Es la versión vacacional del éxodo masivo. El tropel humano hacía la diversión y el ocio. Los guatemaltecos con nuestra variedad de costumbres y tradiciones hacemos de la Semana Santa toda una aventura multicolor llena de adrenalina y desenfreno. Vea ese vuelco a la devoción de la imagen, tanto la que cargan en hombros los devotos como la que esculpen en el gimnasio los hedonistas. No importa cuál sea el lugar elegido para emigrar, seguro que en el camino encontrará cientos como usted que desean llegar al mismo tiempo, aunque esto implique pasar encima del otro. La aglomeración en las calles del Centro Histórico con el paso de procesiones, el mar humano de turistas que hacen temblar las calles de Antigua y los millones de kilos de carne y bronceador que toman las playas de Puerto de San José o de Panajachel, son como pólvora lista para explotar. Pues si al tumulto se le agregan yardas de cerveza y ron, estímulos sexuales inalcanzables y represión moral, económica y legal, el resultado es escalofriante. Sólo en Guatemala pueden interactuar en el mismo lugar y al mismo tiempo alfombras de aserrín con chicas gallo, motos de agua con el culto a Maximón y cubetazos con penitencia y procesiones. Nuestra moral es como la espuma blanca del Pacífico, es completamente traicionera, indomable e impenetrable. Me sorprende, por ejemplo, que no sea ilegal que en el peaje vendan cervezas frías directamente al conductor de ojos rojos y aliento agrio. Luego no quieren que se produzcan accidentes de tránsito, pero la autoridad se hace de oídos sordos cuando se trata de multar a las grandes empresas de licor y cerveza que son los verdaderos beneficiarios de la Semana Santa. Prefieren castigar la libertad del individuo poniendo leyes absurdas como la ley seca que nos trata como a niños de párvulos, pero son incapaces de exigir a estos distribuidores de adicción y veneno un poquito de responsabilidad con sus promociones obscenas de yardas, litros y embudos embriagantes. El tumulto pasó y ahora sólo quedan toneladas de latas, botellas y plásticos flotando en los lagos, ríos y mares del país. Y en la mayoría una resaca terrible en el alma, el cuerpo y la billetera.
(Lucha Diaria publicada el martes 25 de marzo del 2008 en elQuetzalteco)
1 comentario:
Sobre todo la resaca en la billetera. Ya me imagino cómo ha de estar todo, más en el puerto, yo como nunca fui para semana santa, me pregunto: ¿Alguien levanta todo ese pijazal de basura o el mar se limpia solito?.
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