lunes, 8 de agosto de 2011
Del micro al macro
No puedo seguir haciéndome la loca con el tema de las elecciones. El público pide sangre. Tendremos que emitir sufragio con nuestra sandrofobia a cuestas, y aceptar que este país tendrá como presidente a un genocida o un narcotraficante. De los candidatos a alcalde, tampoco se salva ni uno. Y con el tema de los diputados, dan ganas de salir corriendo. Nepotismo, corrupción y crimen organizado. Todo mal en el panorama electoral. Más suerte tendríamos jugando a la lotería o al zapatito cochinito. Menos mal, que de política no vivimos, ni construimos nuestros sueños.
Afuera del basural de las elecciones, todos tenemos una vida que vamos llevando con lo que podemos o tenemos. Ya sean recursos económicos, intelectuales, sociales o académicos. Nos vamos haciendo la vida, alejándonos o acercándonos a lo que siempre quisimos ser. Y en ese camino, no hay presidente que nos tienda una mano ni diputado que nos allane el camino. Lo mejor que podemos hacer es intentar no reproducir en nuestro territorio íntimo, toda la corrupción y barbarie de esta sociedad. Con eso ya tenemos suficiente trabajo para mantenernos ocupados unos cuatro años más.
La única forma real que tenemos de modificar nuestro entorno y este país es cambiando nosotros de adentro para afuera, de lo íntimo a lo público. ¿Cuánto de lo que odiamos en los candidatos reproducimos en nuestra familia, trabajo o con los amigos? ¡Hagan la cuenta! ¡Asusta! Yo, mientras tanto, seguiré tratando de hacer bien lo que me gusta. ¡Quien quita y un día reencarno en un poema de Bukoswki o en una película de Woody Allen!
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