jueves, 15 de noviembre de 2012

De ocas silvestres

Nunca me habían dado tantas ganas de vivir en otro país como siendo libre en las calles de Berlín. Muchos años antes que yo, el poeta Otto René Castillo sintió esa magia que plasmó en el poema Todo Berlín está en tus ojos . Regresar a casa sola de madrugada sin miedo a que me descuarticen, dejar mi bolsa en la barra de un bar y bailar sin preocuparme de que me la roben, abrirme al diálogo con personas diferentes son ejemplos ‘light’ de cómo me sentí. En Guatemala se nos olvida que lo normal es no sentir paranoia y no al revés. Berlín es un bastión de la rebeldía, la solidaridad, la cultura, la tolerancia y el punk, manifestar aquí es un deber ineludible. Es una ciudad que entiende que la diversidad es ganancia. En el cielo las ocas silvestres vuelan ordenadas hacia otros países en busca de una vida mejor, pero para los humanos migrar es durísimo, se necesita mucho coraje para dejar atrás los amigos y la familia, y si no que lo diga Nim Alae, el primer exiliado político en tiempos de “paz”. A veces es lo único que queda para no morir asfixiado en la desastrosa realidad que nos mueve al piso y nos vota al suelo cada cierto tiempo, metafórica y literalmente. Es terrible que sea más fácil viajar para las cosas que para las personas. Este año se firmó el Acuerdo de Asociación (un tratado de libre comercio) entre la Unión Europea y Centroamérica, que favorece a los grandes empresarios para que puedan exportar sus productos. Los perdedores como siempre son los pequeños negocios que no pueden competir de igual a igual con los dinosaurios. Quiebras, desempleo y más migración nos espera. Envidio tanto a las ocas silvestres.

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