miércoles, 8 de enero de 2014

San Marcos la Laguna

Un camino en pésimo estado, ideal para el turismo de alto riesgo, conduce a San Marcos La Laguna desde la Carretera Interamericana. Atrás de una curva cardiaca aparece de pronto Atitlán: esa belleza violenta, explosiva en azules y aquas. Una valla del Gobierno de Guatemala tapa la vista en el mirador del parque Chiraxamalo’ en Santa Clara La Laguna. En Santa María Visitación vale la pena ver los murales del parque central. Al pasar por San Pablo y para entrar a San Marcos se paga peaje. A este último pueblo se entra por un arco/garita custodiado por un león ¿? Hace algunos meses el alcalde decretó que para entrar y salir del pueblo después de las 10 p.m. se debe pedir permiso en la Municipalidad y presentar un papel firmado y sellado por él mismo. A pesar de que esta disposición a lo Ubico es una violación a la libertad y a la Constitución, es aceptada mansamente por el pueblo. No hay resistencia. Son contradicciones de un municipio donde existen más masajistas y maestras de yoga por metro cuadrado que tortillerías. Ahí, donde la desnutrición no es una opción holística sino una maldición que convierte en duendes y hadas a la infancia local. No debería alterarme un asunto que no es mío. Mientras se pueda nadar en las piedras donde llueven gringos. Mientras existan los tamales vegetarianos y no suba el precio del pan integral. Mientras existan las terapias de ayahuasca o el ayuno para encontrarse a sí mismo. Ha de ser el karma de sus habitantes o consecuencia de un chacra obstruido en el sistema. Que un niño índigo me explique.

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