Postes de luz, puentes nuevos y antiguos, paredones y piedras a la orilla de las principales carreteras de Guatemala lucen repletos de pintas ilegales con signos y figuras de colores brillantes. No son las marcas territoriales de la Mara Salvatrucha, MS-13, o de su pandilla rival la 18, sino parte de la estrategia publicitaria de los principales partidos políticos que hoy se rifan en las urnas, la presidencia de este país centroamericano.
Aparte de la afición por pintar paredes, los políticos también comparten con los pandilleros el gusto por el lenguaje gestual. Si las encuestas son ciertas, la segunda ronda electoral planeada para noviembre de este año, se realizará entre el ingeniero Álvaro Colom del partido Unidad Nacional de la Esperanza, quién utiliza la dos manos unidas sobre el corazón imitando el gesto de vuelo de una paloma como símbolo partidario, y el general Otto Pérez Molina del Partido Patriota quién ha hecho del acto de levantar la mano derecha empuñada, y dura, el signo mas controversial de estas elecciones.
El militar de la mano dura fue signatario de la firma de paz en 1996 y congresista, y presume en su currículo haber impulsado la Ley de Inteligencia Civil, la Ley del pago a los ex PAC[1] y Ley para Prevenir y erradicar las pandillas juveniles, propuesta que planteaba la posibilidad de juzgar a menores de edad como adultos cuando cometen actos ilícitos y dar cárcel a los jóvenes por reunirse o tener un tatuaje.
En un informe reciente, Emilio Goubaud, coordinador de Alianza para la prevención del delito, APREDE, destacó que a partir del 11/9, se transmitió la idea de una vinculación entre las pandillas y el terrorismo, alimentada por el entonces ministro de seguridad de Honduras y apoyada por el gobierno de El Salvador. Según Goubad, es a partir de ese evento que surgen las políticas de mano dura y las leyes antipandillas, generando un incremento en la violencia y los asesinatos en la región.
Geoff Thale, director del programa sobre pandillas en Centroamérica de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA por sus siglas en inglés), en declaraciones en junio de este año, aseguró que el narcotráfico y el crimen organizado son una amenaza mayor que las maras a los gobiernos democráticos de Centroamérica debido a que corroen las instituciones e impiden el Estado de Derecho.
Un monitoreo de la prensa local de enero a agosto del 2007, registró tres mil 169 muertes violentas en Guatemala. El 25 % de esos asesinatos, 810 personas, aparecieron con señales de tortura o con el llamado tiro de gracia, el mismo modus operandi utilizado por el ejército durante los 36 años de conflicto armando y que ahora parecen políticas de limpieza social dirigidas contra jóvenes de áreas marginales. Según el informe del año pasado del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, Philip Alston, un número elevado de jóvenes son ejecutados por su presunta participación en la comisión de delitos o en bandas organizadas.
Irónicamente, del presupuesto del Ministerio de Gobernación destinado a prevención del delito, sólo un 25 por ciento había sido ejecutado a cuatro meses de terminarse el período de gobierno actual. Según Carlos Caljú, vocero de la Policía Nacional Civil, la prevención que ejecutan se basa en allanamientos, patrullajes combinados, decomisos y arrestos importantes en las zonas rojas de la ciudad capital. Veintiséis capturados y un barrio recuperado, se cuentan entre los logros.
Aún no se sabe, si el nuevo gobierno contemplará programas para jóvenes desempleados, ampliaciones de cobertura educativa o políticas que eviten la desintegración de los hogares por la migración interna y externa. Si no es así, el narcotráfico seguirá usando a jóvenes de las pandillas para distribución de drogas y cada vez más como sicarios. Otros como el político Pérez Molina, usarán como bandera política la lucha contra las maras, proponiendo para combatirlos la creación de fuerzas especiales, la aplicación de estados de excepción, una ofensiva nacional para neutralizar y erradicar la proliferación de asociaciones ilícitas y el restablecimiento de la aplicación de la pena de muerte.
Lo dice el plan de gobierno de uno de los candidatos favoritos de estas elecciones; vuelve la mano dura.
Los armados en cifras
- Las maras o pandillas tuvieron su origen en Los Ángeles, Estados Unidos, a principios de los 80. El movimiento migratorio, las redadas y deportaciones, han diseminado la forma de vestir, el lenguaje, la música y la mística de las pandillas.
- No existen cifras concretas pero el Ministerio del Gobernación habla de 165 mil a 200 mil pandilleros guatemaltecos. Y la Coordinadora Juventud por Guatemala cree que no hay más de 35 mil mareros.
- Ciento cincuenta mil efectivos alimentan 82 empresas de seguridad privada en el país.
- Diecinueve mil setecientos (19,700) elementos conforman las filas de la Policía Nacional Civil.
(Publicado parte en Diario Perfil
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