martes, 15 de abril de 2008

Ciento ochenta

Los campesinos marchan, la gasolina sube de precio otra vez, la desnutrición se come lentamente a nuestros niños, Colom va tarde en sus mandados, Ríos Montt no se inmuta, y los guatemaltecos anhelan un país unido y desarrollado. Así describe la prensa nacional lo que sucede en nuestro terruño. Yo, mientras tanto, me debato entre mis propios problemas y pierdo la conciencia demasiado rápido ante el olor a tierra mojada que estos días invade mis sentidos. La época de lluvia se nos viene encima demasiado rápido y ya tendremos que ver cómo solucionamos los problemas que trae tanta agua y tan poca prevención. Mientras tanto, los días van pasando rápidamente, y los sueños que teníamos de niños se llenan de lodo y se secan para siempre. A veces siento que me cuesta demasiado lograr balancear mi vida interior, mis sueños y anhelos con las posibilidades de lograrlos que tengo en un país como mi Guatemaya. Es como querer volar con unas alas inmensas y tener una ventana del tamaño de un maní para salir al infinito. Así me siento cada día que tengo que aprender a vivir con un niño moribundo en mi banqueta, con un viejito abandonado en mi conciencia, con los ojos de agua de la niña en el semáforo, con el hambre en forma de lombriz, comiéndose el futuro. Me siento sola en mis luchas, ridícula en mis anhelos y abandonada por el Estado en mis deseos de ser parte de la respuesta y no del problema. A veces me cuesta ver una salida, una solución para la cantidad de problemas que parecen aquejar a mis conciudadanos. El racismo, la discriminación, el egoísmo, la falta de identidad, están muy arraigados en todos los guatemaltecos, y como los borrachos que niegan su problema, nosotros enterramos nuestros trapos sucios en justificaciones ilógicas. ¿Seremos seres capaces de luchar por un lugar digno para vivir? ¿A que rumbo queremos llevar el país? ¿Tenemos un sueño común? En fin, lo único que podemos hacer es luchar en nuestra vida diaria por no reproducir la maldad que nos rodea, ni el egoísmo ni el consumismo que nos come la vida interior como un cáncer moderno. Ser el cambio de 180 grados.

(Columna Lucha Diaria publicada en elQuetzalteco, martes 15 de abril).

1 comentario:

Cristián Guerra Campo dijo...

Si somos capaces y estamos en esas...
Saludos