domingo, 23 de noviembre de 2008

Guatemaltecos en Barcelona

El Juanka e Ivan


París ha pasado de moda. La capital mundial de la cultura se ha corrido al sur en busca de sol. Barcelona seduce cada día a más artistas que llegan a ella en busca de un sueño. Los chapines también se hacen presentes.
Lucía Escobar, especial para Siglo 21

Seis de la tarde en Barcelona. Niños, ancianos y jóvenes de distintas nacionalidades se arremolinan frente al Banco de España, a po-cos metros de la Plaza de Cataluña. La famosa Rambla con sus artistas callejeros comienza en ese punto. Intento hacerme un lugar entre el público para ver de dónde sale ese sonido tan jugoso. Un grupo de siete músicos hace bailar a la concurrencia. El cantante destaca ante mis ojos por sus pantalones típicos de Sololá. Salta como un desquiciado por la acera, corre de un lado a otro, mientras el hombre del staff lo persigue agazapado para desenredarle el micrófono. Algunos bailan relajados, otros sólo ven y escuchan, pero la mayoría sigue el ritmo con los pies o la cabeza, unos menos corean las canciones y una madre intenta jalar a su hijo en vano. “Hasta que termine el concierto”, sentencia rotundamente el pequeño.El chinito que vende los discos compactos no descansa, se los compran como pan caliente. “Guatemaya, quema copal…”, canta el líder de Barrio Candela. En su intervención, Juan Manuel Martínez, nombre oficial del Dr. Sativo, oriundo de Quetzaltenango con raíces cubanas, incita a los asistentes a moverse para dar espacio al nuevo público que se acerca. En una especie de spanglish con algo de catalán, les recuerda que los músicos viven del dinero dejado en la funda abierta de la guitarra y de los discos vendidos.

La cantidad que me da luego el Dr. Sativo cuando nos sentamos a platicar es de 10 mil copias vendidas de Se quema, su segundo dis-co. Esto sólo durante el verano. Quizá hubiera desconfiado de la cifra, pero lo vi con mis propios ojos: venden un promedio de 100 discos por hora tocada, libres de impuestos. El Dr. Sativo se ha secado ya el sudor, ha tomado agua, y tiene algo de energía para contarme que nunca antes ha vivido tan bien de la música como desde que reside en Barcelona, hace tres veranos ya. “Este año conseguimos un permiso municipal para tocar 2 horas diarias, 5 días a la semana. Como ves nosotros hacemos una presentación muy profesional con equipo de amplificación, staff y todo lo necesario, somos 7: 2 guatemaltecos, 2 chilenos, 2 paraguayos y 1 mexicano”. Esto no sólo le permite vivir dignamente de lo que le gusta hacer sino que también es una plataforma para darse a conocer. “No olvidemos que músicos como Manu Chau, Ojos de Brujo, Che Sudaka, Muchachito Bombo Infierno y Made in Barcelona, se foguearon aquí”. La cantidad de gente que camina diariamente por La Rambla la convierte en un escenario perfecto para la exposición pública. De ahí que Sativo sea también parte de la Asociación de Artistas Callejeros de Barcelona. En esas presentaciones de calle, Barrio Candela ha hecho los contactos para giras, conciertos en fes-tivales y fiestas privadas en Francia, Holanda y Alemania.


A estos mismos países y también a Suecia, Noruega e Irlanda ha llevado su ritmo otro guatemalteco: José Roberto Pérez. Conocido en el ambiente como el Pérez o Rigo Pex, se radicó en Barcelona hace cinco años, “movido por una sed de ver cosas y de experimentar una soledad creativa”. Hoy, junto con el español Raúl Berrueco, forma Meneo, un proyecto audiovisual de música electropical realizado con un par de Gameboys. “Creo que cualquier inmigrante debe pasar por 3 años para empezar a realizarse. Desde conocer el sentido común de los conceptos sociales hasta tener cierta estabilidad económica que te permita seguir tus intereses”. Lo dice Pérez, quien ha trabajado desde repartidor de volantes hasta editor de revistas para ganarse el pan diario. Aparte de su proyecto Meneo, que lo llevará en diciembre a Irlanda y Nueva York, este músico guatemalteco, que fue coproductor del Festival Tripiarte hace ocho años en Correos, ahora trabaja como gestor cultural del Kültur Buró Barcelona. Con esta entidad, Pérez logró recrear Tripiarte, pero en la ciudad españo-la, también en un antiguo edificio de Correos. “Me he encontrado creativamente, ya que aquí hay ciertas garantías y comportamientos sociales que hacen que toda la sociedad se la quiera pasar bien, y, por lo tanto, el grado y velocidad de comunicación son geniales. Acá cada uno hace lo que quiere y punto; eso sí, sin dañar a nadie”.


Próxima estación: también es musical

Bajando por la Rambla es imposible no parar a ver el abanico de estatuas vivientes, futbolistas, acróbatas, solistas, magos, actores y artistas en general que muestran su trabajo a cambio de algunas monedas. Según me cuentan, entre ellos hay también guatemaltecos. Pero mi próxima cita ya no es con artistas de la calle. En La Boqueria, ese mercado impresionante con sabores, olores y productos de todo el mundo, me esperan Juan Carlos Barrios e Iván Lorenzana, mientras descansan un rato de su trabajo creando la banda sonora del largometraje El regreso de Lencho, del novel cineasta guatemalteco Mario Rosales.“En Guatemala soy Juanka, el de Bohemia Suburbana. Aquí soy primero Juanka el inmigrante que debe regularizar su situación, bus-car trabajo, sobrevivir”. Barrios tiene el proyecto Radio Zumbido, con el cual ha sacado ya dos discos compactos. No para de trabajar produciendo, copilando y componiendo música. “Me gusta la realidad que me estoy creando aquí; me nutro con la diversidad. No digo que sea mejor o peor que en Guatemala, sólo que a esta edad (35 años) necesito estar con gente de todos lados que piense variado. Todo eso repercute en tu arte. Aquí la gente tiene técnica y en Guate tenemos calle”.

El día que Juanka fue a inscribirse como músico al consulado guatemalteco en Barcelona, le dieron el contacto de Iván Lorenzana, colega en el sueño musical, quien recientemente había dejado sus datos allí. Se llamaron y comenzaron una buena relación que no se ve afectada por los distintos géneros y estilos que cada uno practica.

Lorenzana es un músico clásico que salió de Guatemala hace ocho años, buscando un espacio. Al principio tocaba en la calle y lue-go repartió currículos por toda Barcelona. Sabía que no podría trabajar en nada más que no fuera hacer música, ni siquiera vendién-dola —duró dos días trabajando en una venta de discos—. Ahora da clases en un par de escuelas, tiene un contrato de trabajo, un seguro, un currículo que va creciendo y, además, la intención de dar a conocer el talento de sus colegas guatemaltecos en Barcelo-na. “Con la finalidad de tener una plataforma para presentar proyectos de chapines, fundamos CREARTE, en 2006, junto con Virgi-nia Samayoa. Nuestra primera actividad fue montar una orquesta de cámara local que interpretara música barroca guatemalteca. Luego, con la incorporación de Lucía Morán y Ximena Chapero, empezó lo del festival de cine (lea Sin subtítulos en Catalán)”. Para Lorenzana, estos éxitos se ven empañados por la nostalgia del terruño guatemalteco. “Estar aquí, lejos de Guatemala, a veces me hace sentir como en un no lugar”.

Ese sentimiento de comunidad, de familia que se vive más en Latinoamérica es lo que ahora añora Leo Carro, argentino de nacimiento que después de casi 15 años en Guatemala se siente tan chapín como cualquiera. Me lo encontré ayudando a montar el sonido en el ciclo de cine guatemalteco, en el Museo Barrier Mueller de Arte Precolombino. “Acá todo es 100% negocios. En Guate tenemos miles de amigos y fans ayudando, gente tratando de que suenes en la radio. Sin un centavo de por medio. Es por la necesidad de agruparse, de pertenecer a algo. Aquí la movida es más individualista. En ese sentido extraño Guate”. Leo Carro también colaboró con la música para el Audiovisual de Creacine 08, sacando tiempo del proyecto que lo llevó a Barcelona. “Vine con Estefani Brolo, cantante guatemal-teca y coautora de nuestro grupo, Tripsounder. Buscaba un lugar que me pudiera dar nuevas influencias, y que me ayudara a encontrar lo que musicalmente estoy buscando”.


Las chapinas superpoderosas

Luego de dar vueltas en círculos y de perderme en las calles del Barrio Gótico, llegué a la presentación de la película Las Cruces Po-blado Próximo, de Rafael Rosal, en el Real Círculo de Artistas de Barcelona. En el proceso me encontré con tres guatemaltecas bajo la lluvia fina, acarreando monitores, pantalla, equipo de sonido, fichas técnicas, pósteres y demás. Virginia Samayoa, Lucía Morán y Ximena Chapero se han sudado toda la producción de este ciclo de cine. Claro, han tenido ayuda de varios voluntarios afines a Gua-temala, que han puesto su granito de arena. También la Asociación Share, formada por guatemaltecos que ayudan a guatemaltecos, ha colaborado con ellas. Lograron una buena convocatoria y las actividades se han llenado. En dos proyecciones se quedó gente afue-ra.Las 3 guatemaltecas llegaron a Barcelona con el afán de ampliar sus conocimientos. Morán se encuentra estudiando un Máster en gestión cultural y comparte un taller de pintura con 6 artistas de otras partes del mundo. Samayoa, que lleva 4 años viviendo en Bar-celona, se dedica a la producción de teatro pedagógico y a la creación de proyectos culturales para la asociación cultural CREARTE.

Chapero llegó en 2006 a estudiar un Máster en Dirección y Diseño de Proyectos Expositivos, en la Elisava (Escuela Superior de Di-seño), y asiste a un programa de dos años de estudios independientes del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona). Actualmente, combina estas dos actividades con los proyectos que están poniendo en marcha desde CREARTE.“En mi opinión —dice Samayoa— creo que todos los guatemaltecos vinculados con el mundo del arte han escogido esta ciudad como destino, primero, por la facilidad del idioma y porque Barcelona, en la última década, se ha dado a conocer al mundo como una capital cultural donde existen plataformas que dan cabida a propuestas artísticas, al diálogo intercultural y a la experimenta-ción. Ese diálogo intercultural se manifestó en los foros de las presentaciones de las películas guatemaltecas.

A las proyecciones llegaron tanto chapines radicados en el exterior, como gente afín a Centroamérica”. Según Samayoa, en Barcelona conviven per-sonas de 130 nacionalidades diferentes, volviéndola una ciudad cosmopolita que parece no temer a los inmigrantes. Esta es quizá una ventaja en un mundo que teme cada vez más a lo diferente y lo manifiesta mucha veces con discriminación. Un problema que ninguno de los artistas consultados sacó a flote.


Y más y más gente

“Tu cara me suena conocida”, le dije a quien luego identifiqué como Ethel Barahona Pohl, una salvadoreña que fundó, con su so-cio y esposo, el arquitecto guatemalteco César Reyes Nájera, la editorial dpr_barcelona, que hace énfasis en el trabajo de arqui-tectos emergentes y sus proyectos innovadores. “En nuestro primer libro, piel.skin, publicamos la Biblioteca Villa de los Niños, ubi-cada en la zona 6, diseñada por los arquitectos Solís Colomer. Este libro está únicamente online (http://skinarchitecture.com) y po-see enlaces con Google Maps, para ver cada uno de los emplazamientos de los proyectos publicados. De alguna forma, por me-dio del libro, gente que tiene poco o ningún conocimiento de Guatemala, puede llegar a ella”.Y así como encontré guatemaltecos haciendo cosas, también platiqué con los que apenas están llegando a absorber y aprender.

Entre ellos se encuentra Pablo Valladares, quien luego de estudiar cine en Casa Comal, ahorró para continuar sus estudios en Barcelona. Mientras tanto, ha comenzado a colaborar con Leo Carro en iluminación y asistencia de producción. Tantos guatemaltecos trabajando en Barcelona y dando a conocer su talento, y yo sin fotógrafo.

¿Quién guardará la memoria visual de esos encuentros? Ahora la veo: Sandra Sebastián está estudiando por dos años antropología visual en tierra catalana. “Yo no entro en la categoría de artista”, se atreve a decir quien es capaz de hacer una hermosa foto en medio de la violencia cotidiana de Guatemala. Por su sensibilidad visual como fotorreportera es que ahora se encuentra gozando de una beca Ford en Barcelona, ha logrado mostrar sus fotos en una exposición itinerante internacional y participó en un libro. “Para mí, que soy empírica, esta es una gran oportunidad. Siento la responsabilidad de fijar con mi cámara los cambios que suceden en la sociedad. Por eso también co-mencé a tomar fotos de los guatemaltecos que trabajan y viven aquí”.Si todo va como lo sueña, quizá el año que viene Juan Carlos Barrios tenga listo el café que aspira poner en Barcelona. “Sería un lugar como el Café Oro, un punto de encuentro para los guatemaltecos, el lugar al que a mí me gustaría ir y es que somos la primera cama-da de chapines aquí, somos una fruta exótica, y eso hay que aprovecharlo”. Tal vez ese café tenga las características que Lucía Morán busca para exponer sus próximos cuadros. Ojalá suceda antes del próximo verano.


SIN SUBTÍTULOS EN CATALÁN

Con la idea de dar a conocer el cine Guatemalteco en Barcelona, CREARTE organizó un ciclo de audiovisuales que incluía dos pases de cortometrajes y la proyección de las películas Donde Acaban los Caminos, Las Estrellas de la Línea, El Pájaro Sobreviviente, Lo que Soñó Sebastián, Los Civilizadores Alemanes en Guatemala, Las Cruces Poblado Próximo, VIP La Otra Casa y Qak’aslemal. To-das las actividades se realizaron en diferentes lugares, como el Instituto Goethe, El Real Círculo de Artistas de Barcelona, Casa Amé-rica de Cataluña, Mau mau, Centro Cultural La Valentina, Museo Barbier Mueller de Arte Precolombino y la Sociedad General de Au-tores y Editores (SGAE).Además, las organizadoras, Ximena Chapero, Lucía Morán y Virginia Samayoa, lograron que la agenda se diera a conocer en la ra-dio, la prensa escrita, la televisión y medios electrónicos, llegando no sólo a los guatemaltecos radicados en España, sino también a gente con nexos con Guatemala. Algunos asistentes habían viajado alguna vez a Centroamérica, por motivos laborales o por placer, y sentían una gran curiosidad por conocer el trabajo de los cineastas chapines. La convocatoria dio resultados, con más de 750 partici-pantes en las actividades. Pero sobre todo lograron lo que nunca había conseguido el Cónsul de Guatemala en Barcelona: juntar a tantos guatemaltecos radicados allí en un solo evento. Cabe mencionar que las organizadoras de esta actividad únicamente contaron con el apoyo de voluntarios y 500 euros, donación de la Asociación Share.El ciclo de cine contribuyó a dar un vistazo de lo que es Guatemala, ya que después de cada presentación se llevaba a cabo un foro o conversatorio. Los temas que se tocaron fueron: La discriminación ladina-indígena, las cárceles, las pandillas, el conflicto armado en Guatemala, la prostitución, los prejuicios y la explotación de los recursos naturales. El público se notaba ansioso de saber más, de conocer la situación del país y también se sorprendió con la calidad de la producción audiovisual en Guatemala.

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