Cómo sería hoy ver el mundo desde los ojos de esa niña que fui, cuando todo era inocencia, risas y gritos en el reino del desorden, los dulces y las travesuras. Tengo pocos recuerdos concretos de mi primera infancia pero casi todas son sensaciones placenteras en pasajes salpicados de bruma en mi memoria. Fui una niña privilegiada, nada de desnutrición crónica en mis regordetes cachetes. Lo más que llegué a sufrir fueron las torturas sicológicas de mis hermanas grandes, que seguramente envidiaban mi privilegiado lugar de eterna hija chiquita.
Ahora que el tiempo ha pasado, disfruto mucho del mundo mágico en que viven mis dos niños. Con respeto y un poco de temor, intento cada día que las cicatrices que hacen fuerte el carácter de los chiquitos, no sean de golpes, ni gritos, ni violencia, si no sólo pequeños frenos a los excesos propios de la vanidad y el egoísmo de todo ser humano. Disfrúto de ver como reinterpretan las palabras, construyen conceptos y miran hacía el futuro con esa visión tan mágica que sólo viene del alma de los chiquitos.
Vienen a mi mente estas reflexiones pensando en tantos niños y niñas que no pueden volver su memoria al lugar cálido que debería ser el reino de la primera infancia. Y deseo con toda la fuerza de mi lucha una Guatemala más humana, que no olvide a los que viven en orfanatos, las que duermen en las banquetas, los que cargan leña, las que cuidan a sus hermanitos, los que venden en la calle, los que recogen basura, los que trabajan con pólvora, las abusadas, los explotados, los que lloran y no tienen quién los consuela, los que quieren amar y solo reciben verga.
Todo mi amor, mi esperanza y mi respeto para los duendes de este país.
Ahora que el tiempo ha pasado, disfruto mucho del mundo mágico en que viven mis dos niños. Con respeto y un poco de temor, intento cada día que las cicatrices que hacen fuerte el carácter de los chiquitos, no sean de golpes, ni gritos, ni violencia, si no sólo pequeños frenos a los excesos propios de la vanidad y el egoísmo de todo ser humano. Disfrúto de ver como reinterpretan las palabras, construyen conceptos y miran hacía el futuro con esa visión tan mágica que sólo viene del alma de los chiquitos.
Vienen a mi mente estas reflexiones pensando en tantos niños y niñas que no pueden volver su memoria al lugar cálido que debería ser el reino de la primera infancia. Y deseo con toda la fuerza de mi lucha una Guatemala más humana, que no olvide a los que viven en orfanatos, las que duermen en las banquetas, los que cargan leña, las que cuidan a sus hermanitos, los que venden en la calle, los que recogen basura, los que trabajan con pólvora, las abusadas, los explotados, los que lloran y no tienen quién los consuela, los que quieren amar y solo reciben verga.
Todo mi amor, mi esperanza y mi respeto para los duendes de este país.
(Lucha Libre del 9 de abril del 2008 publicada en www.elperiodico.com.gt).
1 comentario:
qué preciosidad... qué felicidad... saludos... pau
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