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(Estuve a punto de poner una foto de mano dura pero ¿muy feo?)
No hay nada tan aburrido como un foro de políticos. Están tan acostumbrados a mentir y quedar bien que no sorprenden, no emocionan, no entusiasman. Otra cosa sería si en lugar de entrevistar a los candidatos a puestos públicos, se entrevistaran a sus hijos o nietos. Por sus frutos te conocerán, dice el dicho. Así que no hay nada como hablar con los más chiquitos de la familia para saber qué piensan los más grandes.
Esas criaturas que vienen al mundo como hojas en blanco, son fuentes de sabiduría innata. Por eso me parece super triste cuando conozco a un niño que en realidad es un clon de sus padres, fotocopias reproductoras de estereotipos y prejuicios, pequeños juniors que no saben pensar, ni desafiar sus propios genes. Estoy convencida de que son los hijos quienes educan a los padres. Y nosotros los mayores debemos dejarnos contagiar por las ideas frescas y nuevas de los más pequeños y evitar en lo posible contaminarlos con nuestras frustraciones. Por eso pienso que el mejor regalo que puede dársele a un pequeño es quitarle la televisión. Aun cuando esta sea la niñera más eficiente del mundo. Quizá al principio sentirá que su vida es un caos pero luego poco a poco irá recuperando su imaginación, su creatividad y el uso de su cerebro para discernir y pensar. Con tal de que mis hijos se entretengan leyendo y le encuentren el gusto a los libros, los he mandado a buscar malas palabras en el diccionario. Ver sus ojitos brillando de pícara emoción es la mejor gasolina que tengo para navegar en este mundo.
Me encanta saber que ninguno de mis hijos sabe para qué sirven los políticos, ni los alcaldes, ni los presidentes. No sirven para nada, dice Joaquín de pura intuición. Y el más chiquito Nicolás, es tan inocente que cuando vio el símbolo de mano dura con la X encima me dijo: ¡Mami, ya viste que ese dice prohibido pegar!