificada con los nahuales del Tzolkin que con los signos zodiacales. Disfruto muchísimo más una ceremonia maya que una misa o un culto; prefiero mil veces la gastronomía indígena que cualquier gringada; tendría antes un temascal que un jacuzzi; y si voy a gastar en ropa cara, es porque voy a comprar un güipil y nunca una blusa de marca. ¿Alguien se atreve a decirme que no tengo derecho?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No se trata de si tenés o no derecho a usar güipil si sos ladina. Se trata de mostrar respeto por una cultura que no es la tuya y no de hacer lo que recién hizo otra estúpida representante de la "belleza" ladina guatemalteca con un traje ceremonial maya k'iche'

Unknown dijo...

¿Tiene derecho una indígena a usar jeans?

Luis Humberto Batz dijo...

Quiero contarle que soy un asiduo lector de sus columnas en "elPeriódico" y siempre he compartido el 95% en su forma de pensar, ver y evaluar las cosas, principalmente sobre los diversos problemas sociales que afronta nuestro país. Hoy al leer su pensamiento sobre lo que yo llamo "el encuentro dos culturas" y jamás "día de la raza", por que no fueron dos grupos de perros los que se vieron por primera vez, sus palabras y análisis sobre lo que representa este día, creo que me hicieron soñar muy profundo, si tan solo la mitad de los que ostentan el poder económico de nuestro país, tuvieran la visión y sentimientos suyos (que voluntariamente rompió su propia burbuja), otro gallo nos cantara. Espero que la fuerza de la naturaleza que usted ama y respeta, le proveean de inspiración y vida para satisfacción de quienes estamos atentos para leer sus columnas y la admiramos. Muchos éxitos en su carrera. Luis H. Quiché.

Helios Gomez dijo...

Siempre leo su columna en elperiodico, me gusta como escribe, hoy en el foro de lectores envié mi comentario. gracias. Helios Gomez.

Anónimo dijo...

Es el jeans un elemento propio y exclusivo de la cultura ladina, en la misma dimensión que el güipil lo es para el indígena???

Anónimo dijo...

Alguien decía por ahí que el ladino es la negación del indio. Sin el indio, el ladino no existe puesto que una "cultura ladina" como tal, no existe. El ladino vale se vale de la cultura del indio solo por los beneficios que esta le representa, y en el caso de Lucía Escobar, esa falsa conciencia le ha representado algunas limosnas extranjeras.

Unknown dijo...

Hay señor anónimo ¿Qué limosnas extranjeras? Yo ni tengo una ong, ni trabajo en una ong, ni nada por el estilo. Las únicas LIMOSNAS que recibo son las que me dan mis padres cada mes. ¡Qué fácil tirar cizaña y hechar mierda falsa sin pruebas y sin nombre!