miércoles, 18 de junio de 2014

La dignidad de las flores

La historia se repite. Sin duda hay algo que estamos haciendo muy mal, parece que vivimos en un eterno disco rayado. Pueblos enteros a los que se intenta desalojar para implantar a la fuerza un supuesto desarrollo traducido en: mega hidroeléctricas que no dan luz a los vecinos, mineras que dejan más contaminación que regalías y mega industrias que favorecen sólo a unos cuantos. La historia se repite. Comunidades que prefieren decir: no gracias. Empresas que no respetan la opinión de las comunidades. Empresas que prefieren criminalizar las protestas, comprar gobiernos, corromper autoridades, dividir familias e imponer su voluntad. La historia se repite. En San Marcos, los q’eqchi’ exigen que se cumplan las leyes y se cierre la mina Marlin. En San José del Golfo sigue la resistencia contra la mina el Tambor. En San Juan Sacatepéquez, 12 comunidades realizaron una marcha para recordar que basados en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, realizaron una consulta comunitaria donde confirmaron por mayoría absoluta que NO quieren cambiar su trabajo tradicional de sembradores de flores para volverse empleados de Cementos Progreso. Se niegan a la construcción de la planta San Gabriel y de la carretera privada Anillo Regional. No faltará el incrédulo que repita como loro que los 14 mil indígenas que participaron ayer en la Marcha por la dignidad de las flores son arreados y manipulados por extranjeros sedientos de dividir este país antes tan unido y amoroso. Ajá. Pero las demandas de los maya kaqchikel son de lo más lógicas. Pregúntele a su madre o usted mismo, sea sincero ¿dónde le gustaría vivir más, en un campo lleno de flores o al lado de una fábrica de cemento?

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