martes, 15 de febrero de 2011

Acoquinados


Los pronósticos no son nada alentadores: debemos prepararnos para un año sumamente violento. ¿Cuántas muertes más podremos tolerar ¿Es posible todavía más sangre y dolor? Los analistas nos advierten que al acercarse los comicios electorales, la espiral de violencia se dispara. Sí, como un tiro en la sien o una bomba en un autobús. Eso no habla nada bien de nuestra clase política, de nuestro ejercicio disque democrático.

Nadie nos prepara para enfrentarnos a ese futuro. Acumulamos cifras de muertos, asesinatos, asaltos, extorsiones y entre tanta maldad cuesta encontrar ese “algo” alentador que nos dé fuerza para salir a la vida: trabajar, estudiar, emprender, reír, amar y seguir conmoviéndonos ante el otro. Nos alimentamos con MIEDO. Los medios de comunicación nos llevan noticia a noticia a la paranoia total, a acorralarnos en nuestros terrores más extremos. Y cuando dejamos que el miedo entre a nuestras vidas, renunciamos a la libertad. Como en el cuento de Cortázar; nos volvemos propiedad de nuestras cosas.

El recelo hacia el otro, el pobre, el necesitado, el extranjero, el vecino, el joven, el rockero y el diferente se vuelve la norma. Dejamos de buscar soluciones contra la violencia y mejor nos amparamos en ella. Contratamos hombres armados que nos cuiden, compramos una pistola y la acariciamos de noche, subimos las paredes para no ver a los vecinos, pedimos pena de muerte y ojo por ojo. Conmovernos ante el otro se vuelve una debilidad. Del miedo se alimentan y viven los armamentistas, los soldados, los matones, los sicarios, las empresas de seguridad, los diputados y hasta los políticos que prometen mano dura.

Pero siempre podemos voltear la tortilla: confiemos, atrevámonos y osemos enfrentar con valentía y entereza tanta desolación. ¿Qué más podemos perder?

1 comentario:

Andrea Ixchíu dijo...

La violencia guatemalteca es un negocio enorme, una macabra y voraz empresa, que desde hace tiempo fomenta a que muchos decidieran sacar su tajada...
Pero que siga la Lucha! (Ya te dije, yo voto por vos)