Lo bueno del Internet es que permite la retroalimentación casi instantánea del escritor con el lector. Y la página de elPeriódico a veces se pone alegre aquí por la penúltima.
El señor Alfredo Aragón, a propósito de mi columna “De gays, familias y odios” me lanzó tres preguntas. Transcribo literal: Habría que preguntarle a la Sra. Escobar si ella contraería matrimonio con una lesbiana. O cómo le parecería que un hijo suyo fuera adoptado por gays, en caso de que ella faltara ¡Dios no lo permita! O, peor aún, cómo le parecería a ella que su hijo o hija, cuando ya sean adultos contrajera matrimonio con un gay o una lesbiana. Lo que no desees para tí, no lo desees para los demás.
Le contesto: No me casaría con una lesbiana como no me he casado con el padre de mis hijos por que no necesito ni la nariz de un cura, ni la de un abogado, ni permiso de un Estado fantasma para tener una familia.
La segunda pregunta es fantasiosa, prejuiciosa y radical, no valdría la pena contestarla pero hoy estoy de buen humor y me voy a meter a la fantasía del señor Aragón, en la que ya me morí y mis hijos son huérfanos y los quiere adoptar una pareja de gays. Pienso en una pareja amiga que conozco y los imagino haciendo un buen esfuerzo por darles una buena vida, veo a mis huerfanitos vestidos a la última moda, sus uñitas bien cortadas y bien peinados. Casi lloro de los buenos padres que les tocaron.
Y la última en la que ya mis hijos y posibles hijas crecieron y se convirtieron en gays y lesbianas (por supuesto no faltará quién diga que por haberse criado con padres homosexuales, aunque esa era otra historia).
No me imagino de suegra odiosa. Creo que a los hijos hay que respetarles su identidad. Sus gustos en la cama no deberían ser mi problema. Y además pienso que ser lesbiana o gay no es una maldición o algo de pena o vergüenza, es solo una opción sexual que si llega al nivel de boda, sólo me provocaría una inquietud: ¿quién paga la fiesta y quién los vestidos?
(Lucha Libre publicada en elPeriódico el miércoles 17 de octubre del 2007)
5 comentarios:
Que bueno ser libre no?, Yo tambien respeto las identidades de las personas, yo soy normal, pero no me molesta ver a gays o lesbianas. Te creo Lucha, al no creer en toda esa farsa de casarse ante un altar o ante el abogado, mejor seria hacer un ritual antiguo como los ancestros, si encontras claro a ese Ser especial que te respete y vos a el(o ella o como sea). Es una situacion compleja anta tanta moral disfrazada. La cosa es que estan desde siempre las diferencias o gustos, estan ahi y es derecho respetar a todos. Es mas, admiro a los que estan es esa situacion y hacen y caminan y se maquillan o se esconden y lo sufren, tienen el valor. No soy una moralista, pienso que hay que ver al cielo cada dia que es de un solo color bellisimo, nosotros los humanos, seres vivos vegetales, animales y minerales busquemos mejor nuestra mision de vida, la mia es encontrar la primavera de miles de colores, saludos!! Desde El Salvador.
No es el tema central, a lo que me reservo a opinar, pero creo que decidir no casarse asi sea por las creencias de cada quien o por la ley, es lo mismo que esperar que la ley nunca te defienda no? sin ánimos de ofender pero ese anhelo de encontrar a la pareja y que vivas en un idilio se basa en los ideales y eso es cosa de cada quién, cada convicción lleva su compromiso.
Jacob.. creo que el compromiso que uno tiene con su pareja no depende de un papel, la ley en Guatemala y el Estado nunca han estado ahí para defender a las mujeres. ¿cuanto te cobra un abogado por un juicio de pensión de alimentos? o de divorcio?
uf..
Mi Guatemala, el presidente ideal para mi gente y su ideosincracia moralista.... seria TRUCUTU.
Dan risa estos moralistas que además se dan el lujo de creer que uno en el fondo, piensa como ellos, y que seguramente sólo está pasando por un momento de rebeldía, pero que, a través de la pregunta bien planteada, autoreflexiva, casi confesionaria, que él está dispuesto hacer en su infinita compasión por los perdidos, uno va encausar el buen redil. Jaja, de verdad que absolutismo de torpeza dirigida. Y pensar que así es la mayoría en un país dos caras.
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