miércoles, 8 de agosto de 2012
La Bacha
Otra estadística, otro número, otra mujer asesinada impunemente en la ciudad de Guatemala. No recuerdo cuándo ni dónde conocí a Nancy Cruz, conocida por sus amigos como La Bacha. No sabía que era bailarina ni de sus brillos académicos, no sabía de su dedicación a la investigación. La recuerdo de alguna fiesta, del Café, de amigos en común, muchos que también ya han muerto, en este país violento, intenso y triste. Me enteré de su terrible asesinato por las redes sociales, apenas unos cuantos comentarios perdidos entre la avalancha de frases positivas que dejó la medalla de plata conquistada por el caminante en Londres. Me sorprende que tengamos que llegar a mencionar su doctorado del Instituto Pasteur en Francia, su trabajo como coordinadora en el Laboratorio de Arbovirología en la UVG, y su pasión por el baile como para darle importancia a su asesinato. Como si los logros profesionales pudieran influir o hacer crecer la indignación que produce un homicidio más en la extensa e infinita lista de gente que es brutalmente asesinada en el país. Pero su desaparición es tan terrible, como la muerte de cada uno de los xx que nadie reclama, que nadie llora y que se acumulan en las morgues y cementerios de Guatemala, como los expedientes que crecen y se empolvan en las fiscalías y luego se olvidan y se traspapelan, y quedan atrás ante un nuevo hecho de terror que empaña nuestra fugaz felicidad. Sirvan estas palabras como una humilde oración para que el alma de Nancy Cruz Ortiz dance feliz y libre en la eternidad. Y para que la impunidad no la vuelva a matar.
(Columna Lucha Libre del miércoles 9 de agosto del 2012 publicada en elPeriódico).
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3 comentarios:
Mirá pues que "coincidencia" que ahora hasta escribás igualito a Luis Aceituno.
El sábado casi a la misma hora en que los guatemaltecos celebraban la victoria del marchista Erick Bernabé Barrondo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la balletista y químico-bióloga Nancy Cruz era inhumada por sus familiares en el cementerio Las Flores. La muchacha de 34 años, doctorada por el Instituto Pasteur, de Francia, e integrante del Ballet Marcelle Bonge, había sido estrangulada dos días antes dentro de su apartamento. Salvo una breve nota en la sección de hechos de un diario, la noticia pasó desapercibida y ninguna instancia técnico-científica o cultural del Estado se pronunció al respecto.
Dos hechos a los que une el azar, pero que reflejan las contradicciones de un país como el nuestro. La bipolaridad en la que viven inmersos los guatemaltecos. Por un lado, el esfuerzo, la lucha por lograr lo imposible, el sueño de la victoria. Por el otro, la ignominia, el crimen, el horror cotidiano. Destinos silenciados, vidas valiosas que se pierden para siempre, en medio de la indiferencia. “Mi sueño es que un día alguien se acerque con una pistola y la cambie por un par de zapatos para hacer deporte”, dijo Barrondo, el subcampeón olímpico. Yo agregaría también zapatos para bailar, estudiar, investigar, para prestarle servicios a la patria con la inteligencia, el conocimiento, la sensibilidad y no con las balas. La proeza de Barrondo nos habla de que a pesar del abandono y la miseria (económica, social, humana, intelectual) en que crecen los jóvenes en Guatemala, la mayoría de ellos sueña, se esfuerza, se cultiva, quiere ser alguien. Aunque a veces terminen, como Nancy, asesinados, víctimas del odio que nos pudre.
Gracias, don anónimo, es un honor que me digan que escribo cómo Luis Aceituno.
Leo hoy esta columna y se me estruja el alma, como se me estruja con cada muerte sin sentido en este país. Lejos de ser un signo de debilidad emocional o algó parecido, como les ho oido decir ya a algunas personas en la calle, pienso que eso significa que aún somos humanos, que aún estamos vivos por dentro, que no importa cuán grandes sean las circunstacias, siempre está en nosotros la voluntad para ser más grandes que ellas...y seguir adelante, tratando de ser mejores seres humanos hoy que ayer, y mañana mejor que hoy si tenemos la oportunidad. Nuestra vida debe ser vivida con ética, con amor, con virtud...debe ser un homenaje por todos aquellos seres humanos que no tienen la oportunidad de un nuevo día hoy. Saludos Lucía, me encantan sus columnas como siempre.
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