miércoles, 29 de agosto de 2012

¡Vaya museo maya!

Escribo mi columna desde Nebaj. Me cuesta concentrarme. Mis ojos se van detrás del rojo intenso de los cortes de las mujeres, mi olfato intenta descifrar si lo que huelo es incienso o copal y mi lengua se relame pensando en el rico boxbol que me voy a comer. En el viaje no podía dejar de ver las casas con sus ladrillos de adobe y las pocas que quedan con tejas de cuatro aguas. Veía los hüipiles y encontraba asociaciones simbólicas entre los tejidos y los caminos que suben y bajan las montañas. Me sorprendió ver una familia llevando sobre sus espaldas un cargamento de cántaros de barro. Pensé que ya no existían, que habían sido sustituidos por el plástico “made in China”. Me enoja no hablar un idioma indígena y no saber machacar en la piedra de moler las especias necesarias para hacer un tamal. Somos el único país del mundo donde los mayas no son objeto de museo, sino reales. Aquí la cultura maya se vive en cada esquina, se ve, se escucha, se huele, se siente. Y últimamente incluso, hasta se vende bien al extranjero. Pero todo eso puede acabar, ya sabemos lo frágiles que son, si aún sufren por enfermedades que hace siglos desaparecieron en el primer mundo como el cólera. Incluso hasta mueren por desnutrición o por accidentales genocidios, y qué mal sería eso, justo ahora que se pusieron tan de moda. Previniendo, el Instituto Guatemalteco de Turismo construirá el primer gran museo maya (al estilo del Guggenheim, según el director) con un mínimo costo de US$100 millones. ¿Cabrán ahí “nuestros” mayas? (La Lucha libre publicada en elPeriódico el miércoles 29 de agosto del 2012)

miércoles, 22 de agosto de 2012

¿Dónde está el violador?

Todos los días me repito que no debo odiar. No odiar, no odiar, no desear mal a nadie. Pero ¿Cómo puedo no odiar en un país como Guatemala? ¿Cómo ser puro paz y amor después de leer que solo en lo que va de este año, mil ciento una madres menores de catorce años parieron un hijo? Y que según datos de OSAR (Observatorio de Salud Reproductiva) muchas niñas tienen su primera relación sexual a los 9 años. ¿Relación sexual? ¡Eso es violación!¡Es un abuso! ¿Cuántos presos hay por embarazar niñas? ¿Qué hacemos como sociedad para prevenir esto? Es una situación compleja que refleja lo podrido de nuestros valores. Las familias, las iglesias, el gobierno debería tener como prioridad inmediata proteger a la niñez. La vulnerabilidad de las niñas guatemaltecas es escalofriante, son consideradas con menos derechos que el gato de la casa, son violadas por tíos, primos y abuelos ante el silencio familiar y social. ¿Cómo curar esa enfermedad? ¿Mejorar la educación sexual en las escuelas? ¿Cárcel inmediata a cualquier mayor de edad que abuse de una niña? ¿Leyes más duras? ¿Albergues para niñas en riegos?¿Cortarles los huevos a los violadores y hacer seviche con ellos y obligarlos a que se lo coman? No, no debo odiar, no debo odiar, no debo desear mal a nadie. Pero ¿cómo no hacerlo? Pienso en todas las niñas que conozco de 9 años y se me estruja el corazón. ¿Madre a los 10 años? No entiendo qué tipo de sociedad insensible permite y se queda impávida ante una crueldad así. Duele. Lucha Libre publicada el miércoles 22 de agosto del 2012 en elPeriódico.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Encontrar al sol

Desde hace algunos días no dejo de pensar en Tito Monterroso y en su fábula de la Oveja Negra. No sé por qué. Me cuesta concentrarme en la coyuntura nacional, quizá debería contagiarme con esta pequeña navidad improvisada que nos dejaron las olimpiadas y salir con el pecho inflado a mover banderines azul y blanco. Pero no puedo, ese vaso medio vacío no me deja concentrarme. La intensidad que tenemos por los héroes nacionales me asusta. El gusto que exhibimos por las estatuas me eriza la piel. Destrozamos jaguares a patadas cuando estamos contentos. Aquí, primero le cambiamos el nombre a Doroteo Guamuch Flores antes de erigirle un estadio en su honor. Da miedo ser héroe nacional. Aún tengo fresco el trauma que significó verle la cara a Peña (ya ni recuerdo su nombre de pila) en tantas vallas publicitarias anunciando su gran triunfo como ídolo americano. Poco le duró la fiesta. Por defender a Arjona, otro héroe nacional, somos capaces de arrancar hasta ojos. Son nuestros grandes orgullos, nuestras cimas, nuestras pequeñas pastillas de felicidad. Las medallas y los primeros lugares de ellos funcionan como psicotrópico colectivo. Pero ¿cuánto nos dura ese orgullo patrio, ese sentimiento de bienestar? Y ¿puede ese fervor anímico realmente influir en un cambio real en los guatemaltecos? Espero que al menos la próxima vez que nos topemos con un corredor o marchista en la carretera, no lo bañemos con la nube negra del escape, ni le salpiquemos agua de charco, ni estemos a punto de atropellarlo. Ya ven, puede ser uno de esos milagrosos muchachos que están intentando encontrar al sol. (Lucha Libre publicada el miércoles 15 de agosto en elPeriódico).

miércoles, 8 de agosto de 2012

La Bacha

Otra estadística, otro número, otra mujer asesinada impunemente en la ciudad de Guatemala. No recuerdo cuándo ni dónde conocí a Nancy Cruz, conocida por sus amigos como La Bacha. No sabía que era bailarina ni de sus brillos académicos, no sabía de su dedicación a la investigación. La recuerdo de alguna fiesta, del Café, de amigos en común, muchos que también ya han muerto, en este país violento, intenso y triste. Me enteré de su terrible asesinato por las redes sociales, apenas unos cuantos comentarios perdidos entre la avalancha de frases positivas que dejó la medalla de plata conquistada por el caminante en Londres. Me sorprende que tengamos que llegar a mencionar su doctorado del Instituto Pasteur en Francia, su trabajo como coordinadora en el Laboratorio de Arbovirología en la UVG, y su pasión por el baile como para darle importancia a su asesinato. Como si los logros profesionales pudieran influir o hacer crecer la indignación que produce un homicidio más en la extensa e infinita lista de gente que es brutalmente asesinada en el país. Pero su desaparición es tan terrible, como la muerte de cada uno de los xx que nadie reclama, que nadie llora y que se acumulan en las morgues y cementerios de Guatemala, como los expedientes que crecen y se empolvan en las fiscalías y luego se olvidan y se traspapelan, y quedan atrás ante un nuevo hecho de terror que empaña nuestra fugaz felicidad. Sirvan estas palabras como una humilde oración para que el alma de Nancy Cruz Ortiz dance feliz y libre en la eternidad. Y para que la impunidad no la vuelva a matar. (Columna Lucha Libre del miércoles 9 de agosto del 2012 publicada en elPeriódico).

miércoles, 1 de agosto de 2012

Necia con Atitlán

Dicen que no puedo opinar con el corazón sobre Atitlán. Antes debería entrevistar a técnicos, científicos y expertos en energía geotérmica. Quizá debería esperar los estudios de impacto ambiental antes de pegar el grito en el cielo y amenazar con una ridícula huelga de hambre basada en mi cursi sentimiento de amor por un lago, que además de bello es fuente de riqueza para el país. Pero resulta que no me interesa hablar con el lenguaje de los adultos. Quizá soy una “quedada”, a quien le impactó demasiado leer El Principito y que piensa que algo tan impalpable como la magia de un lago es argumento para protegerlo. Ya debería saber que en este mundo lo que importa son los números, las cifras, los datos concretos y comprobables. Debí referirme a los millones de quetzales que el turismo en Atitlán deja al erario público o mencionar lo que significa en términos legales “reserva natural”. Quizá debería hablar de a cuánto se cotizan los bonos de carbono en el mercado internacional, mencionar el precio en dólares de la biodiversidad o tal vez calcular el costo en salud que se gasta de nuestros impuestos en enfermedades relacionadas con el agua contaminada que consumen los habitantes de Atitlán. Tal vez, y sólo tal vez así , aquellos que aman la cifras y el lenguaje técnico me entiendan. Quizá así se preocupen por una de las pocas cosas que aún nos enorgullecen como guatemaltecos. Pero, esta es solo una columna de opinión, en donde suelo poner más el corazón que la razón. Y mi corazón generalmente, no sabe de números.