martes, 20 de enero de 2009

Caminito de la escuela


Mis hijos han comenzado a preguntar cuándo es hora de regresar a la escuela. Tienen ya listas sus mochilas, imaginadas las refacciones y saboreados los recreos. Sólo piensan en forrar los útiles escolares y apilarlos en la mesa para comenzar a aprender.

Joaquín espera este año poder descifrar el mundo de la escritura y la lectura. Nicolás pide que la maestra sepa cantar y bailar y anhela que lo haga con una guitarra.

Mientras tanto, nuestra casa es el reino de su desorden y la víctima de sus ansias por abrazar el mundo. Aún ellos no entienden muy bien de fechas y atrasos, de huelgas y negociaciones magisteriales

Ambos, son niños de preprimaria aún, son parte de la población que supuestamente debería tener prioridad en el país pero que no la tiene a la hora de hablar de presupuestos. Por ejemplo, lo que gasta un diputado en teléfono al mes, alcanzaría para cubrir útiles escolares para pueblos enteros durante todo el año escolar.

Medio enero se nos fue ya, mientras los niños siguen de vacaciones. Veo que cada año, son más y más alumnos inscritos en las escuelas pero las maestras son las mismas, las aulas no crecen, ni se ventilan, ni los escritorios reciben algún tratamiento o remozo. Más de cuatro millones de guatemaltecos empezarán un nuevo ciclo escolar que les abrirá las puertas del conocimiento. Al menos eso es lo que esperamos los padres. Pero sin dinero para jardineros, para extracción de basura, para niñeras, para maestros de computación o deportes, la educación sigue siendo deficiente. Y muchos padres, con tal de darle lo mejor a sus hijos, prefieren hacer grandes sacrificios y meterlos a colegios privados, donde lamentablemente tampoco les dan calidad en educación.

Muchos niños y niñas de las aldeas más alejadas y olvidadas del país deberán caminar kilómetros enteros para llegar a la escuela más cercana, a veces con el estómago vacío y los pies descalzos. Y otros, todavía menos afortunados no conocerán las aulas porque deben quedarse ayudando a sus padres en las labores domésticas o las faenas agrícolas.

(Lucha Diaria publicada en el Quetzalteco el 20 de enero del 2009)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bah, pero ellos tienen el recurso que ningún estúpido podrá privatizar jamás: su ilimitada imaginación y fantasía, y con ellas -y un poco de tiempo- podrán llegar a la luna y acariciar las estrellas.