miércoles, 15 de enero de 2014

De colegios

Tengo amigas que desde que llevan a sus hijos en la panza, ya están en lista de espera para encontrar cupo para tal o cual colegio. Otros realizan grandes peregrinaciones en busca del lugar perfecto para que estudie su retoño. Algunos más empeñan hasta la vida con tal de tener a sus niños en el colegio de moda, el que les asegure un futuro brillante. Pienso que se sobredimensiona el lugar de estudios en la vida de un niño. No existe ningún colegio o escuela en el mundo que sea capaz de garantizar la felicidad de un infante, ni siquiera el éxito profesional o la pertenencia a tal grupo o clase social. Pasamos gran parte de nuestra vida en las aulas, pero las experiencias que nos marcan o nos hacen ser lo que somos, rara vez provienen de la escuela o colegio. Estoy convencida que es en el hogar donde aprenderemos a ser personas de bien o de mal, a ser destructores o constructores. Es a través del ejemplo de nuestros padres que vamos formándonos. Aunque aprendí a leer en el colegio, fue en mi casa donde conocí el verdadero valor de un libro y la importancia que este puede tener en la vida. El amor y la pasión por la lectura son herencia de mis padres, no de mis maestros de Literatura. Y así, cada cosa. Las experiencias más valiosas y enriquecedoras, pocas veces provienen del aburrido y predecible sistema educativo. Las personas más exitosas rara vez son las que tenían mejores notas en el colegio. Muchos autodidactas tienen más oportunidades laborales que aquellos borreguitos que fueron a los “mejores” colegios del país. Así que no se hagan tantas bolas…

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