miércoles, 9 de enero de 2013

13.0.0.0.0.0

Me gustaría pensar en este año como en una hoja en blanco, una hermosa y enigmática interrogante, una respuesta desconocida. Me ilusiono como una niña ante la idea de las sorpresas que nos depara este nuevo ciclo, este baktún del cambio y de la luz. Busco señales positivas para soñar con un mundo mejor. Evito pensar en la tragedia, la tristeza y el dolor. Evado los periódicos. Huyo de los noticieros. Me enfoco en la dulce sonrisa de mis hijos, en las nubes blancas corriendo en el cielo, en el almanaque y su promesa de colores. Pero no quiero ni puedo vivir en mi burbuja. Mi burbuja explota ante el aliento del viento. Aterrizo en un país absurdamente hermoso, bello y terrible, triste e injusto. Veo a mi alrededor y busco la sonrisa en los ojos de la gente que deambula en las calles. Pero en la calles la gente va siempre de prisa, va corriendo, va apurada. Casi no tenemos tiempo para reír ni pensar. Filosofar y meditar son conceptos que chocan en un país donde el hambre es absurdamente real. Las lombrices engordan felices en las panzas de los niños. Niños que no tienen fuerza para emprender el largo camino que los llevará a escuelas grises y sucias donde les enseñarán conceptos obsoletos que poco les servirán para enfrentarse al futuro. Un futuro que no es una hermosa hoja en blanco, un futuro como fardo de carbón. A menos que… a menos que no estemos dispuestos a aceptarlo y decidamos luchar ingenuamente por un mundo mejor. A menos que creamos en la esperanza, en el poder de la gente y en el amor, esa abstracta y dulce utopía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es bueno soñar con un mundo mejor y pensar que un cambio es posible, aunque sea empezando por uno mismo. buen mensaje de reflexión la segunda parte. Saludos y buen año 2,013