Cansada de la realidad, sentí la imperiosa necesidad de tener algo de circo pues el pan ya estaba servido y comido. En una mano llevé al Místico y en la otra al Rancher, mis dos mini luchadores de capa y máscara.
La pequeña carpa roja del circo Segovia estaba a reventar, el 2 x 1 hizo efecto en el pueblo. Nos ubicamos en la primera fila y compramos poporopos y manzanas caramelizadas (sí, de esas que le aligeran el trabajo al ratón Pérez). Las luces se apagaron y nuestros corazones comenzaron a latir con fuerza.
Yo estaba un poco nerviosa. Me inquietan los payasos, sobre todo los que tienen la manía de dirigirse directamente al público. Tengo terror a tener que pasar enfrente de la gente a detener un pastel o cortar en dos a un cristiano. Si he de ser el hazmerreír, prefiero que sea cobardemente (a mis espaldas). Afortunadamente, había una chica encargada de esos menesteres. La misma que bailaba el hula hula con todas sus extremidades. Supuse que era la hermana mayor del “espectacular” chico puma que saltaba valiente entre cuchillos filosos. Y quizá nieta de la acróbata abuelita que tiraba cruces al cielo con las piernas y que parecía tener una fuerza capaz de mandar a Marte a cualquiera de una sola patada. También había un mago con algunos trucos tristes y viejos que desaparecía al nieto inquieto, quien tal vez era primo del musculoso y enigmático hombre araña.
Pero, el que se robó mi corazón fue el perrito que actuaba divinamente en el papel de un elefante bebé. Luego siguieron los payasos que se pegan y se pedorrean, políticamente incorrectísimos, no aptos para gustos exquisitos.
Y para cerrar con broche de oro, apareció un Juan Gabriel bastante más amanerado que el original y un poco más simpático.
Les aseguro, la pasé mejor que viendo el noticiario de las siete.
La pequeña carpa roja del circo Segovia estaba a reventar, el 2 x 1 hizo efecto en el pueblo. Nos ubicamos en la primera fila y compramos poporopos y manzanas caramelizadas (sí, de esas que le aligeran el trabajo al ratón Pérez). Las luces se apagaron y nuestros corazones comenzaron a latir con fuerza.
Yo estaba un poco nerviosa. Me inquietan los payasos, sobre todo los que tienen la manía de dirigirse directamente al público. Tengo terror a tener que pasar enfrente de la gente a detener un pastel o cortar en dos a un cristiano. Si he de ser el hazmerreír, prefiero que sea cobardemente (a mis espaldas). Afortunadamente, había una chica encargada de esos menesteres. La misma que bailaba el hula hula con todas sus extremidades. Supuse que era la hermana mayor del “espectacular” chico puma que saltaba valiente entre cuchillos filosos. Y quizá nieta de la acróbata abuelita que tiraba cruces al cielo con las piernas y que parecía tener una fuerza capaz de mandar a Marte a cualquiera de una sola patada. También había un mago con algunos trucos tristes y viejos que desaparecía al nieto inquieto, quien tal vez era primo del musculoso y enigmático hombre araña.
Pero, el que se robó mi corazón fue el perrito que actuaba divinamente en el papel de un elefante bebé. Luego siguieron los payasos que se pegan y se pedorrean, políticamente incorrectísimos, no aptos para gustos exquisitos.
Y para cerrar con broche de oro, apareció un Juan Gabriel bastante más amanerado que el original y un poco más simpático.
Les aseguro, la pasé mejor que viendo el noticiario de las siete.
(Lucha Libre publicada el miércoles 19 de abril del 2009 en elPeriódico de Guatemala)
6 comentarios:
Me encantó tu columna de hoy, me tocaste el corazón, porque uno de los recuerdos más lindos de mi infancia son las idas al circo, con manzanas, fotos sobre el elefante y esa curiosidad de los campers en donde vivían los artistas.
gracias chofis, si hubieras visto a los niños.. estaban pero idiotizados...
En la feria de Cepillín me encontré un acordeón, bumbum, el acordeón. Chiquitín, chiquitín, en la feria de Cepillín. En la feria de Cepillín me encontré una guitarra, taratara, la guitarra; bumbum, el acordeón. Chiquitín, chiquitin, en la feria de Cepillín. En la feria de Cepillín me encontré una trompeta, tuntun, la trompeta; taratara, la guitarra; bumbum, el acordeón. Chiquitín, chiquitín, en la feria de Cepillín. En la feria de Cepillín me encontré una batería, tratra, la batería; tuntun, la trompeta; taratara, la guitarra; bumbum, el acordeón. Chiquitín, chiquitín, en la feria de Cepillín. En la feria de Cepillín, me encontré un lindo piano, plinplin, el lindo piano; tratra, la batería; tuntun, la trompeta; taratara, la guitarra; bumbum, el acordeón. Chiquitín, chiquitín, en la feria de Cepillín.
Yo soy de las que les daba miedo los payasos. Creo que también porque te hacían pasar al frente. Ahora ya me simpatizan más, aunque me siguen impresionando más los acróbatas. Tienen unos cuerpos ;-)
Bien. a todos nos cae bien un poco de pan y circo, conmover, tierno y patetico suele ser
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