La city

Foto: En el Olvido....

Es vieja e intensa, le arde el corazón de concreto. Lo mismo respira aire de mendigo que de burócrata apurado. Desde el Km. Cero se muestra contradictoria y distante. Te invita a sentarte en el banco de los desempleados para un lustre de conciencia. Te manda a disfrutar la plaza de eternas batallas ciudadanas, música y balazos, huelgas de hambre que ondean banderas a media asta.

Voy a platicar con el personaje maíz/maicillo y a espantar palomas con los brazos. Me sentiré un faquir de la justicia viendo bolitos en San Sebastián. Desearé un continente de merolicos que vendan mis ideas para atravesar presurosa la calle de Tasso.

Inquieta, en el tránsito denso, inquieta. Son las venas congestionadas que riegan su espíritu. Y ya inmersa entre el asfalto y el ruido, soy el humo negro de mi propia conciencia. Vamos a sextear sin miedo a que nos roben el alma, cargar encima sólo lo dispuesto a perder. Bucear en la piratería más culta del país, llenar la bolsa con películas de a Q.5.

La city cumple años e invita a banquetearla con ganas. Casco urbano por descubrir con la excusa de festivales y ferias. Ahí están las cosquillas de la risa. Se engalana pero no lo necesita, pide a gritos que la desvistan, presta a mostrar sus paraísos. Zona uno, zona cero.

Vorágine en la dieciocho calle, la sombra de Isabel de los Ángeles Ruano en Tribunales, el aroma del Café León, la mística de La Pensión Meza, comer parado donde Doña Mela, ojo rojo en El Portalito, desayunar en el Ritz, coleccionar los tiquetes del Granada, Ramírez Amaya en la Mezquita, el ascensor del Bar Europa, la rocola del Olvido, el tiempo en el Museo del Ferrocarril, el menú del Fu lu sho, las barberías del Capitol, la cebra de Correos, un octavo en el Tuztepito, los murales de H.I.J.O.S, el mapa en relieve allá en el fondo y las mansiones que se venden. Tanto más por descubrir.

¡No escucho las campanas! La city esta de fiesta.