jueves, 13 de marzo de 2014

Todo y nada cambia

A veces me da la impresión de que aquí nada cambia. Podría reciclar columnas viejas y hablarían de lo mismo; corrupción en el Gobierno, enriquecimiento ilícito, “diputransas”, miedo en la elección del fiscal general, dudas en la honorabilidad de ciertos magistrados, nepotismo, publicidad anticipada en las elecciones, etcétera. Y si ponemos la radio, peor aún, el tiempo ahí sí que no ha pasado; mismos grupos musicales viejos y feos sonando. Escuchamos a los locutores y muchos parece que vivieran en los años cuarenta, todavía les parece controversial hablar de “llegar virgen al matrimonio” pero no se atreven a tocar el tema de las niñas mamás o del aborto. Todo parece igual pero en realidad nada es igual. Todas las noches sale una luna diferente. Ahora sabemos que lento, pero que el sistema judicial trabaja. Sabemos que si por ejemplo la vicepresidenta roba y roba, va a terminar tarde o temprano procesada. La tecnología también permite que la información se difunda más rápido y eso tiene ventajas y desventajas. Casi toda la capital está tapizada de cámaras de seguridad. La información se difunde en un instante y da la vuelta al mundo. Pienso en la importancia de iniciativas como “Ojo con mi pisto” que resultan en un intento por fiscalizar a nuestros gobernantes y que no se nos olvide que lo que se roban es nuestro. Por mucho que nos sintamos atrapados en el pasado, cada segundo algo cambia en nosotros y en el mundo. El paso del tiempo es imparable, el mundo no deja de girar, nosotros no paramos de cambiar. Hoy nos forramos de pisto, mañana podríamos estar presos.

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